Acto de la Juventud a 28 años de “ver como todos los que quisieron buscar justicia se encontraron sin respuesta, algunos silenciados y otros desilusionados”
Como todos los años los jóvenes de la comunidad judía argentina se autoconvocaron en Pasteur 633 la noche anterior al día del aniversario del atentado a la AMIA para asistir a un acto a fines de pedir Memoria y Justicia por las 85 víctimas del ataque terrorista a la mutual. Por ello, unos minutos después de las 19 horas del día domingo, se le dio inicio al acto de la Juventud en el 28 aniversario desde el atentado.
Este año, la ceremonia fue titulada “Cicatrices con Historias” en referencia a la herida que continúa abierta tras 28 años de impunidad. Veintiocho “años de ver como todos los que quisieron buscar justicia se encontraron sin respuesta. Algunos silenciados y otros desilusionados. Parece ser que el acto terrorista más grande de nuestra nación tendría una especie de impunidad garantizada, y la justicia sigue colaborando en marcar ese camino oscuro”.
El acto, organizado por La Juventud, fue conducido por el presentador, actor y guionista Sebastián Wainraich y contó con numerosas intervenciones artísticas y audiovisuales. Entre ellas, se destacó un discurso de Gabriela Rodriguez, quien perdió a su madre cuando tenía tan solo 8 meses de vida y este año alcanzó la misma edad que su progenitora tenía al momento de su muerte, 28 años.
Entre otras intervenciones, a fines de individualizar el valor de la vida de cada una de las víctimas, se leyó el nombre de cada una de ellas junto con las características que las diferenciaban como individuos particulares. Por otra parte, el ensamble musical de ORT a modo de homenaje interpretó “La Memoria” de León Gieco y “No se borra” de Conociendo Rusia.
A continuación, se inserta el discurso que dio inicio al Acto de la juventud:
Hace 28 años, en el mismo lugar donde hoy estamos parados, ocurría un acto inexplicable, incapaz de ser pensado por ninguno de nosotros, algo que dejó una cicatriz enorme en miles de personas, en nuestra comunidad y en todos nuestros corazones. Cicatrices en historias de vida, en la historia de Jorge, de Romina y en las historias de 85 víctimas que el atentado se llevó. Familias y grupos de amigos destruidos, la cicatriz nos atraviesa a todos: a través de recuerdos, pensamientos, actos, y una vez más con mucha impotencia nos reunimos por la falta de justicia.
A pesar de todo esto, vernos, a la juventud, comprometidos realmente emociona. Levantando nuestras voces y diciendo todos juntos presente. Emociona la manera en la que recordamos con conciencia, comprometidos con la transmisión , imponiendo una voz que no negocia ante el silencio de la impunidad. Somos incansables y sabemos mejor que nadie que hoy tenemos la bandera de la memoria en nuestras manos, sabemos que esto no puede quedar en el olvido.
No es lo mismo estar o no estar, con la pandemia entendimos que acercarnos a Pasteur 633 no es marcar presencia, sino dejar nuestra huella. No es lo mismo conocer o no conocer la historia de las inocentes víctimas del atentado. No da lo mismo si transmitimos o no qué fue lo que sucedió aquel 18 de julio de 1994. Desde hace 28 años estamos esperando una sentencia que parece nunca llegar. Años de ver como todos los que quisieron buscar justicia se encontraron sin respuesta. Algunos silenciados y otros desilusionados. Parece ser que el acto terrorista más grande de nuestra nación tendría una especie de impunidad garantizada, y la justicia sigue colaborando en marcar ese camino oscuro.
Tenemos un rol clave, trascendental y con mucha más influencia de la que tal vez creemos. Muchos de los que estamos acá presentes tenemos la posibilidad de semana a semana realizar actividades para muchísimos niños, niñas y adolescentes. Esto nos abre la posibilidad de transmitirle a nuestros janijim lo sucedido en AMIA, no lo pensemos como algo rutinario porque para nuestros janijim puede ser algo nuevo, raro y desconocido. Es fundamental comprender la importancia que tenemos los educadores para transmitir estos valores y explicar lo sucedido. A pesar de que todos nosotros hayamos nacido después del atentado, la misión de transmitir hoy es nuestra.
Quedémonos con esta imagen, entendamos que nosotros somos el motor activo de esta protesta, que busca verdad y justicia teniendo también como objetivo siempre la memoria activa. Estamos acá porque queremos y merecemos ser escuchados, estamos acá para que sepan que la juventud no olvida, y que año a año nos reunimos para intentar vencer a la impunidad porque la cicatriz que causaron en la sociedad Argentina todavía no sana. La indiferencia y la impunidad lo único que hacen es profundizar el dolor de familias, de la comunidad y de la sociedad. Demostremos con mucha fuerza que una vez más, la juventud no bajará los brazos, que seguimos y seguiremos transmitiendo, que hoy, acá, juntos exigimos justicia. Este año volvimos a las calles más juntos que nunca.
Redacción Tomás Polakoff
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