La masacre en el patio del garaje de Lietukisen Kaunas
El 27 de junio de 1941, a tan solo cinco días después que Hitler comenzara la Operación Barbarroja, la invasión de Alemania a la URSS, tuvo lugar en el patio de un garaje de Lietukisenla ciudad de Kaunas (Kovno), Lituania, la masacre de 57 judíos que fueron asesinados por nacionalistas extremistas lituanos. Estas acciones llevadas a cabo por la población local, y plagadas de crueldad y brutalidad, fueron bautizadas por los nazis como ‘actos espontáneos de autolimpieza’.
A partir de la retirada soviéticade Lituania, el país fue prácticamente barrido por un nacionalismo lituano violentoy desenfrenado, en gran parte, dirigido contra los judíos. Grupos civiles de afiliación antisoviética nacionalista y fascista, iniciaron acciones comunes con los alemanes tan pronto como entraron en territorio lituano. Una unidad de estos insurgentes encabezada por Algirdas Klimaitis, un anticomunista y acérrimo antisemita,formó una unidad paramilitar de aproximadamente 600 miembros,que participaron en enfrentamientos armados contra el ejército soviético por el control de Kaunas. En la tarde del 23 de junio de 1941, la mayor parte de la ciudad lituana estaba en manos de estos insurgentes
El 24 de junio, cuando aún los alemanes no habían organizado su administración, los nacionalistas lituanos comenzaron la persecución masiva de judíos. En la noche del 25 al 26 de junio, se produjo el Pogromo de Kaunas, los miembros de la milicia lituana dirigida por Klimaitis e instigado por Franz Walter Stahlecker, oficial de mando del Einsatzgruppe A, asaltaron las casas del suburbio judío y asesinaron a unos 800 judíos.
Durante la jornada del 27 de junio los nacionalistas extremistas, también conocidos por su nombre, ‘brazaletes blancos’ (en lituano: Baltaraisciai),arrestaron indiscriminadamente a unos 60 judíos y los llevaron al patio de un garaje de vehículos agrícolas de la Cooperativa de Mecanización Agrícola de Lituania,en la avenida Vitautas 43, en el centro de la ciudad.
En ese lugar, los nacionalistas torturaron y asesinaron brutalmente a los judíos, uno por uno, golpeándolos con barras de hierro o palos de madera y, en algunos casos, vertiéndoles agua por la boca con mangueras hasta ahogarlos. Mientras tanto, los alborotadores que custodiaban a los judíos cautivos ordenaban a los próximos grupos de víctimas en la fila. Las decenas de asesinatos duraron varias horas, y todo se realizó frente a una gran multitud de lituanos, incluidos mujeres y niños, que vitoreaban la acción.
El horror del evento quedó bien documentado y fotografiado por varios testimonios, tanto por fuentes alemanas como lituanas que registraron los hechos, como la serie de fotografías tomadas por el soldado alemán Wilhelm Gunzilius, fotógrafo de profesión, quien dio un testimonio detallado sobre la masacre, así como las fotos que tomó, en una declaración realizada por la Oficina Central del Ministerio de Justicia de Alemania Occidental el 11 de noviembre de 1958.
De los varios y detallados testimonios presentados en los juicios después de la guerra, quiero detenerme en el testimonio que dio el coronel alemán Luther von Bischoffhausen, que había llegado ese día al cuartel general. En su declaración jurada que entregó el 19 de abril de 1959, relató:‘Llegué a Kovno en la tarde del 27 de junio de 1941. Mientras patrullaba la ciudad me encontré con una multitud de personas que se habían reunido junto a una estación de servicio para observar que estaba sucediendo en el patio adyacente. Había mujeres en la multitud y muchas de ellas se sentaron en sillas y cajones para que ellas y sus hijos pudieran ver mejor el ‘espectáculo’ que se estaba llevando a cabo en el patio de abajo. Al principio pensé que esto debía ser una celebración de la victoria o algún tipo de evento deportivo debido a los vítores, aplausos y risas que seguían estallando’.
[…]‘Cuando me acerqué, presencié una muestra de brutalidad que no tenía paralelo con lo que vi en combate durante dos guerras mundiales.En el patio de cemento delantero de la gasolinera estaba parado un hombre rubio de 25 años promedio, apoyado contra un palo de madera, descansando… A sus pies yacían unas quince o veinte personas muertas o agonizantes. El agua que fluía de una manguera enjuagó la sangre hacia la abertura del desagüe. A unos pasos de distancia, una veintena de hombres custodiados por civiles armados esperaban su cruel ejecución en silenciosa sumisión. El siguiente hombre avanzó en silencio, en respuesta a un breve movimiento de mano del hombre rubio, y luego fue golpeado hasta la muerte con un palo de madera de la manera más bestial, con cada golpe que le asestaba era acompañado de gritos entusiastas de la multitud.El comportamiento de los ciudadanos, incluidos mujeres y niños, fue increíble,una vez que el montículo de los cuerpos a sus pies llegó a los cincuenta, el asesino fue a buscar un acordeón, subió a la parte superior de la pila de los cadáveres y tocó el himno nacional lituano, y la gente comenzó a cantarlo al son del acordeón’.
En su relato el coronel puntualiza,‘[…]La gente ya sabía de estas ejecuciones… Me explicaron que se trataba de acciones aparentemente espontáneas por parte de la población lituana… que deberían verse como asuntos completamente internos que el estado lituano tuvo que lidiar, es decir, sin la intervención militar alemana, que solo observaba pasivamente desde un costado sin intervenir’.
Para el 28 de junio de 1941, según Stahlecker, 3.800 personas habían muerto en Kaunas y otras 1.200 en los pueblos de los alrededores de la región. Los hombres de Klimaitis destruyeron varias sinagogas y unas sesenta casas judías. Después de la guerra, Klimaitis se mudó a Hamburgo, Alemania, donde fue descubierto a fines de la década de 1970, sin embargo, murió en 1988 antes de que el caso pudiera llevarse a juicio.
Hoy al cumplirse 81 años de esta masacre, resulta central explicar que la Shoá no se desarrolló solamente en los campos de exterminio, o en los guetos, o por la acción de los Einsatzgruppen, entre otros varios factores. Miles de ciudadanosde los países ocupados por la Alemania nazi colaboraron o fueron parte del exterminio: al denunciar a sus vecinos, o extorsionar a quienes se escondían o participar directamente de las matanzas.
Hechos como el del garaje de Lietūkis, y otros similares, son las ‘verdades históricas’ de la Shoá que tanto gobiernos como intelectuales pretenden en el presente borrarlas al reescribir un relato que niega la realidad de los hechos,al argumentar que sectores de la sociedades europeas no colaboraron o fueron cómplices de los nazis en el exterminio de los judíos. No solamente están interesados en elaborar un relato tendencioso sino que el mismo representa la antesala del negacionismo,y al negar los hechos o desvirtuarlos,legitiman el empoderamiento del antisemitismo de nuestros días.
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