Terrorismo y estado fallido en Somalia – Luciano Mondino

Los ataques de Al Shabaab este sábado a una base militar de la ciudad de Jalaad, en la región central de Somalia, han recrudecido en las últimas horas con la muerte de siete soldados somalís y el anuncio del portavoz del grupo, Abu Musab, tras el abatimiento de otros 159 miembros de las fuerzas gubernamentales dentro de los que se encontraba el subcomandante de la base, entrenado por Estados Unidos.

Por Luciano Mondino*

Después de que a finales de junio el gobierno somalí volviera a anunciar una guerra directa contra Al Shabaab en Somalia, los aliados regionales y extrarregionales han redoblado sus esfuerzos para intentar dañar las estructuras de este grupo que al día de hoy reencarna las intenciones de Al Qaeda en medio de un continente diezmado por el hambre, la pobreza y los estados fallidos.

¿Cómo ha avanzado el terrorismo islámico en África? Especialmente en la zona del cuerno, Al Shabaab preocupa a Somalia, Kenia y Etiopía. La organización surgió en 2006 y en 2012 juró lealtad a Al Qaeda, unos años de que comenzara su puja contra el Estado Islámico en las zonas del Levante. Su base operativa y donde más ha encendido su lucha ha sido en Somalia, un estado verdaderamente fallido en el que las fracturas sociales evidencian un estadio peor que el de la crisis humanitaria convencional: al 2017, un poco más del 70% de los somalís intentaba subsistir por 1,90 dólares al día. Sus poco más de 17 millones de habitantes mantienen una corta esperanza de vida que no llega a los 60 años.

El gobierno nacional también es reflejo de la crítica situación económica y social que el país atraviesa al estar en riesgo su integridad territorial e institucional. La complicidad del estado, por acción u omisión, se vuelve condición necesaria para que el germen del terrorismo se aproveche de bases sociales vulnerables y logre germinar en sectores de la sociedad frustrados. Su presidente, Hassan Sheik Mohamud, ha nombrado este último año a Mukhtar Robow, un desertor de Al Shabaab, para encargarle la lucha antiterrorista.

Uno de los líderes del grupo, Ahmed Abdi Godane, en 2019 juró lealtad a Ayman Al-Zawahiri, el segundo de Al Qaeda que durante el 2022 fue abatido en Kabul y dentro de un complejo cercano a los talibanes, lo que ha reforzado la sospecha de que los nexos entre los afganos y Al Qaeda no se ha cortado tal como se previa que sucediera después de las jornadas en Doha durante la administración de Donald Trump en el gobierno de Estados Unidos.

Su actual líder es Ahmed Diriye, objeto de investigaciones de inteligencia y quien ha escalado bastantes posiciones dentro de Al Qaeda por lograr articular los flujos de financiamiento directo desde la Yihad Global y el paso por el Cuerno de África, una zona geográfica.

El impacto estratégico global

Una consecuencia directa del asentamiento de conflictos armados duraderos y del semillero terrorista es que los puntos estratégicos centrales, especialmente los vinculados a los sectores económicos globales, de recursos energéticos y comerciales, pueden verse fuertemente afectados y con ello alcanzar un perjuicio al mundo entero considerando que nos movemos en economías globales e interdependientes.

Si el terrorismo de Al Shabaab lograra hacerse con Somalia y derrocar al gobierno, algo que está buscando incesantemente, lograría llegar a su capital, Mogadiscio, trasladando así el conflicto a la puerta de un país muy poco mencionado, pero con una vital importancia para la seguridad regional y posiblemente global: Yibuti.

En Yibuti conviven bases militares de distintos países: Estados Unidos, China, Francia, Japón, Italia y Arabia Saudita quien además observa con cautela el desarrollo de la guerra en Yemen y el paso de los Hutíes que se encuentran en la puerta sur del reino y cuyos misiles apuntan a los objetivos petroleros sauditas y emiratís. Es, además, un país de mayoría islámica que no llega al millón de habitantes y que está ubicado geográficamente en una zona vital del Golfo para el control del estrecho de Bab El Mandeb por donde fluye gran parte del comercio mundial y los flujos marítimos del gas y petróleo, zona de fundamental importancia dado el desarrollo de la invasión rusa en Ucrania.

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Camp Lemmonier, la base de inteligencia militar de los Estados Unidos, tiene la mayor presencia militar del continente. Esto es otro de los aspectos claves porque permite un control casi panóptico de las zonas más conflictivas del planeta: África, azotada por los grupos terroristas ligados a Al Qaeda; Oriente Próximo por la vitalidad del Golfo y el Índico que es vital para los intereses de Estados Unidos y China.

Según fuentes consultadas, se estima una participación (no reservistas) de entre 7 y 12 mil combatientes que apuntan a la muerte de civiles y fuerzas gubernamentales del gobierno somalí o sus aliados en Kenia o Etiopía. Se presume un presupuesto de más de 20 millones de dólares que se reparten entre armas, explosivos y los vehículos aéreos no tripulados (drones) con el posible uso del Scan Eagle estadounidense, robado por Al Shabaab, para atacar objetivos y también para el uso de la contrainteligencia y espionaje.

El paso del terrorismo islámico por África es un factor más que desencadena un eslabón de circunstancias críticas y que permitirá endurecer las fallas estructurales que ya condenan al continente africano. Queda claro, por último, que las amenazas globales tendrán siempre una repercusión global de alcances inimaginables.

Nota exclusiva para Radio Jai por Luciano Mondino     

Luciano Mondino es Licenciado en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales por la Universidad Católica de La Plata. Master en Política Internacional por la Universidad Complutense de Madrid. Sus principales líneas de investigación son sobre islamismo, Terrorismo y Crimen Organizado.