Terumá: El poder de elevar
Nuestra Parashá, Parashat Terumá, nos viene a enseñar un gran concepto, que al ser aplicado, cambia toda nuestra visión acerca de este mundo.
En hebreo la palabra “Terumá” proviene de la raíz “rum” que significa “elevar”. Al Pueblo de Israel se le da una cualidad peculiar que es el poder elevar las cosas materiales, para así consagrarlas.
Nos dice la Torá en nuestra Parashá: “Y ésta es la ofrenda que habréis de tomar de ellos: oro y plata y cobre“. El oro, la plata y el cobre, tanto como el resto de los objetos materiales, pueden ser consagrados y elevados al ser utilizados por el judío de forma adecuada y en su debido momento.
Este concepto no es exclusivo de nuestra Parashá, sino que es enseñado a lo largo de toda la Torá. Encontramos en Parashat Mishpatim, la cual fue leída la semana anterior, el siguiente versículo: “Y hombres consagrados habréis de ser para Mí“. Explica el Rebbe de Kotzk que así dijo D”s: Ángeles y Seres Celestiales ya tengo suficientes, no necesito que ustedes también lo sean, sino que mi deseo es que sean hombres consagrados, es decir, que puedan consagrarse siendo humanos, con todo lo que esto trae consigo. De igual forma explican los Maestros de la Ética Judía – “Guedolei HaMusar” – el versículo en Tehilim: “Bienaventurado el hombre quien es temeroso de D”s” – “Bienaventurado el hombre – mientras es hombre”, es decir el objetivo es ser temeroso de D”s mientras siga siendo hombre, con todas sus necesidades e instintos propios del ser humano.
Este concepto explica la razón por la cual el alma desciende a este mundo, ya que podríamos preguntarnos, si nuestro objetivo es llegar al Mundo de la Verdad, el Mundo Venidero, en el cuál el alma se reencontrará con su creador para así deleitarse del resplandor de la presencia divina, qué necesidad hay que el alma descienda a este mundo si en realidad previo a tal descenso ella se encuentra en esa situación ideal a la cual aspiramos.
Por todo lo dicho anteriormente entendemos que el alma desciende a este mundo ya que ése es el único camino que ella tiene para elevarse. Los Ángeles, al igual que las demás criaturas celestiales, a nivel espiritual son constantes. A diferencia de ellos, el judío se le dio el poder de “dinámica espiritual” junto con el libre albedrío, lo que determina que está en sus propias manos decidir elevarse o descender.
Quiera el creador que sepamos utilizar correctamente las herramientas que nos fueron dadas para así permitir que la presencia de D”s resida en cada uno y uno de nosotros tal como acota el Midrash respecto al versículo de nuestra Perasha: “Harán ellos, en Mi Nombre, un santuario y Yo residiré entre ellos” – en el seno de él no fue dicho, sino “Betojam” – entre ellos, en el corazón de los hombres.
Por Uriel Edery
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