El cierre de Nord Stream I – Ricardo López Göttig

Aún cuando ya no ocupe las primeras planas de los grandes medios de comunicación, la guerra continúa en Ucrania, específicamente en su parte oriental, ocupada por el ejército ruso. Si bien la fuerza invasora ha entrado en una suerte de pausa, para renovar los efectivos combatientes, no por ello ha dejado de bombardear objetivos civiles en algunas ciudades de la región del Donbas. Claramente, las señales indican que el régimen de Vladímir Putin continuará con la guerra y que de ningún modo retrocederá, a pesar de que no logró voltear al gobierno de Zelensky, y de que Ucrania fue aceptada como candidata a integrar la Unión Europea. Las advertencias contra Suecia y Finlandia por su ingreso a la OTAN han quedado como bravuconadas sin consecuencias, rebajando el valor de sus palabras.

Pero esta semana se cierra, por mantenimiento programado, el gasoducto Nord Stream I, que provee de gas a la República Federal Alemana. Si bien es de carácter técnico, el temor es que se trate de un cierre permanente del grifo, lo que provocaría serios daños a la locomotora económica de la Unión Europea, dependiente de esta fuente energética proveniente de Rusia. No sólo hay una revalorización de la energía nuclear en Europa, sino que se está preparando el ahorro de energía con vistas al invierno. Ese jugador que es Vladímir Putin, de facciones indescifrables, está utilizando un naipe que se cierne sombrío sobre Alemania y otros países de la región, que a su vez puede provocar un efecto dominó de recesión en la Unión Europea. La perspectiva de un invierno boreal sin el gas proveniente de Rusia, a pocos meses, genera incertidumbre en el bloque occidental.

¿Podrá Vladímir Putin doblegar a las naciones europeas a aceptar el hecho consumado de que la parte oriental de Ucrania está bajo dominio ruso, y que de facto permitan la existencia de las pseudo repúblicas de Lugansk y Donetsk? Presume que los ciudadanos de Europa occidental y central, con altos niveles de vida y acostumbrados al consumo, no estarán dispuestos al racionamiento y que, por consiguiente, los gobiernos terminarán inclinándose ante la fuerza. Como en tantas otras veces, y así lo ha demostrado desde febrero de este 2022, es muy probable que Putin y los líderes del Kremlin estén subestimando la capacidad de respuesta del bloque occidental y se lleve una sorpresa.