¿Tercera potencia global o comodín?
La semana pasada, India fue noticia porque según el Informe del Fondo de Población de la ONU, dio la proyección demográfica para el 2023 de este país asiático, y señala que su población alcanzará los 1.428,6 millones de personas y superará a China, que llegará a los 1.425,7 millones, es más, según Word Population Review, para fin de este mes, el Tigre superará al Dragón en aproximadamente 400 mil habitantes, aunque hay algunos demógrafos que estiman que esta superación se dará recién dentro de un par de años, una discusión que seguro se saldará con el censo del 2024 que llevará a cabo el gobierno de Nueva Delhi, pero en lo que si coinciden, que el aumento de población india será positivo durante la próxima década, y que para el 2030 pasará los 1.500 millones y para el 2065, podrán ser 1.700 y con Mumbay, Nueva Delhi, Calcuta y Bangladore como megalópolis.
Más allá de lo señalado, este gran país tiene una historia de casi 5 milenios, con el hindú como uno de los idiomas oficiales, el 3ro. más hablado del mundo, y su 2do. idioma oficial es el inglés, y logró su independencia el 15 de agosto de 1947, tras la partición del virreinato británico en dos Estados, India y Pakistán, los que han sostenido tres guerras entre si y mantienen tensiones por litigios territoriales, como el de Cachemira.
Pero volviendo al presente, la India es indudablemente un actor importante en el sistema internacional y merece un análisis, no sólo regional y global, sino también, como es la India con sus problemas, contradicciones y la dinámica de sus políticas gubernamentales, sociales y su cultura, desde sus avances como soft power y su desarrollo tecnológico-científico, y sus crisis y conflictos geopolíticos, sin obviar su seguridad nacional, y entonces, así entender porque India esta dejando de ser una potencia emergente para constituirse en una ya consolidada a nivel global, y lo que esto significa no sólo para India, sino en el juego del Poder Mundial.
Tal como se señaló, India tiene unos 4.600 años de historia, y esto se traduce en un profundo sentimiento de pertenencia a ese milenario legado, aún entre aquellos que no tienen una educación formal, en un país que es socialmente plural con más de 4.300 comunidades y cientos de dialectos.
La experiencia democrática, ha tenido un impacto importante en el ascenso tanto sociopolítico como en el sociocultural, pues la democracia india lleva más de 70 años, donde los grupos sociales que han estado al margen de la sociedad, y que ahora gozan del acceso a la política, se refleja en una sociedad más inclusiva, dejando en el pasado el viejo sistema de castas, que en áreas alejadas, aún se puede percibir, y es quizás un factor ralentizador a ese proceso que se ha puesto en marcha hace décadas, con el objetivo de superar estas arcaicas fisuras internas que muchas veces han generado tanta violencia.
Ahora bien, desde su independencia en 1947 se puede identificar en el campo político, tres etapas donde la violencia se ha manifestado más claro, la 1ra., protagonizada por los grupos étnicos que prevalecían en la periferia del país, la 2da., en la década de los 60, donde movimientos de izquierda se manifestaban con distinta intensidad, en particular contra la persistencia de ciertas estructuras semi feudales, reclamando una reforma agraria, con proyectos modernos y de desarrollo social, y la 3ra., se da a partir de los 80, con movimientos y partidos de derecha, como respuesta a la dislocación social de los efectos de la modernización del Estado, encontrando en la reafirmación del nacionalismo indio su factor aglutinante.
Ya en el actual siglo, el gobierno ha iniciado una política proactiva y federal, donde también se contempla la extraterritorialidad, y este cambio radical se da por los siguientes factores, el 1ro., religioso-cultural, la reafirmación de lo hindú, tanto en el ámbito de su territorio como en la diáspora, 2do., el económico, pues los residentes indios en el exterior, colaboran con casi el 4% del PBI nacional en remesas de miles de millones de dólares que envían, y el 3ro., políticamente el gobierno ha dimensionado la gran influencia de los “pravasis”, el indio no residente, y como éstos pueden ejercer presión y hasta formular políticas en los países en que residen, tal como las organizaciones indo-americanas en los EE.UU., y es por eso que se ha decretado el Día del Indio No Residente o Pravasi Bharatiya Divas, el día que se conmemora el regreso de Gandhi a la India, incluso hoy se evalúa la perspectiva de posibles operaciones militares para evitar las persecuciones sufridas por sus ciudadanos, como ha ocurrido en Birmania o Uganda en las últimas décadas.
