Purim: atentos a los disfraces

Siempre me ha llamado la atención la atracción que causan las fiestas de disfraces. Parecería que hay algo en nuestra psiquis a la que le atrae esconderse detrás de máscaras.

Los griegos desarrollaron el teatro y definieron que una “Persona es una máscara”, La fascinación que produce el teatro y el cine es ver como una persona personifica a una otra.

Los carnavales son una expresión colectiva de ese juego de disfraces y máscaras, donde el anonimato, parecería libera las pulsiones primitivas y reprimidas de nuestra animal humanidad.

La festividad de Purim es un festejo muy particular. En profundidad nos enseña que en nuestro mundo hay mucho caos y confusión (Olam hasheker-el mundo de la mentira), muchas máscaras que deben ser desenmascaradas.

El maldito Amán se hacía pasar por un fiel servidor del Rey Ajashverosh, cuando dictamina la aniquilación del pueblo de Israel del reinado de Shushán, so pretexto de un pueblo que mantiene su fidelidad al único D.s. Tuvieron que surgir y jugársela el justo Mordejai y la reina Esther para desenmascarar a Amán.

La lucha entre el bien y el mal es una constante en la historia humana. La confusión y ocultamiento de personajes siniestros que ocultan su verdadero rostro una permanente. Ni hablar en épocas como la actual donde el relativismo impera.

Purim nos permite un breve instante y no más que eso, de supuesta confusión. Nos convoca de inmediato a diferenciar entre el bien y el mal. A ser auténticos, a no llevar máscaras y desenmascarar a aquellos que se ocultan en las mismas.

En la Meguilá D.s aparece oculto, enmascarado en la acción meritoria de Esther y Mordejai para que los judíos lo descubramos y en ese momento surja la luz, la alegría y el regocijo.

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