Purim: la celebración más alegre de la tradición judía
La festividad de Purim el 14 del mes de Adar según el calendario hebreo es la celebración más alegre de la tradición judía.
La historia nos enseña que hace más de 2000 años, el Sagrado Templo de Jerusalem fue destruido por el rey babilonio Nebujadnezar. El pueblo judío fue entonces enviado fuera de la tierra de Israel y forzado a vivir en Babilonia. 50 años después, Persia venció a Babilonia. Ajashverosh fue el segundo rey Persa. Él gobernó 127 provincias desde Hodu (India) hasta Kush (África), el reino más grande y más fuerte del mundo.
Enojado porque lo había desobedecido con una orden, el rey Ajashverosh mandó a matar a la reina Vashti. Luego mandó a sus hombres a buscar casa por en casa en todo Persia, para que encuentren a las mujeres más bellas del reino, quienes eran enviadas a Shushan (la capital) hasta ser presentadas delante del rey.
En Shushan, una huérfana judía de nombre Hadasa vivía con su tío Mordejai. Cuando los hombres del rey llegaron a la casa de Mordejai, él le dijo a Hadasa, “No temas, ve con ellos. No les digas que eres judía. Diles tu nombre Persa – Ester. ¡D-s te cuidará!”.
Ester era buena, gentil y muy hermosa. Tan pronto como el rey la vio, la eligió como su nueva reina. Ester designó a siete sirvientas, una para cada día de la semana, de esta manera ella podría saber qué día era Shabat. Sus comidas eran casher. Y todo el tiempo mantuvo su secreto. Nadie sabía que era judía. Todos los días, Mordejai se sentaba fuera de la puerta del palacio para esperar noticias de Ester.
Un día, sentado en la puerta del palacio, Mordejai escuchó por casualidad a dos hombres planeando asesinar al rey. Le contó a Ester y los dos hombres fueron atrapados y asesinados. A pesar de que en el Libro Real fue registrado que “Mordejai el judío” había salvado al rey, el asunto fue olvidado rápidamente.
Poco después, Ajashverosh designó a Hamán – el hombre más rico del reino – como su nuevo primer ministro. A todos los súbditos del reino les fue ordenado honrar a Hamán e inclinarse ante él. Todos lo hicieron, excepto Mordejai. Hamán estaba furioso. Fue directamente a ver al rey para quejarse. “Hay una nación”, dijo, “repartida a lo largo del reino, que es diferente de todas las otras naciones. No comen nuestra comida, no toman nuestro vino y ¡no se casan con nuestras hijas! No cumplen con las leyes del rey y no trabajan. Cada siete días descansan y siempre están celebrando fiestas. Si me das permiso, los puedo destruir por ti. Incluso puedo pagar con mi propio dinero cualquier gasto que se presente”.
Ajashverosh le dio a Hamán su anillo real para sellar órdenes y decretos. Ansioso de llevar a cabo un trabajo perfecto, Hamán quería ejecutar su plan en el día correcto, un día de suerte bendito por sus dioses y estrellas. Hizo una lotería – purim en hebreo – para elegir el día. Luego, mandó cartas, selladas con el anillo real del rey, a cada una de las 127 provincias del reino. “En el día 13 del mes de Adar”, decía el decreto “deberán destruir, matar y asesinar a todos los judíos, jóvenes y viejos, mujeres y niños, a todos en un solo día. Su dinero y sus propiedades serán de ustedes desde ese día”.
Cuando Mordejai escuchó lo del decreto le dijo a Ester que ella debía hablar con el rey para tratar de salvar a los judíos. Ester tenía miedo, ya que estaba prohibido presentarse frente al rey sin previo aviso. Ester pidió que los judíos de Shushan ayunaran y rezaran por ella tres días.
Ester fue a ver al rey quien le dijo: “¿Qué necesitas mi reina?”, preguntó él. “¡La mitad del reino es tuyo si lo pides!”. Pero Ester pidió solamente que el rey y Hamán asistieran a un banquete privado que ella estaba organizando. En el banquete, Ajashverosh volvió a preguntar, “¿Qué deseas? ¡Lo que quieras es tuyo!”. Pero Ester sólo invitó al rey y a Hamán a una segunda fiesta. “¡Que extraño!”, pensó el rey. Pero Hamán estaba encantado. Cuando Hamán salió del palacio, pasó frente a Mordejai en la puerta. Su placer se transformó en odio. “¿Soy lo suficientemente importante como para ser invitado por la reina a un banquete privado junto al rey y ese judío se rehúsa a inclinarse ante mí?”. ¡Él quería matar a Mordejai en ese lugar y en ese preciso momento sin esperar el 13 de Adar!
“¡Hazlo!” le aconsejó su malvada esposa Zeresh. Entonces Hamán construyó una horca de 50 codos de alto en su propio patio. Iba a colgar a Mordejai en la primera oportunidad que tuviera.
Esa noche, el rey no podía quedarse dormido. Se dio vueltas en la cama hasta que finalmente llamó a su sirviente para que le trajera el Libro Real y le leyera las crónicas del reino. El pesado libro se abrió en la historia de cómo Mordejai el judío había advertido acerca de la conspiración en contra del rey y así había salvado su vida.
