Rusia y su presencia y penetración en Latinoamérica
Por Luis Fuensalida
Mientras la comunidad internacional tiene puesta su atención en lo que sucede entre Rusia y Ucrania, crisis que también involucra a los EE.UU. y la OTAN, en América Latina, más allá de las posiciones y declaraciones diplomáticas de algunos de los países de la región, parece ser que la confrontación entre el Kremlin y Washington y sus aliados, también se hace presente en estas latitudes.
La semana pasada, se reunieron el secretario general de la OTAN, el noruego Jens Stoltenberg y el presidente de Colombia, Iván Duque, donde si bien, no estuvo ausente la crisis ucraniana, sobre la que, el mandatario colombiano manifestó su apoyo a que cada país debe ejercer libre y plenamente su soberanía, y decidir por si el unirse a la Alianza Atlántica o cualquier otro organismo internacional, cual fuera su naturaleza, también abordaron otros dos temas, por un lado, Colombia, que reúne los requisitos para acceder al status de socio de la OTAN, y por otro, el alto grado de cooperación entre China y Rusia, y la injerencia y apoyo de estas potencias al régimen venezolano de Nicolás Maduro, por eso, en la columna de hoy voy a abordar la presencia del Kremlin en Venezuela, y haré lo propio con el gigante asiático más adelante.
La estupidez humana cada día me sorprende más, pero cuando a ésta se la condimenta con la miopía geopolítica, las consecuencias de dichos actos puede resultar muy costoso para quién comete tales dislates, tal es el caso del presidente Alberto Fernández en oportunidad de su reciente visita oficial a Moscú, y manifestarle al presidente Vladimir Putin, “…tenemos que ver la manera de que Argentina se convierta en una puerta de entrada de Rusia en América Latina, para que Rusia ingrese de una manera más decidida…”, pues bien, quiero poner en conocimiento del Dr. Fernández que la República Bolivariana de Venezuela desde aproximadamente el año 2000, es la cabeza de playa de Rusia, sin olvidar a China y a la República Islámica de Irán, y asimismo, que para ser pragmático en las relaciones internacionales, hay que dejar las ideologías de lado y ser realista, algo que evidentemente carece el presidente al no sopesar cuestiones como el refinanciamiento de la Deuda con el FMI y la crisis entre Rusia y Occidente por la cuestión Ucraniana.
Aclarada la circunstancia, que ubica a Venezuela como la puerta de entrada y punto de proyección estratégica de Moscú en Latinoamérica, sin olvidar a su antiguo socio Cuba y a la Nicaragua de Daniel Ortega, podemos inferir que los objetivos de Rusia son los siguientes: consolidar su presencia para contrarrestar la influencia de Washington en la región, el llamado “patio trasero”, luego, desde allí aplicar e intensificar una estrategia de penetración, infiltración y tejer alianzas con gobiernos a fines en la región, hasta quizás con un alcance mayor al que tuvo otrora la ex URSS, como también, para presionar a los EE.UU. en relación a la crisis ucraniana, en una demostración de que la misma manera que Washington y sus aliados se expanden hacia la zona de influencia rusa en Europa del Este, Moscú puede hacer los mismo en Latinoamérica, al fin y al cabo, el escenario global es un gran tablero de ajedrez.
Y esto, ha quedado evidenciado en declaraciones de funcionarios rusos, por ejemplo, el viceministro de RR.EE. Seguei Riabkov, al preguntársele por el alcance de reforzar la seguridad de Rusia en el contexto global y en particular por el aumento de su presencia militar en Latinoamérica, y si esto podría implicar el emplazamiento de misiles en Cuba y Venezuela, Riabkov no lo desmintió ni lo confirmó, pero como dice el dicho, “el calla otorga”.
Por su parte, el portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, manifestó, que Rusia analiza distintas variantes del mismo modo que los EE.UU. tal como lo declaró la subsecretaria de Estado, Vicky Nuland, que Washington tiene en estudio 18 variantes para responder si Moscú decide invadir Ucrania, y también Peskov, en línea con los dichos de su viceministro de RR.EE., no descartó un despliegue mayor de infraestructura militar rusa en Venezuela y Cuba, y obviamente, estas manifestaciones tuvieron la respuesta del gobierno estadounidense en la persona del asesor de Seguridad Nacional, Jake Sullivan, al decir que los EE.UU. respondería de forma decisiva si Rusia emplaza misiles en Cuba o Venezuela, lo que me recuerda en algo la Crisis de los Misiles en octubre de 1962, y un deja vu de cómo se vivió la Guerra Fría por estas regiones.
Y en este contexto, el almirante Rob Bauer, presidente del Comité Militar de la OTAN, en una reunión reciente ha declarado, que si bien Venezuela y Cuba, no son territorio de la Alianza Atlántica, se puede imaginar que hay países aliados que están preocupados por tal posibilidad, en referencia, al incremento en cantidad y calidad de infraestructura militar rusa, y consideró preocupante el que Rusia emplace misiles en aquellos países, con el impacto que esto representa a la Seguridad Internacional.
Por su parte el régimen de Nicolás Maduro, obviamente se alinea tras las declaraciones de los funcionarios rusos, por ejemplo, su ministro de Defensa, el general Vladimir Padrino, expresó a mediados del mes pasado, que la OTAN quiere adueñarse del mundo, y que su peón en la región es Colombia, a través de una presencia militar cada vez mayor, en lo que Padrino considera que es su zona de influencia.
