Biden en Kiev

La visita sorpresiva del presidente Biden a Kiev, en donde se encontró con su par ucraniano Volodýmir Zelenski y pasearon en público, es una señal poderosa hacia la Rusia de Vladímir Putin, cuando está comenzando su nueva ofensiva a pocos días de cumplirse un año del inicio de la invasión. A la voluntad ucraniana de defender su territorio, pueblo y cultura, se sumó el envío constante y creciente de suministros y armamentos de la alianza atlántica, una combinación que desbarató los planes pergeñados en el Kremlin.

Ha sido el primer año de lo que ya podemos ver como una larga guerra, sin salida inmediata. Putin ha tenido que recalcular varias veces, como un GPS enloquecido, ya que cambió de ruta por tomar atajos equivocados. Zelenski ha logrado consolidar apoyos políticos y militares en su reciente visita a Europa occidental, y la visita del presidente Biden –con un viaje programado a Polonia para el martes y miércoles- es otra señal a su favor. La comunicación es hacia dentro y hacia fuera: la opinión pública está naturalizando esta guerra, sobre todo porque el gran fantasma de la crisis energética fue despejado con varios meses de anticipación antes del invierno boreal. Ya son escasas y marginales las voces que claman a favor de Rusia dentro de Occidente. El presidente Biden, a su vez, está transitando la segunda parte de su mandato, y ya aparecen los primeros candidatos republicanos y demócratas a sucederlo; esto lo obliga a emitir señales fuertes de que aún es el primer mandatario, aspire o no a un segundo período consecutivo en 2024. Con la Cámara de Representantes (diputados) con mayoría republicana, se la hará más complejo el apoyo económico y militar a Ucrania, ya que en las filas de ese partido hay elementos que coquetean con el aislacionismo, con Putin y el rechazo a la OTAN.

Lejos del clima de jolgorio del carnaval, en Europa se vive con la idea de que la guerra llegó para quedarse unos años, con una catástrofe humanitaria que todavía es incalculable, y una reconstrucción que aún no puede comenzar en plena guerra.

Ricardo López Göttig