“¿Qué recompensa recibió el judío?”, preguntó el rey.
“Ninguna, señor”, fue la respuesta.
“¿Salvó mi vida y no recibió recompensa?”, vociferó el rey.
Justo en ese momento, alguien tocó la puerta. Era Hamán que venía a pedir permiso para colgar a Mordejai el judío. ¡Estaba tan apurado que ni siquiera podía esperar hasta mañana!
“¡Hamán!”, exclamó el rey. “Dime, ¿qué se debe hacer a un hombre que el rey desea honrar?”
“Se debe estar refiriendo a mí”, pensó Hamán contento. “Yo sé exactamente lo que se debe hacer”, dijo. “Hay que vestirlo con ropajes del rey. Poner la corona del rey sobre su cabeza. Dejarlo montar el caballo real. Y hacer que un sirviente camine delante del caballo gritando: ¡Así se hará al hombre a quien el rey desee honrar!”.
“¡Maravillosa idea!” gritó Ajashverosh. “Lo dejaré en tus manos. ¡Busca a Mordejai el judío y haz tal como has descrito, hasta el más mínimo detalle!”.
Hamán hizo lo que él mismo había ordenado y Mordejai fue llevado con honores reales a través de las calles de Shushan.
Hamán volvió a su casa, amargado y destrozado. Pero no tenía tiempo que perder. Tenía que estar en el palacio real a tiempo para el segundo banquete de la reina. Una vez más, el rey preguntó, “¿Qué deseas Ester? ¿Por qué nos has invitado? ¡Tal como digas será hecho!”.
Esta vez, Ester habló. “Salva mi vida”, dijo “y la vida de mi pueblo. ¡Hemos sido sentenciados a muerte!”.
“¿Muerte? ¿Tu pueblo? ¿Quién hizo esto?”, preguntó sorprendido el rey.
“¡Un hombre perverso y malvado! – ¡Tu ministro Hamán!”
El rey estaba tan sorprendido que salió de la habitación para mantener la compostura.
Temblando y con miedo, Hamán se tiró sobre la reina para rogar por misericordia. Justo en ese preciso momento, volvió Ajashverosh.
“¿Qué?” exclamó. “¿Cómo te atreves a atacar a la reina en mi palacio? ¡Llévenselo y cuélguenlo!”, gritó.
Al final, Hamán fue colgado en la horca que él mismo había construido para Mordejai. ¡Y Mordejai se convirtió en el nuevo primer ministro del rey, en el lugar de Hamán!
De acuerdo a la ley Persa, era imposible cambiar un decreto que ya había sido sellado con el anillo real, por lo que el rey no podía anular el decreto en contra de los judíos. Pero Mordejai recibió el anillo real para emitir cualquier decreto que creyera útil para los judíos. Ahora era el turno de Mordejai de mandar una carta real. Decía: En el día 13 de Adar, todos los judíos del reino se organizarán para defenderse. ¡Los Persas estaban más que contentos de escuchar a Hamán y de matar a los judíos, pero si lo judíos iban a armarse y defenderse con protección real, era una historia diferente!
El 13 de Adar, los judíos del reino se juntaron y se defendieron. Miles de sus enemigos murieron incluyendo a los 10 malvados hijos de Hamán, que fueron colgados de un árbol. A diferencia de los persas que pensaban tomar dinero y bienes, los judíos no tomaron ningún botín. El 14 de Adar, dieron gracias a Dios y celebraron.
Pero en la ciudad capital amurallada de Shushan, los judíos siguieron festejando un día adicional. El 15 de Adar los judíos de Shushan celebraron su victoria. Por eso, nosotros celebramos:
El Ayuno de Ester el día 13 de Adar.
Purim el día 14 de Adar.
Shushan Purim el día 15 de Adar.
Ester pidió a los rabinos que escribieran la historia de Purim y que la incluyeran en la biblia. Rollos – Meguilot – fueron escritos y enviados a los judíos de todo el reino. Los rabinos ordenaron a la gente cuidar la fiesta de Purim por siempre como un día de agradecimiento, celebración y alegría; de mandar regalos a los amigos y dar dinero a los pobres. ¡Y eso es justamente lo que los judíos han estado haciendo durante los últimos 2.400 años!
Las cuatro mitzvot (preceptos) principales de Purim:
1. Meguilat Ester – leemos la historia de Purim en la tarde y al día siguiente. Y cuando se menciona a Hamán, hacemos la mayor cantidad de ruido posible, para borrar su nombre y su memoria.
2. Mandamos regalos de comida – al menos a un amigo o pariente, porque Purim es tiempo de amor y de amistad entre los judíos.
3. Damos regalos de dinero a los pobres – porque Purim es tiempo de compartir, preocuparse y ayudar.
4. Comer una comida festiva de Purim – la comida especial que se come en la tarde de Purim.
Y no te olvides, ¡Purim es la fiesta de los disfraces! Celebramos que todo puede convertirse en algo diferente y que nada es exactamente lo que parece. Entonces, empieza a pensar, ¡¿quién quieres ser en Purim?!
¡Purim Sameaj para todos! Que Purim y todos los otros días del año, estén llenos de luz y alegría – honor y goce, tal como fue para el pueblo judío hace tantos años en el tiempo de Ester y Mordejai.
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