Shabtai Tzvi, un líder mesiánico
El 1° de agosto del año 1626 nació Shabtai Zvi en Esmirna, Imperio Otomano, quien es considerado el más famoso de los autodeclarados Mesías en la historia del pueblo de Israel.
Perteneció al seno de una familia sefardita, Shabtai era el segundo hijo de Mordejai Tzvi, un conocido comerciante de aves que adquirió fortuna al convertirse en agente de comerciantes europeos. Desde pequeño estudió en la escuela del rabino Joseph Escapa, y también con el rabino Ytzjak Di Alba. A los 15 años ya había adquirido conocimientos en literatura talmúdica y rabínica, y luego profundizó sus estudios en la ciencia secreta de la ‘Cabalá Maasit’ (Cabalá Práctica), basada en los escritos del Arí HaKadosh, a quien luego defenestró.
Gracias a sus conocimiento en la Cabalá, Tzvi se convirtió en un esotérico y se interiorizó en ejercicios místicos ascéticos que los cabalistas consideraban el medio indispensable para la purificación del alma y para el acercamiento a la salvación. A la edad de veinte años, Shabtai comenzó a aislarse y se acostumbró al ascetismo, con tal intensidad, que sus dos casamientos terminaron en divorcios al no acercarse en absoluto a sus esposas, conducta que fue atribuida a la grandeza de su santidad y celibato.
En 1648, al producirse las trágicas hordas de Jmelnitzky de Ucrania, que provocaron la muerte de más de 100.000 judíos, y al conocer la noticia que prisioneros judíos fueron llevados por los tártaros hacia los puertos de oriente para venderlos como esclavos, llevaron a Shabtai Tzvi a vincular esta tragedia judía con las ideas del misticismo y la redención nacional, y de considerarse el Mesías.
Su convencimiento radicaba, en que el año del inicio de los pogromos, ‘el 408 del sexto milenio’ del calendario hebreo era el año que el ‘Zohar’ había anunciado como comienzo de los tiempos de los milagros. En un acto simbólico de enorme audacia para la época, expresó en público el nombre completo de Dios, que solo podía ser pronunciado por el Sumo Sacerdote en el santuario del Templo de Jerusalén el día de Yom Kipur.
Shabtai Tzvi estaba convencido que había llegado el momento de su revelación, por lo cual, hizo pública así su visión autorreferencial mesiánica y comenzó a seguir costumbres extranjeras en público. Para entonces ya tenía un gran número de seguidores en su ciudad natal.
Ante semejante profanación, los rabinos de Esmirna le declararon el ‘Jerem’ (la excomulgación) y se vio obligado a abandonar la ciudad y dirigirse a Estambul. Allí cautivó a estudiosos cabalistas y místicos. Comenzó un periplo predicando su mesianismo por importantes ciudades y kehilot, como Atenas, Rodas, y Salónica, ciudad ésta, donde lo siguieron muchos estudiantes y admiradores, y en la cual celebró el matrimonio de él con la Torá, la hija de Dios, como si el Mesías fuera el esposo de la Torá. También de allí fue expulsado. Se dirigió a Jerusalén, y allí también se ganó el corazón de los habitantes.
En 1662 visitó El Cairo donde fue recibido por el rico e influyente dirigente judío Rafael Chelebi, quien con honores hospedó a Shabtai y a quien patrocinó en la realización de su misión. Además, Chelebi lo contactó con Raphael Yosef, el judío más rico en Egipto, quien colaboró con Tzvi y le ayudó a recaudar una cantidad considerable de dinero para su misión.
En Egipto, Tzvi conoció al ‘profeta’ Natan HaAzati, joven discípulo de Gaza, a partir de este encuentro, Shabtai fue aceptado finalmente como “Mashiaj” y en circulares que envió a las comunidades de África, Asia y Europa anunció el comienzo de los ‘tiempos de gloria’. A su regreso a Israel fue recibido como enorme entusiasmo, bajo el lema, “Halaj Shaliaj, ubá Mashiaj”, (salió como emisario y volvió como ungido).
Durante años viajó por diferentes países en busca de seguidores y creyentes en sus dones mesiánicos. Durante estos periplos promulgó “takanot” (edictos), suprimió hábitos y costumbres religiosas. Su labor estaba destinada a redimir a Israel en su exilio y erigir el reino judío en Sion para la eternidad. Su éxito fue rotundo, miles de judíos de diferentes localidades europeas y asiáticas se prepararon para la llegada del Mesías, vendieron sus enseres y se embarcaron a Eretz Israel.
Glickel Hamelin, una empresaria viuda de Hamburgo, cuenta en sus memorias sobre el entusiasmo que se apoderó de la comunidad cuando se difundieron los rumores sobre Shabtai Tzvi. Describe la enorme alegría que provocó en la comunidad las cartas que recibían de Shabtai, los sefardíes las leían en sus sinagogas y entusiasmaban a la gente a movilizarse por las buenas nuevas. Los jóvenes ashkenazies iban a las sinagogas portuguesas vestidos con ropa de fiesta y usaban challes de seda azul claro, que era un símbolo de la vestimenta de Shabtai Zvi, y todos salían con tambores y bailaban en los alrededores con alegría. Algunos vendían sus casas y todo lo que compraban lo hacían con la esperanza de la redención. Cuenta Glickel, que su suegro, quien vivía en Hamel en ese momento, dejó su casa y todas sus pertenencias y envió a Eretz Israel dos toneles grandes con toda clase de telas, y de alimentos, como legumbres, carne seca, frutas secas y cosas parecidas.
