La mentira es el insumo del activismo político palestino
Más de siete décadas de mentiras, desaciertos e inexactitudes para fomentar la rentabilidad de una causa que profana la historia y que pierde cada vez más adeptos en el mundo árabe-musulmán moderno.
Por Luciano Mondino / 25 de Diciembre 2022
El activismo palestino y su causa no surgen por un conflicto territorial entre Israel y Palestina sino por un conflicto embebido de pujas ideológicas, religiosas y políticas que terminan siendo siempre la fuente para el antisemitismo moderno camuflado de antisionismo.
En el conflicto árabe-israelí, como también en su desprendimiento palestino-israelí, hay una parte reservada exclusivamente para atacar al Estado de Israel y, en definitiva, al pueblo judío. El único estado miembro de la ONU que debe dar explicaciones sobre su propia existencia está rodeado de vecinos que hace poco menos de algunas décadas le declararon una guerra cruenta al grito de la Liga Árabe que buscaba la aniquilación y expulsión de los judíos.
En el conflicto entre palestinos e israelíes, la manipulación histórica y la mentira son usadas como material para los difusores del antisemitismo. Y de estos hay muchos. Como cada Nochebuena y Navidad, los cristianos solemos encontrarnos con una irrisoria afirmación que surge desde la maquinaria publicista palestina y que es repetida por muchos: Jesús era palestino. Lo que omiten, es que fue recién más de cien años después de la muerte de Jesús que el emperador Adriano acuñó el término palestina para referirse a los judíos de Judea y Samaria.
Es esa misma manipulación de la historia que los lleva a desconocer los lazos que unen al Pueblo Judío con la Tierra Santa; la pertenencia de Jerusalén como capital de Israel; la historia del Rey David; o los ejemplos de usurpación que hace el islam de las figuras religiosas de los judíos y cristianos. La mentira como parte del activismo político árabe-palestino terminó decantando en una verdadera profanación de la historia.
El conflicto palestino-israelí en la época de la posverdad se basa en eso, en la enorme circulación de información falsa y replicada por quienes nunca se han molestado en enterarse del origen de las civilizaciones.
Si María y José, que eran de Judea y Samaria, hubieran querido cruzar desde Nazaret a Belén, hoy se hubieran encontrado con un problema muy grande y es que la ciudad de Belén, solo excluyendo la Tumba de Rajel, está bajo control de la Autoridad Nacional Palestina.
Si consideramos que cuando por error alguna israelí cruza a los territorios bajo control de las autoridades palestinas es intimado, golpeado o muerto, probablemente María y José hubieran corrido la misma desgracia.
La Tierra Santa se hubiera convertido entonces en el escenario donde una turba frenética con cánticos alabando la muerte de los judíos, como los replicados por infinitas autoridades religiosas del mundo islámico, hubiera atacado a María y José. Y esto no forma parte de un ejemplo contra fáctico, sino de una suposición basada en la experiencia de lo que viven a diario los civiles israelíes. Ambos hubieran deseado encontrar y estar a salvo por algún cuerpo de seguridad israelí y no en manos de la turba.
En el campo de la historia profanada, la histórica nación palestina es una de las muletillas más usadas por la causa y el activismo. Esa solidaridad, que reviste una fuerte desinformación en la opinión pública, es hacia una nación que nunca puede ser histórica porque nació en 1948 para oponerse a la creación del Estado de Israel. Esos territorios que hoy son reclamados no fueron de ningún interés cuando se creó la OLP en los años sesenta y tanto Gaza como Cisjordania se encontraban bajo mandato egipcio y jordano, respectivamente.
Los palestinos lograron con Israel una autonomía que no tuvieron nunca con sus hermanos musulmanes o con los británicos: ni con el imperio otomano entre 1517 y 1917, ni con Egipto ni con Jordania.
El otro experimento por excelencia de la administración palestina es la Franja de Gaza que es donde, desde la unilateral retirada de Israel en 2005, gobierna el grupo terrorista Hamas bajo las ejecuciones y los misiles. Es allí donde los cristianos se redujeron de forma considerable pasando de 3.500 a 1.000 en solo estos años y con una tendencia al éxodo hasta abandonar por completos las tierras sagradas también para los cristianos y que hoy están bajo el mandato palestino.
¿Por qué entonces el conflicto palestino-israelí lleva más de siete décadas inconclusas? Porque no es un conflicto territorial, sino ideológico, religioso y también político. Si el problema fuera por la disputa de territorios, algo en realidad saldado casi totalmente en los Acuerdos de Oslo, Yassir Arafat hubiera aceptado la increíble cesión que hacía Israel a través de su ministro en la mesa de negociación: los israelíes canjeaban, como tantas veces en la historia, la totalidad de Gaza y la casi totalidad de Judea y Samaria a cambio de terminar con la guerra. Esto no ocurrió y los palestinos optaron por perpetuar el conflicto.
La Navidad es la fecha más importante para quienes profesamos la fe católica y para los no creyentes es un día no laborable en el que se puede aprovechar el tiempo para leer e informarse sobre el porqué de un conflicto que lleva más de siete décadas y que no tendrá solución alguna en la medida en que la información sea insumo del antisemitismo.
La definición más atinada implica entender que la etiqueta de ilegítimo sobre Israel, el único país miembro de la ONU al que le reprochan su existencia, supone la desprotección de más de nueve millones de personas que viven en su territorio y quedarían en manos de quienes juran su eliminación desde hace mucho tiempo.
Nota exclusiva para Radio Jai
Luciano Mondino es Licenciado en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales por la Universidad Católica de La Plata. Master en Política Internacional por la Universidad Complutense de Madrid. Sus principales líneas de investigación son sobre islamismo, Terrorismo y Crimen Organizado.
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