Estos cambios, hacen que el gobierno se jacte de ser la democracia más grande a nivel global, más allá que su actual 1er. ministro Narendra Modi del partido Nacionalista Hindú, con un discurso nacionalista, va en busca de un 2do. mandato, tentando a la autocracia, como por ejemplo, el caso del líder opositor Rahul Gandhi, de 52 años, líder del partido Congreso Nacional Hindú, quién fue condenado el 23 de marzo ppdo., a 2 años de prisión por difamación y expulsado del parlamento, sentencia que apeló en 1ra. instancia y le fue denegada y que ahora recurrirá al Tribunal Superior del estado de Guparat, y que en caso que no prospere, asegura a Modi ganar las elecciones generales del 2024.
Pero volvamos a la diáspora india, sean tanto los nacidos en el país como sus descendientes de 2da. generación que viven en el extranjero, que según informes, superan los 31 millones, y según el Dto. de Asuntos Económicos y Sociales de la ONU, considera que India tiene una de las diásporas más grande a nivel global, y este fenómeno tiene como una de sus causas, el gran desarrollo del sector tecnológico-científico, que se consolidó a partir del gobierno del 1er. ministro Rajiv Gandhi a fines de la década de los 80.
Las políticas aplicadas, beneficiaron a las empresas de este sector, se abrieron las importaciones de ordenadores y se centró en la generación de profesionales, donde las exigencias se ven reflejadas en que sólo cerca del 2% de aspirantes ingresan a las universidades, que son públicas, y muchos de los egresados , altamente cualificados, hacen sus posgrados en el exterior, es decir, esta formación de excelencia de recursos humanos, conlleva a que miles de jóvenes profesionales emigren en búsqueda de futuro, debido a que las empresas del sector tecnológico-científico no los pueden absorber, constituyendo así una diáspora laboral que va en ascenso año a año, más allá de aquellos que han consolidado algo más de un centenar de Unicornios en la propia India.
Algunos de estos “pravasis”, han llegado a puestos en los países donde residen, o sus descendientes, que otrora eran impensables, tenemos los ejemplos, del 1er. ministro del Reino Unido, Richi Sunak, el pte. de Surimán, Chan Santokhi, el 1er. ministro de Irlanda, Leo Varadkar, a lo que debemos agregar los CEOs indios de importantes empresas, como Nokia, Adobe, Google, Microsoft o Apple.
Esto es producto de las políticas de apertura económica y financiera, junto al pujante desarrollo tecnológico-científico, que se inició en el mandato de Rajiv Gandhi y que fue continuado por sus sucesores, y ratifica la ecuación que el desarrollo económico-financiero está directamente relacionado con el desarrollo tecnológico-científico, es el Make in India del premier Modi, que incluso en el ámbito espacial, tiene como objetivo enviar una misión tripulada al espacio exterior, que convertirá así a la India en la 4ta. potencia espacial.
También, este Make in India se refleja en la producción de video juegos inspirados en la cultura y mitología india, que más allá de la importancia lucrativa de su exportación, también reafirma la corriente “Hindutva”, el nacionalismo hindú.
Por otra parte, las crecientes inversiones de empresas transnacionales, como las nombradas, se reflejan en impresionantes edificios y torres en Mumbay, Nueva Delhi o Calcuta, aprovechando una mano de obra barata y los miles de profesionales cualificados , sin olvidar que India tiene una de las más grandes e importantes empresas del sector farmacéutico y biotecnología, y por supuesto, el enorme desarrollo de la industria cinematográfica, “Bollywood”, que en mercados como el asiático principalmente, y en menor difusión en otros, le genera a la India ingresos por miles de millones de dólares, sin embargo India sigue luchando con sus propias contradicciones, megalópolis con sus grandes y modernos edificios y barriadas precarias, con más de 220 millones de pobres, si bien las políticas aplicadas en los últimos tres lustros, más de 400 millones han dejado de serlo, y contrasta con las proyecciones para fines de la década que prevé más de 1 millón de millonarios, mientras en la actualidad, la desnutrición y mortalidad infantil siguen siendo acuciantes.
