¿Qué fue del cadáver de Eva Perón? – Sergio Rubin

El periodista Sergio Rubin, autor del libro “Secreto de confesión” en el que relata la historia del cuerpo de Eva Perón, comentó a los oyentes de Radio Jai sobre las disputas en torno al cadáver de la ex primera dama de la Nación Argentina.

“Evita muere el 26 de julio de 1952 y esa misma noche es embalsamada. Luego, después del imponente funeral de 2 semanas, el cuerpo es depositado en el segundo piso de la CGT a la espera de la construcción de un mausoleo, que nunca se edificó. 

Tres años después, “en septiembre de 1955, se produce la Revolución Libertadora, o sea, el derrocamiento militar de Perón”. Al poco tiempo, “en noviembre, un militar se lleva el cuerpo de Evita” comenzando una travesía por distintos sitios de Buenos Aires, en el que “hay detalles muy escabrosos”. 

Explicó que “los militares no sabían qué hacer con ese cuerpo, para ellos era como una bomba política”, dado a que temían que en caso de darle sepelio, “su tumba fuese un lugar de peregrinación perpetua”. “En ese contexto de no saber que hacer, algunos militares querían quemar su cuerpo, otros esconderlos en los confines del mundo”, relató. Sin embargo, triunfó una idea más imprevista, “llevar el cadáver bajo un nombre falso a Italia y enterrarlo en un cementerio en Milán”. 

El presidente de facto Aramburu solo aceptó que se llevará a cabo dicho plan con “el consentimiento de la Congregación de Milán y de Pío XII”. Tras conseguir la bendición de ambos, el cuerpo de Evita fue transportado a través del Océano Atlántico, y enterrada, donde estaría “catorce años escondida bajo un falso nombre”. 

Finalmente, en 1971, en el marco de la Revolución Argentina, Lanusse accedió a la presidencia. En su gobierno, el presidente de facto inició “un deshielo político con Perón y le devolvió el cuerpo” de su difunta esposa en Madrid, para luego ser enterrado finalmente en Buenos Aires. 

De la historia recién explicada, Rubín extrae una conclusión fundamental sobre el rol ambivalente de la Iglesia. La misma, a pesar de que “se prestó para escamotearle al peronismo su principal emblema durante catorce años […] también ayudó a preservarlo, a que no fuera destruido”. 

Redacción Tomás Polakoff