“Ucrania”
Algunos perciben señales en sucesos fortuitos. Esta mañana avancé media carilla sobre Ucrania y de pronto me traicionó el pulso sobre el mouse: me quedé con una página en blanco.
La conclusión sería que mejor hubiera sido no acometer el tema; porque, si mi memoria no me falla, lo había abordado desde la frustración de tratar de entender qué está sucediendo, otra vez, allí sobre las mismas fronteras que sepultaron a Napoleón y a Hitler. Esta vez la guerra viene en sentido contrario: Rusia, supuestamente amenazada, amenaza y ataca. La imagen de los tanques avanzando sobre la estepa nevada es de alguna manera un deja-vu; sólo que ahora lo vemos en CNN y no en el cine.
Ucrania es la víctima, por más que Putin se victimice y explique a la prensa su lógica belicista frente a los sutiles embates de los EEUU y la NATO. Ucrania no es un país pequeño, pero es un estado joven, étnico (en el sentido que sus etnias son un factor político y estratégico), y como todos los países de ese vecindario, infelizmente atravesado entre Rusia y Occidente.
Mientras este último traza con sutileza sus alianzas pero respeta los estados-nación y sus soberanías, Rusia sigue siendo tan imperial como siempre. Nacionalismo y territorio son, para ellos, valores sobre los cuales no se transa. El problema es que, cercanos como están y con tanta historia en común (medida en siglos), éstos también son valores prioritarios para todos esos nuevos países posteriores a la caída de la Unión Soviética.
Creo que hay algunos aprendizajes que señalar de todo esto, en especial en lo que hace a los judíos e Israel, y en especial cuando Israel y los judíos siempre son mirados bajo una lupa especial. #Ucrania resulta un modelo muy ilustrativo.
1. El Nacionalismo existe. El Sionismo es El nacionalismo de los judíos. Es noción de pueblo ligado a un territorio. El judaísmo suma el factor religioso, pero el vínculo pueblo-tierra es igual al ucraniano o el ruso o el vasco o el uruguayo; o el israelí.
2. Las fronteras generalmente no son justas ni reflejan una demografía ideal. Hay mayorías y hay minorías, y los sistemas democráticos, entre otros cometidos, protegen a estas últimas. Vale para cualquier país del mundo, incluido Israel.
3. Los Estados pretenden fronteras viables y seguras. Si es posible, naturales. Cruzar la calle en Rivera/Livramento, frontera entre Uruguay y Brasil, no es lo más frecuente.
4. La prioridad de la seguridad nacional es una necesidad estratégica cuando los países están en algún nivel de conflicto. El nivel de conflicto en que está inmerso Israel desde siempre es el más alto del mundo: literalmente existencial.
5. El imperialismo, específicamente la conquista de territorio, no sólo es condenable, es una pésima opción, tanto para el conquistador como para el conquistado.
6. Israel es consecuencia de la Partición votada en 1947 en esta misma ONU hoy inoperante; su conformación territorial es producto de sucesivos conflictos bélicos y Tratados de Paz. La Ocupación es una anomalía y un dilema ético que confronta las prioridades de identidad con las de seguridad.
7. Israel y los judíos debemos alinearnos con Ucrania porque es el más débil y el agredido. Los acuerdos tácitos con Rusia son coyunturales y el precio a pagar para una mejor defensa de su soberanía; no es una cuestión de valores.
8. La historia de los judíos está fatalmente ligada a la de Ucrania. Que hoy Ucrania tenga un presidente judío no debería desdibujar el pasado: profundamente antisemita desde siempre. La cultura judía ashkenazí floreció en Ucrania a pesar del fuerte antisemitismo de la mayoría de su población.
9. El antisemitismo no reconoce fronteras. Un judío es un judío, e Israel es el Estado de los Judíos. Sea #Ucrania, sea #Covid, cualquier coyuntura es buena para destilar el veneno antisemita. Aun cuando …
10. … conflictos como el actual en la frontera ruso-ucraniana sean el mejor ejemplo de que los judíos no sólo no tienen la culpa de todo, sino que, con pasmosa facilidad, se convierten en chivo expiatorio de los crímenes de la Humanidad.
Por todo esto, siempre es bueno recordarse y preguntar, ¿frente a qué, quiénes, estamos parados? ¿Qué nos importa? ¿Qué nos define? ¿La acusación de terceros o la certeza de nuestros valores y la determinación de nuestra supervivencia? He ahí el dilema. Desde este rincón del mundo tan particular, el judío, #Ucrania nos interpela.
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