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¿Los intereses de EE.UU. coinciden o no con los de Israel, Arabia Saudita y los demás países árabes?

El jueves de la semana pasada, el presidente Joe Biden y el 1er ministro Yair Lapid firmaron en Jerusalén, la declaración conjunta de Asociación Estratégica entre EE.UU. e Israel, un documento por el que Washington se compromete en impedir que la República Islámica de Irán obtenga armas nucleares, utilizando para ello todo su poder, que en el campo diplomático se expresa a través de los esfuerzos necesarios para que el Acuerdo Nuclear del 2015 sea restaurado, aunque, el presidente estadounidense agregó, “…que no significa que se vaya a esperar para siempre a Irán…”.

La posición de Israel respecto al tema del Acuerdo, no es compatible con la de Washington, pues se opone a la firma de un Acuerdo con Irán que se relacione con el programa nuclear iraní, e incluso el 1er ministro israelí advirtió que la diplomacia no basta para frenar a Teherán en su objetivo de hacerse de armas nucleares, y agregó, “…la única forma de detenerlos es colocar una amenaza militar creíble en la mesa…”.

En su visita, Biden se reunió también con el presidente de Israel, Isaac Herzog y con el ex 1er ministro Bibi Netanyahu, quién le ratificó su oposición al Acuerdo del 2015.

También, el presidente estadounidense se reunió con el presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abbas, en la ciudad de Belén, Cisjordania, y le expresó, que si bien es partidario de la coexistencia de dos Estados, aún no están dadas las condiciones para el relanzamiento de las negociaciones israelí – palestinas, que se encuentran en un punto muerto desde el 2014, pero si se comprometió para un esclarecimiento completo del evento en que fue muerta la periodista palestina – estadounidense, Shireen Abu Akleh, ocurrido en mayo pasado en Jenin, cuando realizaba una nota para la cadena Al Jazeera y se produjo un enfrentamiento armado entre miembros de las FDI y terroristas palestinos.

Tras su visita a Israel, a bordo del Air Force One, el presidente Biden concretó un histórico vuelo desde Israel al Reino de Arabia Saudita, histórico por que fue la primera vez que se realizó un trayecto directo que unió los aeropuertos de Ben Gurión y el King Abdulaziz, Yeda.

Su visita al Reino tuvo como objetivos, que los saudíes aumenten la producción de petróleo, y de este modo se logre una baja del precio de los combustibles, y también, lograr un acercamiento entre Israel y Arabia Saudita, en el marco estratégico regional, habida cuenta de la amenaza que representa la República Islámica de Irán.

En relación a este último punto, se pueden señalar dos actos positivos, por el lado israelí, la transferencia de dos islotes de valor estratégico para Riad en el Mar Rojo, se tratan de Tirán y Sanafit, mientras que por el lado saudí, la apertura de su espacio aéreo a todas las aerolíneas, incluidas las de Israel.

Estas acciones, son una posibilidad cierta para el acercamiento entre el Estado Judío y la Monarquía Hashemita, más allá que extra oficialmente, ambos países ya lo han hecho en operaciones militares contra los Hutíes, proxy  de Teherán en el conflicto en el Yemen.

Durante su estadía, Biden se entrevistó con el rey Salman Ibn Abdulaziz y con el príncipe heredero, Mohamed Ibn Salman, quién es sospechado por Washington como quién estaría tras el asesinato del periodista saudí, Jamal Khashoggi, en octubre del 2018, en Turquía, algo que Riad ha negado toda responsabilidad directa del príncipe.

Obviamente, la reunión entre Joe Biden y Mohamed Ibn Salman, si bien marcó el punto más significativo de la visita del presidente estadounidense, fue criticado no sólo por organismos de DD.HH., que imputan a la monarquía saudita de graves violaciones y durísimas represiones a grupos políticos opositores, sino que también, recibió ácidos comentarios de quién fuera la pareja del periodista saudi asesinado, la ciudadana turca Hatice Cengiz.