Asimismo, el año pasado se conoció que en Venezuela, está en la fase final de construcción una fábrica de fusiles Kalashnikov, que se espera comience su actividad para mediados de este año 2022, lo que se suma a la infraestructura militar venezolana de procedencia rusa, arsenal que en la actualidad cuenta con aviones caza Sukhoi 30, helicópteros Mil MI 24, drones, tanques T-72Bl-V, aproximadamente 250 baterías S-300, lanzadores de misiles, y un centro de comando automatizado y sistemas de radares P18, algunos instalados en el complejo misilístico de la Brigada Los Andes, otros en la frontera con Colombia, en Apure, Táchira, Falcón y Zulia que vigilan el espacio aéreo colombiano.
En la actualidad, en Venezuela ya están en servicio activo al menos dos bases militares rusas, una funciona dentro de la 41ª. Brigada del ejército venezolano cuyo asiento es en la localidad de Valencia, estado de Carabobo, y la segunda está en Manzanares, estado de Miranda, donde se encuentra la Base de Barrido de Comunicaciones e Inteligencia, información confirmada por declaraciones realizadas por el ex Jefe del SEBIN, el general Manuel Figuera, quién desertó en el 2019 y actualmente reside en los EE.UU., quién también manifestó, que el régimen bolivariano es una amenaza no sólo para los EE.UU., sino también para toda la región y es centro de operaciones de grupos irregulares, narcoterroristas y organizaciones islamistas radicales como Hezbollah, y que no están exentos de complicidad por acción u omisión, Estados autocráticos, la U.E., la ONU e incluso el Vaticano, por que todos saben en las condiciones en que viven la mayoría de los venezolanos y las causas que lo provocan, como así también el drama humanitario de muchos de quienes han tenido que emigrar, sin olvidar la ayuda que el gobierno de Maduro presta a la guerrilla colombiana, tanto al ELN como a los cuadros disidentes de las FARC que no se avinieron a los Acuerdos de Paz del 2016.
Los dichos del ex jefe del SEBIN respecto a la guerrilla colombiana, más allá que al presente se dan enfrentamientos armados entre el ELN y grupos de las FARC disidentes por el control del narcotráfico en el departamento colombiano de Arauca, fueron ratificados a principio de este mes por el ministro de Defensa de Colombia, Diego Molano, quién denunció la movilización de tropas de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana de Venezuela en la región fronteriza con Arauca, que contaron con el apoyo logístico de Rusia y también de la República Islámica de Irán, calificando el despliegue militar venezolano como una “injerencia extranjera”.
Los violentos choques entre los dos grupos guerrilleros mencionados, se iniciaron en el estado venezolano de Apure y se extendieron a territorio colombiano, donde ya se ha constatado que los enfrentamientos han causado más de 60 muertos y más de 1.200 de desplazados, sólo en el mes de enero, más allá, que el presidente de Colombia, Iván Duque, ha enviado a tropas del ejercito para reforzar a la Policía Nacional con el objetivo de retomar el control pleno del territorio y hacer cesar el derramamiento de sangre.
Recordemos que ambos países, tienen una frontera común de 2.219 km de extensión, que es sumamente porosa a las actividades ilícitas tanto del crimen organizado como del narcoterrorismo.
Por supuesto, la cancillería rusa ha negado las acusaciones del ministro de Defensa de Colombia, sin embargo, las misma se fundan en informes de Inteligencia, que hace pocos días tuvieron difusión pública, por el caso, el periódico colombiano El Tiempo, pero más allá de los comunicados o declaraciones de una y otra parte, lo concreto es que Moscú continúa afirmando y profundizando sus relaciones, sean políticas, económicas y/o militares, con regímenes dictatoriales de Latinoamérica, Cuba, Nicaragua y Venezuela, lo que ha quedado reflejado con la visita oficial del vice 1er. ministro ruso Yuri Borisov, quién en los tres países, se comprometió a intensificar la ayuda económica y militar de Rusia, y que el presidente cubano Miguel Díaz Canel, sintetizó al calificar de asociación estratégica las relaciones entre Moscú y los países visitados.
Finalizando la columna de hoy, en la que he realizado un breve análisis del aumento de la presencia e injerencia de Rusia en Latinoamérica, y retomando lo señalado sobre la, al menos inoportuna, visita oficial del presidente argentino a Rusia, el pragmatismo en las relaciones internacionales tiene sus bases en una visión realista y multidimensional del escenario global, y no de alineamientos ideológicos espasmódicos o automáticos, y cuando uno recuerda el axioma, “no hay amigos ni enemigos permanentes, sólo intereses permanentes”, el interés primordial de nuestro país, es ratificar nuestro compromiso con los valores de Occidente y la Democracia, y la miopía geopolítica de nuestro gobierno es tan supina, que seguramente no han percibido las distintas variantes que se están dando en medio de la creciente crisis ucraniana, en que los efectos de la puja entre EE.UU. y la OTAN con Rusia, no se limitan ámbito europeo, y que Latinoamérica puede reeditar situaciones del pasado que creíamos superadas, y sería bueno que en el Palacio San Martín, tengan en cuenta la interdependencia compleja de las relaciones internacionales y el Efecto Mariposa, “…el aleteo de las alas de una mariposa se pueden sentir al otro lado del mundo…”, ojo, es un viejo proverbio chino, por lo que me pregunto, ¿ se lo habrá explicado Xi Jimping a nuestro presidente en su reciente visita a China?
*Luis Fuensalida es especialista en asuntos internacionales. Fue Comisario Inspector y Jefe de Departamento Interpol de la Policía Federal Argentina.
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