En el año 1666, en el auge de su movimiento, Shabtai emprendió junto a su séquito el viaje a Estambul para continuar con su prédica y actividad política. Las autoridades turcas se alertaron ante la difusión de los rumores que el Mesías venía a destronar al Sultán. Las kehilot turcas temieron que la acción de Tzvi sea considerada como un acto de alta traición, que expondría al judaísmo turco a duras represalias y persecuciones políticas.
Al arribar a Constantinopla el Gran Visir Ahmet Kiuprilli Pasha ordenó su arresto. Fue llevado a prisión frente a miles de judíos que acudieron a darle la bienvenida y que fueron dispersados violentamente. Tzvi fue juzgado por alta traición, pero el visir decidió no ejecutarlo y ordenó su detención en la fortaleza de Gallipoli. La fortaleza fue bautizada por los shabatistas con el nombre de ‘Migdal Oz’, que lejos de ser una prisión, el lugar se convirtió en una especie de sede del Mesías.
Durante los meses de su encarcelamiento, miles de judíos acudieron en masa de todo el mundo para visitarlo en la prisión y le traían valiosos obsequios. Shabtai Zvi se comportaba como un rey y realizaba ceremonias reales diarias. Abolió el ayuno del 9 de Av y ordenó que se transformara esa jornada en un día de alegría y festines.
Solo unos pocos líderes religiosos y dirigentes judíos se atrevieron a oponerse abiertamente a la creencia en Shabtai Tzvi y combatirlo. Las acusaciones acerca de la intención de Shabtai de destronar al sultan se intensificaron, fue llevado a un nuevo juicio ante el Consejo del Sultán, ante el cual negó las acusaciones que se le imputaban. Se le dio la opción de elegir entre la muerte o la conversión al islam, eligió convertirse al islam y tomó el nombre musulmán de Aziz Mehmed Effendi.
Su islamización fue un cataclismo, sorprendió al mundo judío y provocó que la mayoría de sus creyentes abandonaran la fe en él. Sus prácticas crearon graves y violentos disturbios en las comunidades judías. Muchos de sus detractores comenzaron a llamarlo el ‘falso Mesías’, por lo tanto, sujeto a la muerte de acuerdo a la ley bíblica. Sin embargo, muchos siguieron seducidos por el Mesías y hasta hubieron casos de conocidos de judíos que se convirtieron al cristianismo o al islam después de su conversión.
La gran expectativa que despertó Shabtai Zvi terminó en una enorme decepción. La mayoría quería olvidar la desgracia y se prohibió mencionar su nombre, para evitar en el futuro otro caso en el que una persona que se autodeclare como el Mesías. Se impusieron restricciones en Europa del Este al estudio de la Cabalá, y solo a aquellos que estaban familiarizados con el Talmud y la Halajá se les permitió estudiarla.
Luego de su conversión, Shabtai Zvi permaneció en Adrianópolis junto con su esposa y un grupo de seguidores que se convirtieron al islam. Sus arrebatos no cesaron, aparentemente se comportó como un musulmán, pero continuó enviando cartas a sus creyentes judíos en las que se explicaba su conversión como un acto supremo místico. Hasta el final de sus días, Tzvi continuó manteniendo un contacto continuo con sus innumerables creyentes quienes venían a visitarlo de lugares lejanos y aprender de él. En enero de 1673 fue desterrado a Ulcinj en Albania (hoy Montenegro), donde aparentemente murió en 1676, aunque hoy existe un debate sobre el lugar de su muerte.
Una de las curiosidades, es que después de su muerte, el fervor mesiánico shabataista en el judaísmo no decayó, fue lo suficientemente fuerte para mantener durante dos siglos la vida de una secta judeo mahometana que Shabtai creó. Aún a mediados del siglo XIX, la secta contaba con veinte mil adherentes en varias ciudades turcas, especialmente en Salónica. Habitaban en calles especiales, mantenían lugares judíos secretos de oración, mientras simultáneamente asistían a las mezquitas, ayunaban en Ramadán y algunos hasta peregrinaban a La Meca.
Con los años, la imagen de Shabtai Tzvi quedó grabada en la conciencia nacional del pueblo de Israel como ‘el más grande de los falsos mesías’, por el enorme alcance del movimiento shabataí que abarcó prácticamente a todo el mundo judío. Tuvieron que pasar muchos años para que el pueblo deje de creer en él.
En los tiempos modernos, la controversial figura de Shabtai Zvi no desapareció, fue utilizada por muchos pensadores ultraortodoxos en su férreo ataque contra el movimiento sionista y exarcerbar la agresión a Theodor Herzl por su tarea. Acusaron a Herzl de ‘falso mesías’ por pregonar la necesidad de un regreso a Sión, y además, por rescatar en su libro utópico ‘Altneuland’ el sentimiento nacional judío que anidaba en Shabtai Zvi y cuestionar a los críticos de su obra. Uno de los más grandes poetas del campo nacional judío, Uri Zvi Greenberg, escribió en un tono muy comprensivo sobre Shabtai Zvi, a quien veía como el líder de un movimiento de redención nacional judía en la Tierra de Israel.
Yehuda Krell.
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