El huevo de la serpiente que crece en varias presidencias
A nadie debería llamarle la atención que la persona a quien Irán define y califica como presidente, Ebrahim Raisi, aproveche que un medio televisivo norteamericano muy prestigioso le haga un reportaje, para volver a negar el Holocausto, una política que el régimen criminal y terrorista de los Ayatolas viene reiterando hace décadas.
Lesley Stahl, periodista del programa “60 minutos” de CBS escuchó sin inmutarse por parte de Raisi que Israel es un “régimen falso”; y que ante la pregunta “¿Usted cree que el Holocausto existió y que 6 millones fueron asesinados?” Raisi se regodeó contestando:” Los hechos históricos deberían ser estudiados por investigadores e historiadores. Hay sí algunas señales que eso sucedió. Si así fuera ellos deberán permitir que se estudie e investigue”. Stahl repreguntó si entonces no estaba seguro de que hubiera existido, pero no obtuvo respuesta.
La indignación que volvieron a generar estas repugnantes declaraciones de Raisi las conocemos todos porque han sido muy notorias. Pero no hubo suficiente indignación de quienes deben demostrarlo en los hechos. Que los gobernantes de Israel, que los judíos de todo el mundo repudien a Raisi es lo lógico. Es un criminal que ha proclamado junto a sus cómplices en el gobierno que desea hacer desaparecer a Israel del mapa. Es parte de un gobierno que ha asesinado judíos en Argentina dos veces, que apoya a movimientos terroristas para que asesinen civiles judíos. La reacción del primer ministro Lapid y del presidente Herzog fue lógica.
Lo que sigue asqueando son las otras reacciones. Raisi hizo estas declaraciones pocos días antes de comenzar la Asamblea General de Naciones Unidas y pocos días antes que tuviera el podio para decir en nombre de su sangrienta dictadura lo que quisiera. ¿Por qué una vez más las autoridades de la ONU ni siquiera escucharon el planteo de Israel de que no se le diera el podio a un asesino? ¿Por qué siguen amparándose en un reglamento vetusto y falso? Porque perfectamente ONU a pesar de todos los reglamentos que quiera mostrar y ampararse atrás de ello sin vergüenza, resulta claro que el podio mundial no es un vehículo para poder amenazar la existencia de otro Estado. Y tampoco es un vehículo para violar las propias decisiones de la Asamblea General. Esta resolvió hace muchos años que negar el Holocausto es delictivo. ¿Por qué Guterrez y compañía no muestran una milésima de coraje para decirle a sus Estados miembros que hasta aquí llegamos y que no se puede violar impunemente las propias resoluciones del organismo y convertirlo en un circo lleno de paupérrimo histrionismo y declaraciones demagógicas que no le resuelven nada a nadie?
Pues no hicieron nada. Mientras en Teherán uno de los salvajes asesinos del régimen asesinó a una adolescente por no usar velo como estas hienas pretenden y se desataron manifestaciones de gente con mucho coraje que sucumbió al terror muriendo hasta hoy otras diez mujeres, Raisi ocupó ayer el podio de la ONU, e hizo su discurso de judeofobia sin dificultades.
El mismo día que Raisi hacía declaraciones a CBS, en Chile, el presidente Gabriel Boric sorprendía al mundo con una actitud destemplada y llena de odio, pero muy coherente con todos sus antecedentes, incluyendo dichos reiterados en la muy reciente campaña electoral. Cuando en diciembre de 2021, reiteró más de una vez en un mismo programa de televisión que pensaba que “Israel es un estado genocida y asesino” (algo que ya había dicho antes y que también lo hizo frente a la comunidad judía, mientras jamás dijo ni media palabra del terrorismo de Hamas ni del ataque a civiles israelíes) parecía evidente que a su llegada a la Presidencia podía aplicar en la práctica sus convicciones de odio antiisraelí.
Y así fue. Cómo ya es muy notorio, el Embajador de Israel en Chile fue citado hace una semana a presentar cartas credenciales y cuando llegó al palacio presidencial, luego de hacerlo esperar indecorosamente muchos minutos, le dijeron que se fuera para la casa porque el presidente Boric no lo iba a recibir aduciendo que estaba “muy sensibilizado por haber sido notificado que un palestino de 17 años había muerto en un enfrentamiento con el ejército israelí”. Varias precisiones. Boric tomó la decisión de agraviar a Israel a través de su Embajador y enviar un mensaje de incitación de odio para poner a toda la comunidad judía en peligro. Boric ni siquiera se tomó el trabajo de averiguar e informarse. Porque su excusa es falsa, tanto como aberrante su actitud. Desde hace un mes hay enfrentamientos entre terroristas de Al Fatah y el ejército israelí. El motivo es que los terroristas que llegan desde la Autoridad Palestina han asesinado 18 israelíes en este mes entre civiles y soldados. A Boric le preocupó que el palestino armado y muerto tuviera 17 años. ¿Y cuántos años se cree que tienen los soldados israelíes que defienden a sus ciudadanos? ¿Nadie le informó que desde los 18 años los israelíes son soldados en acción? Pero claro, a Boric no le importa enterarse de la realidad ni de los muertos israelíes. Y mucho menos que ayer Israel y la Autoridad Palestina firmaron un acuerdo de seguridad para poner fin a esta escalada.
Los pedidos de disculpa con idas y venidas son anécdota. Que Boric jamás pidió disculpas como presidente es un hecho. Que la comunidad judía siente que en Chile estas barbaridades sólo aumentan el antisemitismo creciente es otro hecho. Y la rúbrica es que Hamas felicitó públicamente a Boric por no recibir las cartas credenciales del Embajador de Israel. Y ese mismo día, Boric recibió las cartas credenciales del embajador de Arabia Saudita. Sí, el régimen que, igual que el iraní persigue, discrimina, asesina y tortura mujeres y es capaz de hacer morir en la horca hasta 100 personas por día en base a tribunales que no difieren mucho de los que usaban los nazis. Pero de Arabia Saudita o de Irán o de Hamas, a Boric no le sensibiliza nada. El blanco es Israel. El mensaje es claro.
El 30 de setiembre Boric debería recibir las cartas credenciales de Artzyeli, el embajador de Israel. Son 70 años de relaciones diplomáticas que el presidente chileno decidió poner en juego. Ojalá se puedan mantener porque los pueblos no son afines a estos exabruptos de alguno de sus gobernantes.
Chile es una democracia. No es Irán ni Arabia Saudita, ni Venezuela, ni Cuba, ni Nicaragua. La política no es el acto de llevar a la práctica caprichos personales sino el medio para darle bienestar, libertad y seguridad a las mayorías. Eso no lo pueden hacer las dictaduras porque en su esencia está todo lo opuesto. Por eso Irán mata a su propia gente y quiere matar a todos los que no creen en su barbárico totalitarismo.
Pero Chile, como otras democracias de la región, deben retornar a sus bases fundacionales. Y no gritar sin tino que se quiere igualdad a costa de poner en peligro a las minorías o incitar al odio y la violencia. Boric abrió una grieta profunda. Israel ha hecho todo lo que está en sus manos para volver las relaciones al cauce que deben tener. No es Israel ni la comunidad judía de Chile las que tienen ahora la próxima palabra.
Eduardo Kohn
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