Ahora bien, reseñada la gira del presidente Biden, a la que algunos vemos como una visita oficial a Arabia Saudita con escala en Israel, como forma irónica de clasificar las prioridades de Washington, pasaré a exponer algunas reflexiones.

Primero, Irán y su visión hegemónica de Oriente Medio, se traduce a través del accionar terrorista de sus proxies, Hezbollah, Hamas, Yihad Islámica y los Hutíes, también por su presencia e inversiones en Siria, en su ambición de hacerse con armas nucleares, para lo cual ya posee una cantidad importante de Uranio enriquecido, 3,8 Kg., suficiente para fabricar un arma nuclear, y sin olvidar su alianza estratégica con Moscú, que se vio reflejada  en la reunión del 19 del actual en Teherán de los presidentes Vladimir Putin, Recep Tayyip Erdogan y el anfitrión, Ebrahim Raisi, quienes en el marco del proceso de paz de Astaná, trataron la situación de Siria, pero también en una bilateral, los presidentes ruso y turco, abordaron la creación de corredores para la exportación de cereales de Ucrania, con lo cual se puede dimensionar las preocupaciones de Washington que no se limitan estrictamente al escenario de Oriente Medio, sino que también abarca el marco global por los efectos adversos que esta provocando el conflicto ucraniano en el campo económico, sea en el sector de materias primas como también en la producción de combustibles fósiles y los precios de los mismos, y no olvidemos que Irán es uno de los principales productores de petróleo, pues por todo esto, Irán es una preocupación para los EE.UU., y una de las acciones posibles es, buscar la consolidación de una alianza defensiva colectiva integrada por todos los países árabes e Israel, una especie  de OTAN de Oriente Medio, de gran valor estratégico, y de donde resulta un importante y positivo antecedente, los Acuerdos de Abraham del 2021.

Segundo, veamos ahora el rol de Israel, para lo cual valiéndome de la Historia, recuerdo que durante la Guerra Fría, Israel fue un aliado importante, un Estado Llave, para los EE.UU. y la OTAN, en la contención y neutralización de las acciones de los soviéticos y sus proxies árabes en el escenario de Oriente Medio, y hoy, cuando parece reeditarse una Nueva Guerra Fría, Israel vuelve a ser un actor de importancia estratégica, pero en mejores condiciones que en el Siglo pasado, con los recientes acercamientos y firma de Acuerdos con algunos estados árabes, por lo que una normalización de relaciones entre Jerusalén y Riad, sería el punto culminante para sellar esa alianza estratégica que haga frente a las ambiciones geopolíticas de Irán, que no olvidemos es un aliado de una amenaza declarada para la OTAN y los EE.UU., me refiero a Rusia, y del adversario a nivel global, China, que es el principal importador del crudo iraní. Por otra parte, no hay que olvidar que además, en el campo militar, Israel participa de ejercicios combinados con la OTAN y es un aliado regional de Grecia, Chipre, Rumania y Bulgaria, además de hallarse en pleno proceso de normalizar las relaciones con Turquía, y en el campo económico, se puede señalar la reciente Declaración firmada en El Cairo, por los ministros de energía de Israel, Egipto y de la U.E., por lo cual el Estado Judío exportará a través de Egipto gas natural a la eurozona, a lo que debemos su sumar el proyecto del gasoducto submarino que se extenderá de las costas israelíes a Grecia, todo lo cual ratifica el importante rol estratégico de Israel para los EE.UU. y Occidente.

