Shoá y el Sionismo
Escribe Paul Johnson en su “Historia de los Judíos”, en el capítulo 7º dedicado a “Sión”:
El Holocausto y la nueva Sión estuvieron orgánicamente relacionados. El asesinato de seis millones de judíos fue un factor causal básico en la creación del estado de Israel. Esto armonizaba con una antigua y poderosa fuerza motriz de la historia judía: la redención por medio del sufrimiento. (…) Ello implica expresar la causa y el efecto en términos religiosos y metafísicos. Pero también es posible expresarla en términos históricos. (…) Hemos utilizado la imagen del rompecabezas para demostrar cómo cada pieza necesaria vino a ocupar un lugar.
De acuerdo a Johnson, cuya lectura de la historia judía permite generar y entender la identidad judía en función de su historia, las piezas del rompecabezas al cual refiere son las siguientes:
• Las grandes masacres orientales de 1648 que trajeron a los judíos de vuelta a Inglaterra, eventualmente a los EEUU, lo cual generó la comunidad judía más grande del mundo cuya influencia geopolítica fue determinante en la creación del Estado.
• Las masacres de 1881 desencadenaron acontecimientos que contribuyeron al mismo fin. La inmigración que provocaron fue el trasfondo del caso Dreyfus, que condujo directamente a la creación del moderno sionismo por Herzl.
• El movimiento de judíos desencadenado por la opresión rusa creó la pauta de tensión de la que surgió la Declaración Balfour en 1917.
• La persecución hitleriana fue la última de la serie de catástrofes que contribuyeron a la creación del estado sionista.
En resumen, y en una de las citas más célebres de su obra, Paul Johnson, que había acuñado el término “ventana de oportunidad”, resume así esta era de la historia de los judíos:
La existencia de Israel se deslizó a través de una fortuita ventana de oportunidad en la Historia que se abrió brevemente por unos meses entre 1947 y 1948. También eso fue suerte, o la divina providencia.
Johnson se extiende en explicar la compleja ecuación que permitió, entre otros factores y por muy poco tiempo, que la URSS y los EEUU votaran juntos en la ONU a favor de la Partición de Palestina, y cómo, por otro lado, el “retraso” histórico del nacionalismo árabe le dio al Ishuv judío en Palestina una ventaja estratégica.
Johnson, como hombre de fe que es, además de outsider (su “Historia de los Judíos” está motivada por su anterior “Historia del Cristianismo”, según el mismo explica en el prólogo de la primera), no puede evitar la lectura religiosa; pero como divulgador serio de la Historia no puede eludir la casuística que desencadenan los hechos o las grandes personalidades que los lideran. En cualquiera de los casos, vincula fuertemente el padecimiento milenario judío con la redención bajo la forma de soberanía política.
Por otro lado, en esta semana sionista que se abre con Iom Hashoá, repica en Iom Hazikarón, y culmina en Iom Haatzmaut (los Días del Holocausto Judío, de Recordación de Caídos en las Guerras de Israel, y de la Independencia), vale la pena traer a colación conceptos de voces protagonistas, modernas, menos imbuidas de un espíritu metafísico, y especialmente imbuidas de ideología sionista.
Elegimos citar a la ex política, PhD en Ciencias Políticas, y actual escritora y divulgadora en temas de Sionismo y Medio Oriente Dr. Einat Wilf. Einat se auto-define como “sionista, feminista, y atea” (Wikipedia). Reside en Tel-Aviv y fue miembro de la Kneset por el Partido Laborista entre 2011 y 2013.
A diferencia de Johnson, Wilf condena la vinculación directa entre Shoá y Sionismo:
Mostrar a Israel como la consecuencia del Holocausto es negacionismo sionista. Roba a los judíos de su misión, su historia, la conexión histórica con la tierra de Israel y su anhelo de volver a ella. Borra todo lo que fue soñado, escrito, hecho y logrado por los sionistas antes de la 2ª Guerra Mundial. (Daily Beast, 12 de abril de 2012)
Está claro que Johnson en su obra no ignora ni elude ni escatima lo que fue la construcción de la comunidad judía en la tierra de Israel previo a la 2ª Guerra Mundial. Es más: se extiende en el fenómeno en el detalle y exhaustividad que lo caracterizan. Resalta el factor unificador del idioma Hebreo, por ejemplo, y más adelante del Ejército de Defensa de Israel. Sin embargo, sus conclusiones de tipo religioso o coyuntural parecen minimizar lo que Einat Wilf quiere, precisamente, resaltar: que sin la infraestructura ideológica, social, económica, y militar (por precaria y dividida que fuera), ninguna coyuntura hubiera habilitado la creación política y legal del Estado.
El Sionismo es un movimiento de liberación nacional de un pueblo indígena volviendo a su hogar que no buscó el desplazamiento de la población local. (https://youtu.be/Mytenf5H9y8). Agrega en The Tower Magazine el 15 de diciembre de 2015: El Sionismo cuenta una historia no sólo sobre judíos o para judíos. El Sionismo cuenta una historia que, cuando se entiende adecuadamente, tiene el poder de inspirar gente y pueblos hacia grandes actos de coraje y sacrificio. El Sionismo cuenta una historia simple: la victimización no es un destino. Una historia de marginalización, humillación, discriminación, persecución, masacres, e incluso genocidio puede ser trascendida. Un pueblo, no importa cuán oprimido, puede encontrar en sí mismo el poder de modificar su futuro.
En Historia hay algunas verdades absolutas pero sobre todo hay formas de leer los hechos. No cabe duda para nadie que el Sionismo surge como un movimiento nacionalista en el contexto de los movimientos nacionalistas europeos que dieron forma al mundo moderno. Por ser el movimiento nacionalista del pueblo judío, tiene características especiales. Son esas vicisitudes y valores los que rescata Einat Wilf. Al mismo tiempo, todos los movimientos nacionales se encuadran en una coyuntura histórica, lo que Johnson llama “ventanas de oportunidad”, o no. En el caso de Israel, fue un sí rotundo en aquel momento, y probablemente en ningún otro.
Por eso es encomiable el sentido de oportunidad de los padres fundadores de Israel al tiempo que es condenable la falta del mismo en el liderazgo palestino a lo largo de estos setenta y cuatro años. Sobre todo, teniendo en cuenta tanto el valor de la coyuntura como el valor de la narrativa, es vital no perder rastro de ninguno de esos factores en la construcción del Estado de Israel y la soberanía nacional judía (que derrama por sobre todos los judíos del mundo). Por un lado, aprovechar cada oportunidad de acuerdos y procesos de pacificación, como los Acuerdos de Abraham; y por otro lado, no perder nunca el hilo del relato sionista, el inspirador y realizador del Israel del cual hoy estamos tan orgullosos.
No por nada estos días de conmemoración y celebración nacional, hitos de la historia moderna del pueblo judío, quedan inscriptos en la cuenta del Omer, en tiempo que transitamos entre la libertad y la ley, en esa metáfora de superación que los cabalistas ven en estas siete semanas. El Sionismo e Israel no son concebibles sin la Shoá, pero representan la gran oportunidad de determinar el futuro del pueblo judío como nunca antes en su historia.
Como sucede en Pesaj, todo aquel que se extienda en relatar la historia sionista, es digno de alabanza.
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