Turquía y la cuestión Kurda en relación al rechazo al ingreso de Suecia y Finlandia a la OTAN, la punta del iceberg
Por Luis FuensalidaNo se puede negar que el conflicto entre Rusia y Ucrania, está reconfigurando el escenario geopolítico tanto global, si atendemos a la puja entre los EE.UU. y China, y particularmente en lo que hace a Europa, por eso en la columna de hoy, voy a abordar el rol de Turquía respeto a su posición de no aceptar el ingreso a la OTAN de Suecia y Finlandia, argumentando su presidente Recep Tayyip Erdogan, que “…se han comportado casi como una casa de huéspedes para organizaciones terroristas…”, en clara alusión a miembros del PKK, el Partido de los Trabajadores del Kurdistán.
Es por esto, que me parece necesario comenzar por realizar un breve reseña del “Problema Kurdo”, un pueblo de la etnia iranio que ocupa la región de Asia Noroccidental, el Kurdistán, que se extiende a través del norte de Irán, Irak y Siria, y la franja oriental de Turquía, siendo la minoría étnica más numerosa en el Oriente Medio, estimativamente unos 45 millones, que posee su propia lengua, el kurdo, con dialectos según sean las regiones, por ejemplo, el kurmanij en Turquía y Siria o el sorani en Irak e Irán, pero que sin embargo, no han podido establecer su propio Estado Nación.
En este sentido, durante la guerra entre Turquía y Persia, entre 1730 y 1736, los kurdos se aliaron a los otomanos, pues el entonces sultán Mahmud I les había prometido una mayor soberanía, y ya en el Siglo XX, tras la 1ª Guerra Mundial, si bien el Tratado de Sevres, de agosto de 1920, propiciaba la creación de un Estado Kurdo en la región oriental de Anatolia, el Acuerdo nunca entró en vigencia y motivó el rechazo turco encabezado por el Gral. Mustafá Kemal, padre de la Turquía moderna, por lo que tras el final del conflicto greco-turco, se firma el Tratado de Lausana, junio de 1923, donde las potencias occidentales para evitar que la joven República de Turquía fuera atraída por la URSS, se delinearon las actuales fronteras nacionales turcas, y el sueño de un Estado Kurdo se disipó y se inicia la pesadilla kurda, en particular de quienes residían en Turquía, mientras que el resto del pueblo kurdo, tanto en Siria, Irak e Irán, quedaban bajo la autoridad de los gobiernos de estos tres países, en una palabra, el Kurdistán sobrevivió sólo como una expresión geográfica.
Al finalizar la 2ª Guerra Mundial y con la creación de la ONU, los kurdos solicitan su independencia, nace así la República de Mahabad, en Irán, con una existencia efímera, sólo un año.
Y es en este contexto que en 1978, Abdullah Ocalán, político e intelectual nacionalista kurdo, funda en Turquía el PKK, el Partido de los Trabajadores del Kurdistán, el que llegó a contar con más de 50 mil militantes y con 10 mil combatientes, quienes iniciaron una guerra de guerrillas contra el gobierno de Ankara, conflicto que se extendió hasta 1999, cuando fue arrestado su líder y depusieron las armas, pero que ocasionó más de 40 mil muertos y casi 3 mil pueblos kurdos destruidos, una herida que aún sigue abierta.
En los primeros años del Siglo actual, Turquía en pleno proceso de adhesión a la U.E., su parlamento implementó reformas para posibilitar una apertura a la cultura kurda, como permitir el uso de su lengua, incluso en algunos medios de comunicación pública y un compromiso para respetar los DD.HH. en relación a la minoría kurda residente en Turquía, sin embargo, y más allá que en el 2016 se celebró la XII Conferencia Internacional del Parlamento Europeo, se trató la cuestión, U.E., Turquía y los Kurdos, la situación no mejoró, por el contrario, se reactivó el conflicto armado entre el gobierno turco y los grupos terroristas kurdos que responden a PKK, conocidos como YPG, Unidades de Protección Popular, que se estima que cuenta con unos 30 mil combatientes, y es por esto, que tanto el brazo político, PKK y el militar YPG, son considerados como una Organización Terrorista, no sólo por Turquía, sino también por la U.E. y los EE.UU., y cuyos objetivos son la independencia del Kurdistán y el autogobierno en zonas de mayoría kurda, e ideológicamente sintetizan elementos tanto del Marxismo como del Anarquismo.
En cuanto a la diáspora kurda en la U.E. es de unas 2,5 millones de personas, algunas con status de refugiados o asilados, y puntualmente, en el caso de Suecia hay más de 83 mil, siendo el tercer país con presencia kurda en la eurozona, por detrás de Francia y Países Bajos, mientras en el caso de Finlandia, sólo contabiliza unos 14 mil kurdos residiendo en este país.
En este contexto, el presidente turco Recep Tayyip Erdogan ha declarado reiteradamente que “…no tiene un enfoque favorable…” al ingreso a la OTAN de Suecia y Finlandia, lo que traba el proceso, puesto que se necesita la unanimidad de todos los socios de la Alianza Atlántica para que un país pase a ser parte de ella.
