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Parashat Behar

La construcción de una sociedad justa y equitativa con condiciones dignas para todos sus habitantes ha sido siempre el horizonte que marca la Torá. No es casual entonces que, imbuidos por este espíritu, tantos miembros de nuestro pueblo se hayan involucrado tan activamente en los movimientos sociales del siglo XX.

Un claro ejemplo de la perspectiva económica bíblica es la ley del Shnat Haiovel, el Año del Jubileo, que aparece en Parashat Behar. En el capítulo 25 de Sefer Vaikrá (Levítico), la Torá enumera las tres normas que deben aplicarse en el año cincuenta, aquel que llega al completarse siete ciclos de siete años:

La ley del año sabático en donde no se planta ni se cosecha la tierra
La ley del retorno de la propiedad de la tierra a sus dueños originales
La ley de liberación de los esclavos
Gustav Landauer, uno de los principales teóricos del anarquismo a principios del siglo pasado, señalaba al Jubileo como la introducción de la revolución social en La Biblia.

El concepto central que subyace a la legislación del Shnat Haiovel es que la tierra, principal fuente de producción, es posesión de Dios. Tal como el propio texto lo expresa: “La tierra no podrá venderse a perpetuidad, porque la tierra es mía” (vs 23) o, en palabras del salmista (24:1) “A Dios pertenece la tierra y todo lo que contiene.”

De esta forma, la ley del Jubileo, que se aplica solo para la tierra de Israel, pretende restaurar el equilibrio económico primigenio. Al retornar la posesión de la tierra a sus antiguos dueños, se evita la creación de latifundios y se permite a cada individuo obtener su sustento con dignidad. En palabras de Bernardo Kliksberg, Coordinador General de la Iniciativa Interamericana de Capital Social, ética y Desarrollo del Banco Interamericano de Desarrollo:

El mandato bíblico se orienta a posibilitar que todo ser humano tenga acceso al principal bien de producción, y pueda asegurar así su sustento. No puede privársele de ese derecho. Por ello, la tierra no puede ser vendida a perpetuidad. Por otra parte, la divinidad proclama que en definitiva la tierra es su creación y le pertenece, no puede ser expropiada para siempre por seres humanos determinados. Ellos pueden y deben explotarla pero deben tener noción de la temporalidad de sus derechos, y de que deben hacer buen uso de ellos.
Sin embargo, es lógico preguntarse si la ley del Jubileo fue alguna vez puesta en práctica. Más allá de lo “revolucionario” de su planteo, que hace difícil creer en su implementación, hay cuestiones de orden logístico que complicarían su ejecución. Por ejemplo, el hecho de que el año del Jubileo vendría inmediatamente después de un año sabático determina que sean dos años consecutivos sin trabajar la tierra ni comerciar sus productos. Demasiado tiempo.

Los investigadores modernos están divididos. La mayoría cree que se trata de una ley teórica –admirable en su concepción pero imposible en su ejecución–, sustentada en antiguas tradiciones que podemos encontrar en el texto bíblico: Nabot rehúsa vender su propiedad ancestral al Rey Ajav (I Reyes 21) y la obligación de redimir las tierras familiares en la historia de Rut. (cap. 4).

Con el surgimiento del Movimiento Sionista y el retorno del pueblo judío a su heredad, el estudio de las leyes vinculadas a la tierra de Israel cobró nueva vigencia. Como primer Gran Rabino Ashklenazi del Ishuv (comunidad judía) en la Palestina Británica y uno de los mayores exponentes del Sionismo Religioso, Rab Kook reflexionó profundamente sobre el significado de estas leyes. Fruto de ese ejercicio, definió al año jubilar en estos términos:

Un año de calma y de paz, sin amo ni opresor, un año de igualdad y de tranquilidad… El deseo vehemente de la riqueza que es estimulado por el comercio se olvida en el curso de ese año y el hombre torna a su naturaleza esencial. Un espíritu de santidad, de dignidad, impregna la vida entera durante el año del Jubileo”.
Haya sido implementada o no, la ley del Jubileo tiene significativas enseñanzas. Que pueda nuestra reflexión sobre la misma ayudarnos a retomar nuestra “naturaleza esencial” y rescatar el profundo espíritu humanista y redistributivo de dicha ley. En estos tiempos de globalización y capitalismo salvaje, su mensaje continúa desafiándonos: brindar a cada individuo la posibilidad de realizarse por sus propios medios.

Rabino Gustavo Kraselnik

Reproducción autorizada citando la fuente con el siguiente enlace Radio Jai

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