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Rompecabezas

Me preocupa el desmembramiento de la realidad en ese otro hogar que llamamos Israel. A la manera de Borges en su poema “Ajedrez”, me pregunto qué mano moverá las piezas de una suerte de rompecabezas de tal modo que vuelvan a encajar y concibamos algo aunque sea parecido a lo que alguna vez todos soñamos en torno a esa tierra y nuestro destino en ella. Las imágenes y versiones del proyecto varían, y el proceso de armar el rompecabezas parecería no tener fin; pero como lo indican las buenas prácticas de los aficionados a estos pasatiempos, lo importante es tener los bordes definidos, las rectas, el perímetro.

Hubo un tiempo en que los límites del contorno estaban más o menos claros; piezas sobre las cuales no podía caber mayor discusión. Líneas y ángulos rectos que definen el espacio que contienen, lo acotan, y lo singularizan. Si bien EL rompecabezas que llamamos Israel nunca estuvo terminado del todo, tuvo vacíos y faltantes, piezas perdidas y otras sobrantes, siempre pudimos reconocerlo. Ahora dejó de ser un juego, y además cuesta reconocerlo.

A un mes de instalado el nuevo gobierno de Netanyahu, un rompecabezas inesperado y desconocido, todavía están las piezas desparramadas sobre la superficie. Tan abrumadora es la situación, que las piezas desbordan los límites, haciendo imposible una imagen que se parezca a algo. El desmembramiento es tal que tiene que aparecer una figura paternal, admonitoria, serena pero firme, para intentar reencauzar el armado del rompecabezas: el Secretario de Estado de los EEUU Blinken no desembarcó en Oriente Medio para dar la bienvenida al nuevo gobierno israelí, sino para limitarlo.

Su cometido es un Estado de Israel fuerte y pujante, un statu-quo manejable entre Israel, la AP, y Hamas, y una lenta pero segura construcción de alianzas anti-Irán mediante los Acuerdos de Abraham. Ni las provocaciones palestinas, ni mucho menos las de la derecha nacionalista israelí (que juega con también juega con armas de fuego – apenas sucedieron los atentados empezó a armar a la población civil), están entre los juegos permitidos. Si Blinken se reunió con fuerzas civiles opuestas a las políticas y prácticas poco democráticas del nuevo gobierno es porque quiere limitarlo tanto desde fuera como desde dentro.

Ni Smotrich ni BenGvir son piezas aceptadas por la mayoría. Los recientes acontecimientos en Jenin son práctica militar habitual del Ejército de Defensa de Israel ejerciendo su derecho a la defensa y la prevención; en el contexto político actual, las mismas acciones de hace unos meses bajo Gantz y Lapid adquieren otro significado y tienen otras consecuencias. BenGvir no consiguió agitar el avispero cuando se coló en el Monte del Templo al otro día de asumir; la operación en Jenin, real y necesaria, dio rienda suelta a la causa palestina: atentados, muerte, más atentados, y festejos en sus calles. A su vez, y no puede ser casual, habilitó al Gobierno de Israel a redoblar el esfuerzo de construcción en tierras en disputa. Al final del día, todos ganan excepto los ciudadanos de a pie, israelíes o palestinos; las causas ideológicas encuentran la forma de colarse en la realidad y determinar los hechos. El viejo y clásico círculo vicioso de la violencia.

Como judíos galúticos, cuyo destino está atado al de Israel-Estado aunque no votemos en sus elecciones, es muy difícil comprender la imagen del proyecto; nos es ajena. Es como si siguiéramos percibiendo eso que llamamos Israel de cierto modo cuando en realidad hay que empezar a visualizar otras opciones.

El Israel que nos trae las noticias estos días está dramáticamente desdibujado en su contorno y conmocionado en su centro. En ese caos, difícilmente alguien pueda esbozar un cuadro con cierto sentido, aun cuando falten algunas piezas. Lo cual devolvería cierta calma y un sentido de propósito que hoy no podemos visualizar.

Ianai Silberstein

Reproducción autorizada citando la fuente con el siguiente enlace Radio Jai

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