¿Qué significa Derej Eretz?
Por el Rabino Yerahmiel Barylka
Cuando era niño, me decían no acercarme a los compañeros que no tenían Derej Eretz, y la idea era clara para mí: los maleducados no pueden ser buenos compañeros. El término sonaba terrible al grado que no necesitaba traducción.
Pasaron muchos años, hasta que la semana pasada discutí los significados del concepto con uno de los pocos eruditos judíos que conozco y no sólo coincidimos –después de un largo rato-, sino que consideramos que Derej Eretz debe incluirse en el diseño educativo familiar y escolar.
Coincidimos que el concepto de Derej Eretz es resbaladizo. Por un lado, no está normado explícitamente en la Torá, por el otro, abarca una variable importante de actitudes que nuestros sabios nos recomiendan en contextos diferentes.
El término puede significar “decencia común”, como cuando los jajamim nos informan de que la Torá nos está enseñando Derej Eretz cuando nos instruye a saludar a los demás incluso antes de que ellos nos saluden (Mishná Avot 4:15) o cuando nos instruye a no entrar bruscamente en la casa de otra persona o incluso en la propia (Pesajin 112ª 10 “Continuó Rabí Akiva: Y no entres en tu casa de repente, sin llamar antes; con mayor razón no entres en la casa de otro, pues podría no estar preparado para recibirte”).
En este uso, Derej Eretz recuerda a una estratagema retórica que los adultos suelen utilizar con los niños: la primera persona del plural como instrucción velada, que inculca una sensibilidad hacia las expectativas sociales: “No hacemos eso”, “Hacemos tal y tal cosa de esta manera”, dando a entender que uno es incorrecto o, al menos, descortés si hace lo contrario.
Sin embargo, la frase también puede tener un sentido más cercano a su significado literal, algo así como “la forma en que las cosas funcionan” o “la forma en que es”. Es este sentido de Derej Eretz el que los rabinos tienen en mente cuando nos enseñan a invitar o permitir que nuestros mayores o maestros con los que cenamos tomen la comida primero (Derej Eretz 7), o cuando nos instruyen que somos juzgados en nuestras ciudades de origen por nuestra reputación, pero en otros lugares por nuestra ropa (Shabat 145b “Rav Jiya preguntó entonces: ¿Por qué razón los eruditos de la Torá en Babilonia se distinguen por su vestimenta rabínica especial? Rav Asi respondió: Porque no son muy versados en la Torá. Si no se distinguieran por vestirse de manera diferente, no serían respetados por su conocimiento de la Torá”). Así funciona la vida, también en nuestros días. Que mayor es la pompa y el boato, es de presumir que menores son los conocimientos.
Un ámbito en el que hay que aprender cómo se hacen las cosas (pero sobre el que la sociedad es a veces aprensiva) es el asunto de “los pájaros y las abejas”. Como tal, la frase Derej Eretz, se encuentra a veces como un eufemismo para la sexualidad-en la advertencia, por ejemplo, para utilizar las palabras para establecer el estado de ánimo adecuado antes de tratar de cohabitar, una práctica descrita como Derej Eretz que uno puede aprender del gallo (Eruvin 100b “Rabí Yojanán dijo: Aunque no se hubiera dado la Torá, habríamos aprendido, no obstante, el pudor del gato, que cubre sus excrementos, y que robar es censurable hubiéramos asimilado de la hormiga, que no toma granos de otra, y las relaciones prohibidas de la paloma, que es fiel a su pareja, y las relaciones adecuadas del gallo, que primero serena a la gallina y luego se aparea con ella”… “¿Qué hace el gallo para seducir a la gallina? Rav Yehuda dijo que Rav dijo: Antes del apareamiento, extiende sus alas como si dijera: Te compraré un abrigo que te llegará hasta los pies. Después del apareamiento, el gallo inclina la cabeza como si dijera: Que se le caiga la cresta a este gallo si tiene los medios y no te compra uno. Simplemente no tengo dinero para hacerlo”).
Como vemos, el guemará usa un lenguaje simple y humorístico para describir y enseñar temas importantes.
