“Un nuevo aniversario de uno de los hechos más dolorosos de la historia judía” Por Mario Cohen
El 31 de marzo de 1492, los Reyes Católicos decretaban la expulsión de los judíos de España, mediante un edicto redactado por Tomás de Torquemada, Arzobispo de Toledo, Primado de España e Inquisidor general:
“Nosotros ordenamos además en este edicto que los Judíos y Judías cualquiera edad que residan en nuestros dominios o territorios que partan con sus hijos e hijas, sirvientes y familiares pequeños o grandes de todas las edades al fin de Julio de este año y que no se atrevan a regresar a nuestras tierras y que no tomen un paso adelante a traspasar de la manera que si algún Judío que no acepte este edicto si acaso es encontrado en estos dominios o regresa será culpado a muerte y confiscación de sus bienes”.
Los Reyes Católicos le impusieron al Arzobispo tres condiciones que debían quedar plasmadas. En primer lugar, se les acusaría de usura y de herética pravedad -herejía cometida contra la religión cristiana-. En segundo lugar, que se les diera tiempo suficiente para convertirse al cristianismo a marcharse. Y, finalmente, que los no conversos pudieran disponer de sus bienes muebles e inmuebles, aunque no podían sacar ni oro ni plata.
A 530 años de la firma del terrible Decreto de Expulsión de los judíos de Castilla y Aragón, dialogamos con el doctor Mario Cohen, Presidente del CIDICSEF (Centro de Investigación y Difusión de la Cultura Sefardí) quien declaró que este es un nuevo aniversario de “uno de los hechos más ominosos de la historia”. Los judíos habían vivido en la Península Ibérica por más de mil años, y de pronto en solo tres meses debían dejar todo y abandonar España. “Un hecho de los más dolorosos de la historia judía”, calificó.
Para España representó una pérdida gigantesca, tanto en lo económico como en lo cultural. Para los judíos, una tragedia, que como ocurre con el pueblo judío frente a los grandes desafíos, se encuentran soluciones, nuevos caminos, “un exilio dentro de otro exilio”, y fue como los judíos fueron diseminándose por el Mediterráneo, y de ese modo formar la Diáspora Sefardí, quienes durante más de cinco siglos mantuvieron el idioma hispánico:
“Uno de los hechos quizás más notorios de la historia de la humanidad: Un pueblo que siguió hablando el idioma, el judeo español, o ladino, del lugar del que fue echado”, destacó.
Según el historiador que lo tome, se estima entre 50 y 100 mil, la cifra de personas que en tres meses debían abandonar la Península. Resulta muy difícil imaginar semejante movimiento en una época sin los medios de comunicación actuales, sin recursos, sin una logística adecuada. Más aún si pensamos que el viaje de Colón a América llevó 84 personas.
Cabe recordar, además, que quienes no abandonaron España, tuvieron que forzadamente convertirse al catolicismo, los cripto judíos, los “marranos” que eran quienes ocultaban su identidad, pero mantenían su fe judía. Durante siglos, la Inquisición trabajó para desactivar a aquellos que tenían costumbres judías. “Increíblemente, 250 años después de la Expulsión, hubo Autos de Fe en España, Portugal, y hasta en América”, afirmó.
Aún en la actualidad, se pueden ver comunidades en Portugal, en Brasil, que tienen costumbres judías que datan de 500 años de historia. Ello se debe a aquellos que en condiciones más que adversas, y con el riesgo ser detenidos y quemados, continuaban conservando su verdadera identidad, su fe, y la transmitían a sus futuras generaciones.
Para el doctor Mario Cohen la historia aún no ha honrado a estas víctimas de la barbarie de la Inquisición: ”Siempre he querido que hubiera una calle, una plaza en Buenos Aires para recordar a Francisco Maldonado Da Silva”, expresó.
Maldonado Da Silva fue un cripto judío famoso, nacido en la Argentina, un tucumano que vivió doce años durante la Inquisición en Lima y que fue quemado vivo. ”Un cripto judío como él merece que se lo recuerde. Ninguna institución judía le dedicó un lugar, un aula, algo para honrarlo”, lamentó.
Tuvieron que pasar 500 años de la Expulsión, para que España revisara parte de esa historia que deseó ocultar. Como gesto, comenzó a brindar la posibilidad de la ciudadanía española a los descendientes judíos sefaradíes.
Al respecto, Cohen señaló que la ley fue muy favorable, pero que la instrumentación de la ley es sumamente lenta y engorrosa. Dijo que es una ley “extraordinaria y única”, devolver la ciudadanía, pero que los tramites llevan cuatro o cinco años, a un ritmo extremadamente lento.
El Edicto de Expulsión nunca fue abolido. Solo se habla de “libertad de culto” en la Constitución de 1864. En Portugal, sí hubo anulación del Decreto.
Como reflexión final, Mario Cohen dijo que los judíos sefarditas representan una de las ramas más activas de la cultura judía, los que fuera de España, siguieron creando, desarrollando el judaísmo, que sigue vigente. Y lo que le podemos decir a aquellos que firmaron el Decreto de Expulsión es: Am Israel Jai, “el pueblo judío vive”.
Redacción gentileza de Cita Litvak
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