Parashat Balak
Cuando el pueblo de Israel vivía aun en el desierto y se dirigían a la tierra de Israel, acamparon en los llanos de Moav, al otro lado del Jordán cerca de la ciudad de Jericó.
Balak, el rey de Moav había escuchado sobre el avance y las victorias de Israel, y temió ser derrotado. En lugar de concentrarse y pensar una estrategia militar, decidió contratar un mago para maldecir al pueblo de Israel. Seguramente pensó que la maldición pronunciada contra Israel iba a debilitar al pueblo y Moav iba a tener oportunidad de vencerlos.
Dios se reveló en sueños a Bilam y le prohibió ir a Moav. Le dijo que al pueblo de Israel no es posible maldecirlo. Entonces Bilam invitó a los mensajeros del rey de Moav, a pasar la noche en su casa, con la esperanza de que Dios cambie de parecer.
Finalmente Dios le permitió ir con los mensajeros de Balak, pero con la condición de hacer solo lo que ÉL le diga.
A la mañana siguiente Bilam montó sobre su asna y marchó con los mensajeros de Balak hacia Moav.
En el camino la asna vio al ángel de Dios blandiendo una espada en la mano, por eso se desvió del camino mientras Bilam la castigaba para que continúe. Pero como el ángel de Dios con la espada continuaba allí, la asna se apretujó contra una de las cercas y quedó allí atrapada también la pierna de Bilam. Aunque Bilam la golpeó tres veces la asna no pudo continuar y se echó debajo de Bilam.
Dios abrió la boca de la asna y dijo a Bilam: ¿Qué te hecho yo para que me golpees tres veces?
¿No soy acaso tu asna sobre la que has cabalgado tanto tiempo hasta hoy?
Bilam se negó a aceptar todo lo que escuchó, hasta que Dios le abrió los ojos a Bilam, y vio el mismo el ángel con la espada desenvainada en la mano.
El ángel habló y le dijo a Bilam: castigaste a la asna que me vio y quiso apartarte del peligro, si ella no me esquivaba, te mataba a vos y ella se salvaba. Recién ahí Bilam admitió su error.
¿Cuál fue su error?
Bilam tenía su propia idea con respecto al vínculo que el ser humano establece con Dios, y la Torá aparentemente tiene lo que decir al respecto.
La Torá nos cuenta en detalle las acciones y las palabras de Bilam, quizás porque su estilo y sus cualidades están en nosotros, en la mayoría de las personas.
¿Cuántas veces nos encontramos con la asna de Bilam en nuestras propias vidas?
¿Cuántas veces nos enojamos con personas que nos ofendieron, sin analizar sus intenciones, sin preguntarles sus propósitos?
Yo creo que estudiar sobre Bilam no es estudiar una historia que ocurrió una vez hace mucho tiempo, en aquellos días, sino es pensar que nos pasa a nosotros, a cada uno de nosotros en nuestros días.
Evidentemente Bilam conocía la importancia de las acciones en el vínculo entre el hombre y Dios.
Porque les dijo a los mensajeros:”Aunque Balak me de su casa repleta de plata y de oro no puedo transgredir la palabra de Dios”
Lo que cuenta es la acción, lo que se ve y el mundo interno, la intención (en ivrit la kavaná) es lo que sentimos y es nuestro.
Bilam durante todo el trayecto tuvo la intención de maldecir, creía que mientras sus acciones aparentaban seguir los criterios de Dios no había crítica posible hacia él.
Pero la narrativa bíblica a través de la asna nos viene a enseñar que ese camino, el de Bilam no es el correcto.
Bilam juzgó a la asna por sus acciones que aparentan abuso y rebeldía de su parte contra Bilam.
Recién cuando Dios abrió los ojos de Bilam y escuchó las palabras del ángel de Dios que le dijo: “Si ella no me hubiera esquivado te habría matado, dejándola a ella con vida” Bilam entendió que la asna lo salvó. La acción de la asna fue aparentemente hostil, pero su intención real fue buena.
En este caso Bilam no pudo ver la intención y solo se limito a la acción.
Debería haber estado agradecido a la asna rebelde porque le había salvado la vida.
Pensemos en el Bilam que está dentro de nosotros: ¿Cuántas veces nos encontramos con la asna de Bilam en nuestras propias vidas?
¿Cuántas veces nos enojamos con personas por acciones que nos dolieron y molestaron y no tuvimos la grandeza y honestidad de analizar la intención ¿quizás fue para nuestro bien?
Es más fácil juzgar por la acción aparente, por lo externo y lo que está a simple vista. Pero cada uno de nosotros sabe muy bien y conoce su propia intención, sus sentimientos y pensamientos.
Con toda la importancia que tiene la acción en nuestra tradición, la Torá no se priva de exponer lo importante que es lo interior, y resalta el valor de la kavaná que debe acompañar la acción.
¡Shabat Shalom Umevoraj!
Rabina Judy Nowominski
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