Cuando el midrash Shemot Rabá (35:2) nos indica que una persona debe abstenerse de utilizar madera de un árbol frutal para construir su casa y califica esa norma como una lección de Derej Eretz, su principal preocupación parece ser ecológica y económica. O cuando el último tratado talmúdico Derej Eretz Raba (uno de los dos tratados breves sobre el tema anexos al Talmud de Babilonia) nos aconseja no alegrarnos entre personas que lloran ni llorar entre personas que se alegran, aparentemente nos está enseñando a ser sensibles a los sentimientos de los demás y a cuidar también nuestra propia reputación.
Algunas cosas deberían ser evidentes, parecen decir los jajamim, sin necesidad de remontarse a los primeros principios.
Otra característica anómala de la Derej Eretz en las fuentes rabínicas clásicas es que describe prácticas encomiables, pero no formalmente obligatorias. En una cultura que valora las leyes y no se priva de hacerlas cumplir, es sorprendente oír describir una práctica como “simplemente como debe ser”, sin asignar un castigo a su violación. Llamar a algo Derej Eretz es la forma que tiene la cultura rabínica de encogerse de hombros con exasperada resignación y decir sobre el comportamiento descortés, impertinente, desaliñado o glotón de alguien: “Por supuesto que debería saberlo mejor, pero ¿qué se supone que debemos hacer?”. Aunque la literatura talmúdica conoce una categoría llamada hiljot Derej Eretz (“leyes de Derej Eretz”), hay pocas ofensas en esa categoría cuya violación conlleva una pena.
Muchos interpretan Derej Eretz como buenos modales. Haz que el “por favor” y el “gracias” formen parte de tu conversación habitual, con todas las personas.
Hay quien dice que la comida familiar es una especie en peligro de extinción. Hemos perdido la forma de hablar en familia, de reflexionar y compartir, de aprender modales en la mesa y habilidades de conversación. La hora de la comida en familia nos permite crear un espacio judío sagrado para compartir bendiciones y dar las gracias.
Reserva un tiempo para empezar la comida con el hamotzí, la bendición sobre el pan, y recita parte o todo el Birkat Hamazón, la bendición después de las comidas. Utiliza el “por favor” y el “gracias” al pasar la comida, y agradece siempre a la persona que la ha preparado. Poner la mesa juntos y limpiar juntos los trastos también pueden convertirse en rituales familiares.
Derej Eretz también incluye la forma en que nos relacionamos unos con otros, y la conversación durante la comida en familia forma parte de ello. Tómate el tiempo para hablar con todos los miembros de la familia.
Recibir a los invitados y hacer que se sientan cómodos es uno de los componentes más básicos del Derej Eretz. Enseña a tus hijos a ser buenos anfitriones saludando amablemente a los invitados en la puerta, compartiendo los juguetes y ofreciéndoles bocadillos.
Mentsch, del alemán “hombre”, es alguien modesto, honesto, fiable y amable con los demás. Del idish se ha universalizado en otros idiomas con el significado de ser “gente”. Cuando veas que alguien (niño o adulto) se comporta como un mentsh, coméntalo. Cuando tus hijos se comporten como mentsh, diles que estás orgulloso de ellos. Identifica qué es lo que han hecho como mentsh, y lo contento que estás de que sean tan buenos niños. Les encantará, y aspirarán a ser mentshn más a menudo… y serán capaces, también, de identificar estos rasgos en otros y reconocerlos como dignos.
Cuando experimentamos con nuevos comportamientos, necesitamos un espacio seguro en el que practicar. El Shabat puede ser ese laboratorio para todas las familias judías; el día para aspirar a ser nuestro más educado, más respetuoso y mejor yo. Si llevamos nuestra ropa más bonita, disfrutamos de las comidas más sabrosas y santificamos nuestras bendiciones con los objetos rituales más bonitos en Shabat, entonces también podemos ser nuestro yo más dotado de hermosura utilizando nuestro lenguaje y comportamiento más respetuoso y acogedor.
En Pirkei Avot, la Ética de nuestros antepasados, aprendemos de Rabí Elazar ben Azariá: “Si no hay Torá, no hay Derej Eretz. Y si no hay Derej Eretz, no hay Torá (3:21)”. La tradición y la práctica judía están entrelazadas con el comportamiento. Al aspirar a vidas con Derej Eretz, podemos enseñar a nuestros hijos que siempre hay lugar para el cambio y el crecimiento, y que el amor, el aprecio y el respeto son palabras muy nuestras.
Si invirtiéramos en educar con Derej Eretz para promover Derej Eretz, el mundo sería mejor y más agradable.
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