Tercero, es el turno de los países árabes, los cuales hace más de medio siglo atrás, 1977, cuando el líder egipcio Anwar Sadat visitaba Israel, afirmaban que ningún líder árabe reconocería al Estado Judío, y además, la Cuestión Palestina estaba en el centro de sus agendas y de las acciones de aquellos países y organizaciones terroristas que apoyaban, hoy el escenario ha cambiado, no sólo con los Acuerdos con Egipto, Jordania y los de Abraham, sino también con otros complementarios, como el tripartito firmado por Israel, Jordania y E.A.U. sobre energía y desalinización, en el que no se excluye el encuentro interreligioso, lo que indica un proceso de normalización de relaciones de todo tipo entre el Estado Judío y sus vecinos árabes, que tal como lo señalé precedentemente, de materializarse también con el Reino Saudita, que no olvidemos que más allá de lo geopolítico y geoeconómico,  es el guardián de los más importantes sitios sagrados del Islam, por lo que no sólo sería una hito histórico y de importancia estratégica regional, sino que generaría efectos a nivel global en el resto de los países musulmanes, en particular sunnitas.

Es por esto, que para el Mundo Árabe, ven las relaciones con Israel como un factor positivo, tanto para sus economías, habida cuenta que buscan diversificar las mismas y no depender sólo de sus exportaciones de crudo, como para su seguridad ante el expansionismo iraní, los que los coloca en la posición de elegir entre el progreso y el desarrollo o seguir favoreciendo directa o indirectamente el conflicto y la violencia terrorista, es por esto que en la actualidad, la Cuestión Palestina a perdido prioridad, lo que nos lleva de nuevo a la amenaza de Irán, pues tanto Hezbollah, Hamas y Yihad Islámica encuentran en el régimen de Teherán el actor regional que apoye sus acciones contra Israel y también contra objetivos de EE.UU. en Oriente Medio.

Este contexto, constituye lo que en otras columnas señalé, que en la actualidad en Oriente Medio se está desarrollando una “guerra híbrida”, entendiendo como tal, al conflicto en que se utilizan todo clase de medios y procedimientos, convencionales o no, como el terrorismo, la migración ilegal, los ecocidios y los ciberataques, donde por un lado encontramos a Israel y sus aliados regionales y estratégicos, desde Egipto al Reino Saudita, y por el otro, Irán, Siria y las organizaciones terroristas que patrocina Teherán.

Finalizando mi columna de hoy, en relación al viaje del presidente estadounidense Joe Biden a Israel y a Arabia Saudita, mis conclusiones son las siguientes: si bien para los EE.UU. el adversario y competidor global es China, lo que llevó en tiempos de la administración Obama a priorizar el escenario Asia – Pacífico, el conflicto ucraniano, la crisis energética y la suba de los precios de los combustibles fósiles y la posibilidad cierta, que Irán se constituya en un país con arsenal nuclear, ha motivado a Washington a retomar sus intereses regionales en Oriente Medio, con distintos objetivos, en el económico, buscar el aumento de la oferta del crudo y una baja en su precio y apoyando los acuerdos, iniciativas y proyectos que apacigue la crisis energética de sus aliados europeos, en los que tienen un rol trascendente los Estados del Golfo, y en el plano militar – estratégico, promover la conformación de un bloque y de ser posible, la firma de un tratado de Defensa Colectiva, algo similar al tratado de la Alianza Atlántica, para enfrentar las acciones de Irán y su posibilidad de hacerse de un arsenal nuclear, por el lado del Reino Saudita y el resto de los países árabes, representa el apoyo de Washington para concretar un proceso de integración regional con beneficios tanto en el desarrollo económico como en la seguridad, y para el Estado de Israel, por una parte, es reforzar los intereses comunes con EE.UU., pero también plantear claramente las discrepancias en los intereses contrapuestos, como es el caso del Acuerdo Nuclear del 2015 firmado con Irán, por todo esto, ¿ fue importante el evento motivo de análisis de hoy? Yo creo que si lo es, pero será significativo y relevante si trasciende la retórica y lo discursivo y se concreta en hechos, en Acuerdos y Alianzas que beneficien tanto los intereses de Washington, de Israel y de los países árabes, por eso mi frase final, es un dicho muy común, “…la unión hace la fuerza…”.-

 

Luis Fuensalida.

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