De lo hasta aquí reseñado, es indudable que India es una potencia más que emergente, que en política exterior se ha caracterizado por mantener, con sus lógicas variantes acorde al dinamismo de las relaciones internacionales, la matriz de la Neutralidad, que tiene su origen en la visión de Nerhu y aquel movimiento de Países No Alineados de tiempos de la Guerra Fría, por eso no es de extrañar que tenga por el caso, buenas relaciones con dos Estados enfrentados, Israel e Irán, de mantener una histórica relación con Moscú, desde la época de la Guerra Fría con Indira Gandhi, y hoy con la Rusia de Putin, con la que amplía la cooperación económica y comercial, que en el 2022 a febrero ppdo. se situó en u$s.45.000 millones, como así también en el campo de la energía nuclear con fines pacíficos, sin olvidar que el gas y el petróleo ruso que no va a la eurozona, es comprado por la India a precios muy bajos y que el gobierno indio no ha condenado la invasión de Ucrania, lo que tampoco daña las relaciones con algunas potencias europeas occidentales, como ser el Reino Unido, Irlanda, Bélgica, Holanda y Alemania, donde como se señaló, su diáspora tiene un importante rol en la política y el sector tecnológico, en cuanto a los EE.UU., sucede algo similar pero a lo que hay sumar que para Washington es estratégicamente vital la proyección india en la cuenca del Océano Indico y la participación en las maniobras navales junto a los aliados de los estadounidenses en el Pacífico, Australia, Japón y Corea del Sur, además, la actual proyección de inversiones directas indias en Latinoamérica, en particular en el sector energético en Colombia, Venezuela, Brasil y Argentina, son vistas por la Casa Blanca como una alternativa a competirle y hasta frenar las inversiones chinas en esa región, y en cuanto a China, la relación entre ambos gigantes asiáticos se está transformado de la competición a la complementación, tanto en el campo económico como en el tecnológico-científico, algo que es conveniente para Beijing en su proyecto de la Ruta de la Seda y que ha motivado que los litigios territoriales en la región del Tibet y noreste de Cachemira, que ocasionaron enfrentamientos armados, se dirima diplomáticamente, y por supuesto, son los dos grandes actores del bloque de los BRICS, con objetivos comunes, en este panorama, se podría señalar que el problema que debe afrontar la India es con su vecino Pakistán, con quien ya ha sostenido tres guerras, de las que ha salido victoriosa y le ha costado al gobierno de Islamabad la pérdida de su región oriental, hoy convertida en la República de Bangladesh con una fuerte impronta bengalí, sin embargo, ambos Estados son dos potencias con capacidad militar nuclear, lo que desvela tanto a Washington como a Beijing ante la posibilidad de un 4to. conflicto y el uso de dicho poder, por ahora disuasorio para ambas partes, sin embargo Pakistán ha sido a través del ISI, su Servicio de Inteligencia, un actor importante en el accionar del terrorismo islamista radical de raíz sunnita, como lo prueban los ataques terroristas desde 1993 en Mumbay, que se han reiterado en el 2006 y 2008, en este último costo la vida de 166 personas y más reciente en el 2022 en el Hotel Taj Mahal, en Mumbay, lo que constituye un serio problema de Seguridad Nacional, pero más allá de lo señalado, India asumió el 1 de diciembre del año pasado la presidencia del G-20 con lo que esto representa en el sistema de gobernanza global, y que tendrá a Nueva Delhi como centro de reunión del grupo para el 9 y 10 de septiembre del 2023.
Finalizando la columna de hoy, surge una conclusión y un interrogante, la primera es que la India, hoy la 5ta. potencia económica mundial, ha superado al Reino Unido y las proyecciones para el próximo decenio la ubican superando al Japón y a Alemania, alcanzando el 3er. puesto con un PBI que crece a un casi 6% anual e incluso algunos foros económicos y consultoras, vaticinan que para el 2040 podría superar a los EE.UU., y además del campo económico no olvidar, que hoy es la 4ta. potencia nuclear y posee unas FF.AA. más numerosas, las 2da. después de China, y por su poderío, las 7ma. a nivel mundial, por lo que sería lógico calificar en el presente a India como una Potencia Moderna, lo cual nos lleva a la pregunta que suple la clásica frase de cierre, ¿ India, su futuro rol y status, en un sistema internacional en transformación, será Tercera Potencia global o Comodín?
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