Ultimátum al gobierno ucraniano
El gobierno ruso ha planteado un ultimátum para la rendición de la ciudad sitiada de Mariúpol, en las orillas del mar de Azov, y el presidente Zelensky se ha rehusado a ello. En los últimos diez días, el ejército ruso ha avanzado en el dominio de las regiones de Lugansk y Donetsk, en el Este de Ucrania, para ampliar los territorios que integrarán las llamadas “repúblicas populares” que, en la práctica, existen con apoyo del Kremlin desde 2014. Con la caída de Mariúpol, ya casi sería completo el dominio de las costas ucranianas en el Mar Negro, con lo que le cortaría el acceso marítimo. Con la toma de Mikolaiv y de Odesa, se completaría esa parte de la campaña militar.
No obstante, la capital ucraniana sigue resistiendo. Abundan los videos y registros de los problemas logísticos del ejército ruso, prácticamente detenido por sus propias fallas y el desgaste de sus soldados. Es una guerra que, de acuerdo a cálculos de observadores militares calificados, ya supone la movilización del 55% de los efectivos, por lo que ha debido transportar a tropas apostadas en Kamchatka, en el océano Pacífico, para darle una inyección de novedad a esta guerra que se ha vuelto estática. La eventual participación del ejército de Bielorrusia, además de sumar otro actor en el conflicto y una eventual escalada regional, pone en evidencia que se esperaba un conflicto rápido y resolutorio, y que ello no se estaría alcanzando.
Es inevitable recordar a la primera guerra mundial, cuando a la guerra rápida que esperaba el káiser alemán Guillermo II sobre Francia, le siguió un larguísimo y costoso enfrentamiento desde trincheras. Fue una aventura a la que se precipitó porque creía que la podía ganar rápidamente, en forma humillante para sus vecinos galos. Como todo conflicto militar, es relativamente fácil iniciarlo, pero tremendamente complejo salir de él, y Vladímir Putin no está dispuesto a retirarse sin imponer sus condiciones. Mientras tanto, los actores internacionales se posicionan, ayudan a las partes con suma discreción, pero evitan pasos mayores que puedan dar lugar a una escalada continental con consecuencias devastadoras. A casi un mes del inicio, probablemente deberíamos compararla con la guerra de Yugoslavia, que se extendió por varios años y cuyas heridas aún están abiertas.
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