Pero las razones de Turquía al veto, no son sólo por el accionar del PKK y su brazo armado YPG, dentro y fuera del país de los estrechos, también apunta al movimiento opositor liderado por Fethullah Gulen, un teólogo musulmán moderado y empresario turco de 81 años, creador del grupo Hizmet, que en el pasado fuera aliado del presidente turco Erdogan, hasta que en el 2013 se rompió aquella sociedad por las acusaciones de Gulen sobre la corrupción del gobierno cuando Erdogan era 1er ministro, e impulsó protestas populares, lo que le valió ser acusado de intentar desestabilizar al gobierno y ya en el 2016, el mismo Erdogan lo imputó de estar detrás de aquel supuesto golpe de Estado, pese a que Gulen hacía tiempo que se encontraba exiliado en los EE.UU., donde reside en Saylorsburg, Pennsylvania, y sobre quien pesa un pedido de la Justicia turca de extradición al que Washington no ha accedido, pese a que Turquía considera a Gulen y a su movimiento Hizmet como terroristas, por lo tanto esta arista en el veto turco apunta directamente a la negativa de las distintas administraciones estadounidenses de extraditar al citado religioso y empresario.
Más allá del histórico conflicto con los kurdos, la postura de Erdogan respecto a Gulen y su movimiento, refleja el deterioro de la democracia en el último decenio y la confirmación de un régimen autoritario en Turquía, algo que ha quedado reflejado en el Informe de la Comisión Europea del año ppdo., donde se señala, “…graves deficiencias en el funcionamiento de las instituciones democráticas de Turquía…”, una piedra más en el camino del proceso de ingreso de este país a la U.E., el que se halla congelado desde la crisis de los refugiados del 2016, y muestran las delicadas y tensas relaciones entre Ankara y Bruselas.
Pero además de estas dos razones esgrimidas por Turquía, hay también una tercera, que se relaciona directamente con las sanciones impuestas por los EE.UU. y con levantar las restricciones a la adquisición de insumos importantes para el sector de la Defensa, una medida que contó en el 2019 con el apoyo de Suecia y Finlandia, luego que Ankara llevara a cabo las incursiones punitivas contra el YPG en el norte de Siria, por lo que Erdogan ha declarado que los embargos de armas e insumos no son compatibles con los fines y objetivos de la alianza militar, y finalizó con una frase concluyente y dirigida a los países bálticos, “…la posición de Suecia y Finlandia respecto a las preocupaciones y consideraciones de seguridad nacional de otros países, con los que les gustaría ser aliados, determinará hasta que punto Turquía querrá ser aliada de esos Estados…”.
Como se puede deducir, la llamada Cuestión Kurda, es uno de los factores que públicamente esgrime Turquía para fundamentar su oposición al no ingreso de Suecia y Finlandia a la Alianza Atlántica, de la que Ankara es parte desde 1952 y que en el presente pasa por el momento más delicado de sus relaciones, sin obviar la importancia geopolítica para la OTAN y su proyección estratégica en el litoral del Mar Negro y el Cáucaso que representa Turquía, y por supuesto su rol clave en Oriente Medio, donde justamente Ankara a partir de su visión Neo-otomana, busca conformar un liderazgo regional y una menor dependencia de la Alianza, sin que esto implique dejar ser parte de la misma, si bien recordemos, que ya antes, Turquía se ha mostrado renuente a operaciones o decisiones de la OTAN, como lo fue en el 2011 respecto al cierre del espacio aéreo de Libia, o en la demora de unirse a la coalición contra el Estado Islámico habilitando las bases de la Alianza en suelo turco, que recién operaron para el 2015, tras la presión de Washington, y sin olvidar también que hasta el presente el gobierno de Erdogan se ha negado a la existencia de bases de la OTAN sobre el litoral del Mar Negro, considerando que es un espacio geopolítico exclusivo y excluyente de Rusia y Turquía, aunque por otra parte, colaboró en la Fuerza Internacional Multinacional en Afganistán, hasta el retiro de esta coalición en agosto del año ppdo.
Finalizando la columna de hoy, hay que señalar que el gobierno de Erdogan en relación al conflicto en Ucrania, le envía a Putin una señal de vedada neutralidad, más allá de la prolongación de la guerra y las presiones de sus socios de la OTAN, evidenciando que Ankara quiere mantener una relativa pero importante alineación con la U.E. y con EE.UU., pero no de manera automática, lo que implica el interrogante geopolítico de que si la Turquía de Erdogan se maneja sólo por el pragmatismo o bien girará hacia un alineamiento euroasiático, y esto sin olvidar las recurrentes crisis greco turca que es más que Chipre, sino que se relacionan con los RR.NN. como los yacimientos submarinos de gas, que también involucra a otros actores como Egipto, Israel, Líbano y Siria, me refiero a la cuenca del Mediterráneo Oriental, a lo que se suma el petróleo de Libia, y también agrego, el trayecto del ducto energético que atraviesa Turquía procedente de Azerbaiyán, y obviamente que el país de los Estrechos está en la Nueva Ruta de la Seda, el megaproyecto de China, y entonces, es por todo lo reseñado, que habrá que esperar a la reunión de la OTAN a finales de junio en España para ver si Turquía mantiene su veto o lo cambia, si le otorgan las concesiones que exige, por eso nunca tan aplicable la frase, “…no hay amigos ni enemigos permanentes, sólo intereses permanentes…” .-
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