La presencia judía en tiempos de la Revolución de Mayo
En vísperas de cumplirse un nuevo aniversario de la Revolución de Mayo, resulta interesante revisar la presencia judía en los tiempos de la magna gesta. Desde la conquista del Nuevo Mundo por los europeos, en la América hispana y portuguesa se carecía de libertad de culto y de conciencia. Este era el camino por el que se procuraba asegurar la unidad de la fe y el control civil de los reinos ibéricos encriptados en tierra americana.
La Inquisición o el Santo Oficio reinaba a lo largo del continente y los ‘Estatutos deLimpieza de Sangre’ impedían a los conversos o a sus descendientes ocupar cargos en diversas instituciones de índole: religiosa, universitaria, militar, o administrativa. A los conversos se los consideraba limpios de sangre judía recién en la cuarta generación de haber ingresado como nuevos cristianos.
Tamañas restricciones y proscripciones no impidieron una gran emigración de judíos y criptojudíos hacia América en forma clandestina, a pesar que el Estatuto imponía que: ni judíos, ni moros, ni herejes, ni hijo o nieto de quemado, reconciliado o sambenitado podrá ingresar a las Indias.
Durante los últimos años del siglo XV y comienzos del siglo XVI un gran número de portugueses de origen converso o criptojudío circulaba por el cono sur del continente, si bien no hay fuentes fidedignas sobre el arribo y la presencia de estos en el territorio de lo que hoy es la Argentina, el ingreso a Buenos Aires se podía obtener mediante permisos o licencias falsas y hasta se vendían árboles genealógicos que acreditaban la pureza de sangre.
Sobre el primer arribo de judíos a nuestras costas, relata el historiador y cronista José Toribio Medinaque en abril de 1619 llegaron a Buenos Aires ocho navíos con una gran cantidad de pasajeros de origen judío provenientes de Lisboa y de Lima para liberarse de las persecuciones de la Inquisición, quienes pagaron fuertes sumas de dinero a los castellanos para ser traídos disimulados entre los criados y el pasaje en general.
Había un escaso control en esta comarca de las autoridades de la Inquisición, Buenos Aires quedaba lejos y era relativamente pobre en comparación conlas riquezas concentradas en el Alto Perú, con sus minerales preciosos, el desarrollo agrícola y una población indígena esclava.Por lo tanto, para las autoridades porteñas ávidas de comercio y hacer buen dinero, cerraban los ojos y permitían la entrada de los inmigrantes comerciantes portugueses. Decir portugués era prácticamente sinónimo de judío, y éstos encontraban excelente refugio en Buenos Aires, Córdoba y Tucumán.
Son conocidos algunos casos de incidentes con personas de origen portugués en la pequeña aldea de Buenos Aires, como el del maestroJuan Cardoso Pardo, un portugués que llegó en 1613,y el Cabildo ordenó su detención porque no se hallaba lo suficientemente provisto de fe cristiana. Fue suspendido en su puesto, despedido y entregado al Tribunal de la Santa Inquisición de Lima.
Otro registro interesante da cuenta de los reglamentos de la fundación del Real Colegio de San Carlos (el Colegio Nacional Buenos Aires), que en 1772 estipulaba que los alumnos debían ser: hijos legítimos que sepan leer y escribir, suficientemente cristianos viejos, limpios de toda mácula y raza de moros y judíos.
Los cristianos nuevos que llegaban de Brasil, fruto del contrabando, no eran molestados, pero aquellos cristianos sospechosos de ser judaizantes eran perseguidos por la Inquisición, como la conocida historia del médico Francisco Maldonado da Silva o EliahuHanazir, un médico que vivió entre las actuales Argentina, Chile y Perú y fue acusado de judaizante y hereje por la Inquisición, condenado y ejecutado en la hogueraen Perú.
Si bien no hubo en nuestro país un tribunal del Santo Oficio como en Lima, los comisarios destacados por estos lares eran suficientes para encontrar a judíos o conversos, organizar los sumarios y enviar a los presos a las cárceles limeñas y sacrificarlos en sus quemaderos. Las acusaciones eran las usuales, a unos por santificar el sábado, a otros por llevar a cabo ritos judíos en lugares ocultos de sus casas, o de haber ultrajado imágenes del culto cristiano en ceremonias secretas.
Es difícil calcular la cantidad de judíos que ingresaron al territorio argentino en la época colonial, pero a juzgar por los procesos de la Inquisición, la inmigración hebrea fue importante en esta época, si bien no fue colectiva ni libre como después de la emancipación. Hay un profuso registro sobre procesos y torturas en diferentes localidades de la Argentina durante este período.Los Autos de Fe eran frecuentes además de ser una ceremonia conocida para la sociedad de entonces. Se estima que sobre un total de diez mil habitantes que tenía Buenos Aires, más de la mitad eran portugueses, cuya mayoría estaba conformada por cripto judíos.
El 25 de mayo de 1810 con la destitución del virrey Cisnerosse inició la emancipación criolla, pero a pesar de la liberación del yugo español provocada por la Revolución de Mayo, continuaron produciendose hechos que muestran que el imperio de la Inquisición seguía vigente. Hayvarios documentos que atestiguan su vigencia: el 16 de julio de 1810 Mariano Moreno accedió a remitir a Lima a un preso para que sea juzgado por el Santo Oficio, y Bernardino Rivadavia tuvo que afrontar un caso similar en 1812.
Es la Asamblea Constituyente de las Provincias Unidas del Río de la Plata de 1813 quien produce los grandes cambios. El 24 de marzo la Asamblea dictó el decreto que declara explícitamente extinguidala autoridad del Tribunal de la Inquisición en todos los pueblos del territorio de las Provincias Unidas del Río de la Plata.
Por esos años, las familias criptojudías se fueron olvidando de su origen y lograron ser aceptadas por la población. Gran parte de los descendientes de estos inmigrantes se dedicaron al comercio y a diversas actividades productivas, como la platería, la carpintería ribereña y la actividad agropecuaria. Finalmente estos inmigrantes se integraron a la sociedad casándose con las hijas y nietas de los primeros vecinos dando origen al patriciado argentino.
Si bien varios descendientes de judíos conversos participaron de la proeza libertadora de Mayo,su condición judía por aquel entonces resultaba borrosa y diluida que hacía de las Provincias del Río de la Plata un enorme territorio con escasos judíos. Como lo afirma el historiador Enrique de Gandia, el ingreso de los inmigrantes prohibidos durante los tiempos coloniales le entregóalpaís descendientes considerados como argentinos de pura cepa.
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