Milagro en Shanghái
El 18 de febrero de 1943 se instaló el Gueto de Shanghái en China. Fue durante la ocupación de territorios chinos por parte de Japón, y el gueto fue habitado por unos 20.000 refugiados judíos provenientes de diversos países europeos que huían del nazismo y de la Shoá.
Jaim Weizmann había dicho en 1936, en pleno apogeo del nazismo alemán, que ‘el mundo parece estar dividido en dos partes: los lugares donde los judíos no pueden vivir y los lugares a los que no pueden entrar’. Desde el ascenso de Adolf Hitler y el Partido Nazi al poder en 1933, el antisemitismo se convirtió en la política oficial del estado alemán. Los boicots, las Leyes de Nuremberg, los programas de arización, la Kristallnache, la frustrante conferencia de Evíán, entre otros varios factores, expulsaron a los judíos de todos los ámbitos de la vida alemana. Hacia fines de la década del 30’ era imposible para un judío que pretendía escapar de la Alemania nazi encontrar un país que lo aceptara legalmente, por lo cual la opción de viajar a la lejana Shanghái, de la que poco o nada se sabía, era una posibilidad, o al menos, podía servir como un refugio temporal.
La ciudad de Shanghái detentaba un estatus especial desde el año 1842 con el Tratado de Nanking, un acuerdo firmado entre los gobiernos británico y chino después de la Primera Guerra del Opio, que fue el inicio de una serie de acuerdos internacionales por los cuales China fue regulando el estatus especial que gozaban las potencias extranjeras en suelo chino.
En aquel entonces, Shanghái era un oasis multicultural en el lejano oriente, incluía a residentes británicos, franceses, estadounidenses y rusos, era uno de los pocos lugares en los que se garantizaba la aceptación de refugiados judíos sin necesidad de visado. Hacia los años de 1930, Shanghái era una metrópoli de cerca de cinco millones de habitantes, y la ciudad era el centro de comercio internacional más importante del este de Asia. Había muchas empresas internacionales que garantizaban su riqueza y un estatus especial.
Antes de la llegada de los refugiados judíos, había dos comunidades judías en Shanghái, una pequeña y rica proveniente de Bagdad, que contaba entre 500 y 1000 judíos que había llegado antes de la Primera Guerra Mundial, y una comunidad más grande de refugiados de Rusia, la mayoría de los cuales llegó después de la Revolución Bolchevique, que sumaban entre 4500 y 6000 miembros. Entre 1904 y 1939 se construyeron tres sinagogas en Shanghai, de las cuales sobresalía la Sinagoga Ohel Moshe construida por la comunidad judeo rusa en 1927/28.
Shanghái se convirtió en un importante destino gracias al acuerdo de permisos especiales creado en ella. Cualquier persona con un boleto de navegación o una visa de entrada podía obtener un permiso para salir del Reich. Las embajadas y consulados del gobierno nacionalista chino emitieron visas de entrada a los refugiados que debían comprar sus pasajes de viaje.
Entre 1932 y 1941, aproximadamente 18.000 refugiados de la Alemania nazi y los países ocupados por los alemanes lograron ingresar a Shanghái sin visas. Los primeros refugiados judíos fueron recibidos por los residentes veteranos y crearon una comunidad fuerte con escuelas y una vida social activa. Algunos de los recién llegados comenzaron a trabajar como dentistas y médicos, mientras que otros abrieron tiendas, cafés y clubes.
La entrada de Japón en guerra contra Estados Unidos marcó un punto de inflexión negativo en el destino de los refugiados de Shanghái. En diciembre de 1941, muchos refugiados que encontraron trabajo en empresas británicas y estadounidenses perdieron sus puestos. Por la guerra, se habían roto las relaciones con las instituciones de asistencia social de los Estados Unidos. El Joint, que proporcionaba comida, vestimenta y refugio a miles de refugiados, se vio obligado a reducir drásticamente sus operaciones. Los judíos ricos de Bagdad que brindaban servicios básicos de ayuda a los refugiados eran en su mayoría ciudadanos británicos y fueron encarcelados como ciudadanos de un país enemigo.
Al apoderarse Japón de Shanghái, y actuando en coordinación con las fuerzas de Hitler, las tropas japonesas reunieron a todos los judíos de la ciudad y los confinaron en una zona de la plaza de Tilanqiao. El 18 de febrero de 1943, se estableció un ‘Área Especial para Refugiados Apátridas’ y se ordenó a todos los que llegaron a la ciudad después de 1937 de mudarse allí dentro en los siguientes tres meses.
Aunque el lugar no se llamaba así, en realidad era un gueto. En un área de cuatro kilómetros cuadrados rodeado por una cerca de alambre de púas y bajo un régimen de toque de queda patrullado por soldados japoneses, miles de refugiados judíos vivían hacinados, había nacido así el ‘gueto judío de Shanghái’, que a diferencia de los guetos judíos en Europa en ese momento, Tilanqiao no quedó sellado.
Cerca de 14.000 refugiados judíos pasaron a vivir en el área designada junto con otros refugiados de todo el mundo. El gueto se encontraba en el área más pobre y atestada de la ciudad, y sus condiciones empeoraron mucho después de que los soldados japoneses reunieron a los judíos de todo Shanghái y los obligaron a vivir dentro de las fronteras del gueto. Se les prohibió salir del área, incluso para trabajar, a menos que recibieran permiso de los oficiales japoneses, lo que rara vez sucedía.
Las enfermedades y la desnutrición se multiplicaron en muchos de los hogares colectivos que estaban horriblemente superpoblados. Se pasó de un vecindario pobre a un vecindario extremadamente pobre, mucha gente no tenía trabajo y vivía en viviendas con muchas otras camas, baños y cocinas comunes. No tenían privacidad y casi no tenían comida. Muchos de los refugiados llegaron al borde de la inanición. A medida que avanzaba la guerra, los nazis presionaban a las autoridades japonesas de la ciudad a deportar a los judíos, o trasladarlos a un recinto cerrado ya que eran enemigos de Hitler.
Es importante señalar que algunos de los judíos del gueto participaron en un movimiento clandestino destinado a obtener información y participar en operaciones de sabotaje en instalaciones japonesas, así como en ayudar a pilotos estadounidenses que habían sido derribados a huir a territorio chino.
El gueto fue liberado oficialmente el 3 de septiembre de 1945, por el ejército de Chiang Kai-shek. Inmediatamente después de la liberación, muchos de los judíos emigraron a los Estados Unidos, Australia y Canadá, otros emigraron al Estado de Israel tras su establecimiento. Con la caída del régimen de Chiang Kai-shek y la llegada al poder de los comunistas en 1949, quedaban pocos judíos en Shanghái.
Se estima que cerca de 14 millones de soldados y civiles chinos murieron durante la guerra con Japón entre 1937 a 1945, sin embargo, la mayoría de los refugiados judíos de Shanghái sobrevivieron. Esta notable hazaña es considerada como el ‘milagro de Shanghái’, como escribe el historiador David Kranzler, si Shanghái no hubiera acogido a estos refugiados en su momento, es posible que muchos de ellos no hubieran sobrevivido a los escuadrones de la muerte nazis.
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