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La pelota y el deporte no se manchan y mancillan sin rubor.

En los primeros meses del año pasado, a raíz de acusaciones reiteradas en medio europeos, el gobierno de Qatar emitió un comunicado obsceno, como lo hace habitualmente cuando se le acusa de graves delitos,
especialmente el del financiamiento a movimientos terroristas. El comunicado señalaba que “Qatar cuenta con leyes y sistemas para combatir y prevenir la financiación del terrorismo y ha sido reconocido
como un líder con respecto a estos esfuerzos. (…) Qatar está absolutamente decidido a realizar estos esfuerzos integrales para garantizar que el terrorismo no se financie en ningún lugar. Para ello, Qatar
seguirá trabajando con el Reino Unido y otros socios internacionales en la lucha contra el terrorismo mundial, sin dejarse intimidar por quienes quieren dividirnos”
No se necesita investigar mucho para saber que el gobierno de Doha (capital de Qatar) ha respaldado económica y militarmente a grupos afiliados a Al-Qaeda en Siria (Al Nusra el mayor de ellos) con el objetivo de
desestabilizar a sus rivales y ganar relevancia en la región. Además, en suelo qatarí viven cómodamente dirigentes talibanes, de los Hermanos Musulmanes y de Hamás. Son huéspedes de Qatar, viven lujosamente y
reciben apoyo para el terrorismo que perpetran. En 2017 los países del Golfo rompieron relaciones con Qatar, pero hace
un año y medio, el vínculo se retomó, lo cual no extrañó a nadie y mucho menos que Qatar continuara sin problemas su respaldo a las organizaciones terroristas.
Qatar es noticia. Allí se va a disputar el Mundial de fútbol. Allí, la FIFA que hizo muy bien en radiar de la competencia a Rusia cuando hace 8 meses invadió a Ucrania, mostró su otro rostro. Qatar no era diferente cuando la FIFA presidida por Sepp Blatter (que recordemos terminó en prisión junto a
otros delincuentes que acompañaban su gestión) le adjudicó hace 12 años ser sede de este mundial del mes que viene. Además de la amoralidad de otorgarle un reconocimiento (ser sede del mundial lo es, ¿no?) a un país que no respeta los derechos humanos y es un refugio terrorista, a la FIFA no le importó tampoco las denuncias de muertes de obreros en la construcción de los estadios. Peor aún, se afiliaron a lo que alega Qatar, y no a la brutal realidad.
Entre 6.500 y tres el margen es demasiado amplio como para buscar algún punto de acercamiento: es un abismo. La primera cifra se refiere a los trabajadores que murieron en las obras de la Copa del Mundo de Qatar, según un informe del diario británico The Guardian, que ya hemos mencionado aquí en otras columnas. La segunda es la versión de las autoridades qataríes sobre los fallecidos. De los 2 millones de habitantes
de Qatar, 80% son inmigrantes de la India, Bangladesh, Pakistán, Nepal y Sri Lanka. The Guardian fue claro:” Los hallazgos, compilados a partir de fuentes gubernamentales, significan que un promedio de 12 trabajadores migrantes de estas cinco naciones del sur de Asia han muerto cada
semana desde la noche de diciembre de 2010, cuando las calles de Doha se llenaron de multitudes extasiadas celebrando la victoria deQatar de ser sede del mundial”.
En diciembre del año pasado, el CEO del mundial Nasser Al-Khate respondió tal como lo hace Qatar cuando es acusada de apoyar el terrorismo:” En Qatar han fallecido tres trabajadores del Mundial. Son
datos públicos que nunca hemos escondido. Los datos que ofrecen varios medios son absolutamente falsos. Nosotros no reconocemos estos datos. Parece que todo el que muere en Qatar lo hace por el Mundial”. No, señor
Khate, se habla de los que mueren por tener que trabajar como en la edad de piedra. Y no se olvide que cuando mueren civiles por ataques terroristas en Israel y otros países, es porque Qatar puso el dinero para las
armas.
La FIFA, por su parte, no se comportó muy distinto al Comité Olímpico en 1936 cuando lo presidía el pronazi americano Avery Brundage organizador de los Juegos presididos por Hitler. La FIFA sin dudarlo, apoyó a Qatar: “Con las medidas de salud y seguridad muy estrictas en el sitio, la
frecuencia de accidentes en los lugares de construcción de la Copa Mundial de la FIFA ha sido baja en comparación con otros proyectos de construcción importantes en todo el mundo”, indicó en un comunicado,
pero jamás aportó pruebas sobre esa comparación, y ninguno de sus afiliados retrucó o hizo una pregunta sobre semejante respaldo a las muertes en Qatar.
Pero cuando la pelota se mancha una y otra vez, las reiteraciones se hacen costumbre. FIFA echó a Rusia como ya señalamos. Y muy bien. Rusia es un agresor brutal digno de todas las sanciones. Las que deberían
aplicarle, claro está. Porque su impunidad seguirá tan vigente como su voracidad por la destrucción de Ucrania. Pero FIFA no toca a Irán. A pesar de que Irán aporta armas a Rusia que le permiten asesinar en Ucrania, a pesar de que Irán es socio de Rusia en crímenes de lesa humanidad, FIFA
no ha escuchado ni piensa hacerlo, los reclamos que se sancione a Irán y que no juegue el Mundial. Irán ha asesinado atletas que intervienen en las protestas contra el régimen. Algunos atletas iraníes han logrado huir. Elnaz Rekabi, destacado alpinista no usó el hijab en una competencia en Corea
del Sur, y ya no volvió a Irán hace 15 días. Su hermano pagó el precio, ya que lo arrestaron y está en prisión o quizás ya muerto. El Comité Olímpico ya manchó el deporte trágicamente en 1936, y volvió a
hacerlo en 1972 en Múnich, cuando le importó cero el asesinato de los atletas israelíes a manos de terroristas, y continuó sin inmutarse con las competencias. FIFA ha jugado siempre a la deportividad y a no mezclar
política y fútbol, pero los hechos siempre han desnudado su discurso falso.
A FIFA no le importó hacer mundiales en países con dictaduras, donde los muertos se contaban por miles, así que uno podría preguntarse por qué habría de importarle hacer este mundial en Qatar y por qué debería
incomodarle que hayan muerto miles de obreros construyendo estadios. Y no hay respuesta. Porque los señores de FIFA junto al jeque de turno en Qatar y su corte se van a sentar en esos estadios en pocos días y no van a sentir que estarán en lugares deportivos manchados de sangre.

Miles de millones gritarán los goles y FIFA al igual que el Comité Olímpico volverán a comprobar que pueden respaldar amorales. Pero no podrán decir que la pelota no se mancha, porque para este mundial ya nació sucia

Eduardo Kohn

Reproducción autorizada citando la fuente con el siguiente enlace Radio Jai

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