Parashat Nitzavim: “No está en los cielos… Tampoco está al otro lado del mar”
Encontramos en la famosa proclamación de Parashat Nitzavim “Porque este mandamiento que te estoy mandando hoy no es demasiado difícil para ti, ni está lejos. No está en los cielos, para que se diga: ‘¿Quién ascenderá por nosotros a los cielos y nos lo conseguirá, para que nos deje oírlo para que lo pongamos por obra?’. Tampoco está al otro lado del mar, para que se diga: ‘¿Quién pasará por nosotros al otro lado del mar y nos lo conseguirá, para que nos deje oírlo para que lo pongamos por obra?’. Porque la palabra está muy cerca de ti, en tu propia boca y en tu propio corazón, para que la pongas por obra (Devarim 30: 12-14).
La interpretación simple de estos versículos es que la observancia de la Torá es accesible para todos y no requiere fortificaciones ni capacidades sobrehumanas. La Guemará, sin embargo, en Masejet Eiruvin (55a), ofrece una interpretación midráshica, y entiende la frase “lo vashamayim hi” (“no está en los cielos”) para significar que la Torá no puede ser alcanzada por una persona arrogante. Si alguien piensa que está “en los cielos”, que es más grande y más importante que otras personas, entonces es incapaz de adquirir y retener el conocimiento de la Torá.
Es solo el espíritu humilde el que reconoce la necesidad del trabajo duro y el esfuerzo sostenido que puede dominar el vasto corpus de la erudición de la Torá. Podríamos preguntarnos si quizás hay alguna conexión entre la simple lectura de “lo va-shamayim hi” y la lectura agádica de Guemará. ¿Qué asociación podría haber entre la insistencia de Moshé de que la observancia de la Torá está a nuestro alcance y la advertencia de la Guemará sobre los efectos de la arrogancia? Una posibilidad, tal vez, es que estas dos lecturas reflejan dos caras de la misma moneda. Moshé advierte acerca de los efectos aturdidores de la intimidación, que ver la meta de la excelencia espiritual como algo que está más allá del alcance nos lleva a la desesperación. La Guemará, por el contrario, advierte del fenómeno opuesto, de la complacencia resultante del exceso de confianza y orgullo. La simple lectura de esta frase es que debemos confiar en nuestra capacidad para cumplir con las obligaciones que Dios nos impone; Según la lectura de la Agadá, se nos recuerda que debemos trabajar y luchar para alcanzar la excelencia, y no debemos engañarnos a nosotros mismos pensando que ya estamos allí.
También puede haber otra conexión. A veces, las personas sobreestiman sus talentos y logros precisamente porque sienten que la Torá está “en los cielos” y no se puede observar sin habilidades excepcionales. Si por error vemos a la Torá como “en los cielos”, como una empresa reservada para la élite, entonces nos desesperaremos o nos engañaremos al pensar que pertenecemos a la élite.
Si pensamos que la observancia de la Torá es extremadamente difícil, entonces podríamos vernos a nosotros mismos como el tipo de persona que creemos erróneamente que uno necesita ser para cumplir con las elevadas demandas de la Torá. Juntas, estas dos lecturas de “lo vashamayim hi” nos enseñan que las obligaciones de la Torá se aplican a todos y cada uno de nosotros, de acuerdo con las capacidades de cada persona.
Está “muy cerca tuyo” porque se espera que cada uno de nosotros invierta el máximo esfuerzo y logremos lo mejor de nuestro potencial. Una vez que internalicemos esta verdad sobre la Torá, nos sentiremos más cómodos al reconocer quiénes somos y quiénes no somos. Luego nos evaluaremos honestamente para determinar de qué somos exactamente capaces, reconociendo que esto es, en verdad, todo lo que Dios nos pide.
Rabino Yerajmiel Barylka
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