Los polvos y los lodos de Amnistía Internacional
Por Jose I. Rodriguez
El fundador de Amnistía Internacional, Peter Benenson, ya denunció a su propia organización, cerca del 1967, al entender que tenían fijación contra Israel.
La expresión coloquialmente usada “de aquellos polvos estos lodos” hace referencia a las cosas que suceden en la actualidad y que son consecuencia de acontecimientos relacionados con el pasado. El aquí y el ahora de Amnistía Internacional está marcado a fuego con una fijación contra Israel que se inoculó en el pasado de la organización.
En el ADN del grupo para la defensa de los derechos humanos, siempre que los humanos no sean judíos, ya anidaba en el pasado la animadversión contra Israel. Lo extravagante del caso que tratamos es que su fundador Peter James Henry Solomon era de origen judío. Las buenas intenciones de su fundador pronto chocaron con las de sus colegas lo que le llevó a enfrentarse a la misma Amnistía Internacional de su tiempo por considerar que tenía la mencionada fijación enfermiza, añadimos nosotros, contra Israel. Para colmo de males Peter Benenson, llamado así por adoptar el apellido de su madre, formó parte del Partido Laborista de Inglaterra que como ya todos saben o deberían saber se caracterizó en su pasado y presente por ser un partido con evidentes tintes antisemitas.
Las organizaciones como Amnistía Internacional y el Partido Laborista comparten esa vieja fijación contra los judíos desde sus orígenes que no decrece con el paso del tiempo. La incongruencia de estas y otras muchas organizaciones político-humanitarias es que se les llena la boca de hablar de los derechos humanos, pero la realidad de sus dichos y hechos demuestran todo lo contrario.
En la cabecera de la página web de AI (Amnistía Internacional) figura en grandes letras el repetitivo leitmotiv de esta organización, de evidente tono propagandístico antijudío, cuyo mensaje es el aparheid israelí contra la población palestina. La triste realidad es que la única manera de recaudar fondos en estas y otras organizaciones es alentar el odio contra Israel interponiendo la manida figura de los sufridos palestinos.
En un alarde de vanaglorioso orgullo, Amnistía Internacional, dice ser un movimiento integrado por más de 10 millones de personas. Sin ánimo de hacer una crítica fácil la pregunta es ¿Cómo han contado a los millones de personas que dicen formar parte de la organización? ¿Acaso están afiliados y pagan cuotas? Amnistía Internacional se nutre, siguiendo la misma cadena de favores antisemitas que UNWRA, de donaciones que son en la práctica una especie de impuesto revolucionario que llenan las arcas de grupos como Hamás en Gaza, por citar un solo y dramático ejemplo.
La inmensa mayoría del dinero que recaudan estas supuestas organizaciones en defensa de los derechos humanos van a parar a las arcas de grupos islamistas que violan sistemáticamente los derechos humanos. Otra parte se queda en la propia organización para mantener sus engranajes de propaganda activos en su guerra mediática contra Israel.
El complejo antijudío es hoy más que nunca un peligroso aviso de la historia que nos dice que el antisemitismo sigue activo tomando multiformes caras como pueden ser organizaciones en la defensa de los derechos humanos; agencias sustentadas por la ONU o partidos políticos cuya venenosa actividad es alentar leyes discriminatorias antijudías, boicot o desinversiones en el campo de la economía contra Israel o sus ciudadanos. Así empezó la Alemania Nazi y de esos polvos tuvimos aquellos lodos mezclados con sangre judía. Los polvos y los lodos de Amnistía Internacional están mezclados con odio desde su pasado y hasta el día de hoy a la espera de que se vuelvan a mezclar, por muy redundante que suene, con la ya mencionada sangre judía. Hazlo saber.
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