Israel: Una democracia erosionada? – Por Raúl Woscoff
En las protestas en Israel las voces se unen frente a las arengas de los disertantes gritando : democracia! Y vergüenza!
Por Raúl Woscoff
En esas dos palabras se sintetiza el objetivo a preservar, frente al embate de trasnochadas propuestas del oficialismo y la indignada reacción frente a las conductas de muchos de sus ministros, a la democracia.
Son expresiones que emergen como latigazos verbales de una realidad compleja y profunda.
Iniciado el intento de reformas por parte del gobierno, una constitucionalista israelí definió a Israel como una ” democracia erosionada”.
Con el nombre de erosión se alude a un proceso de degradación del suelo, por factores hídricos o eólicos. Y como todo proceso tiene sus resultados, por su efecto capas del suelo se ven alteradas y los ecosistemas modifican su funcionamiento.
No muy diferente es lo que ocurre con los procesos políticos en diferentes países.
Desde hace años los teóricos vienen definiendo los caracteres relevantes de un proceso dónde la legitimidad de origen de un gobierno, por decisiones propias o factores externos que en él influyen, afectan los derechos de las minorías o comprometen la independencia del poder judicial.Y califican a ese proceso de “erosión”.
La autocracia, generalmente definida por resultar la antítesis de la democracia, impregna a esta última y comienza a corroerla afectando los elementos esenciales que la caracterizan.
La Corte Suprema de Justicia en la Argentina, hace ya algunos años, llamó a la democracia dónde la libertad de expresión comenzó a ser afectada, cómo ” democracia desmedrada”o puramente nominal.Para ello la Corte protegió con sus fallos aquella libertad esencial para la democracia.
Cómo si fuera una escena dantesca la espiral de los factores autocráticos se combinan con la democracia y comienzan por generar el desapego de una ciudadanía por la falta de respuestas.
Las protestas en Tel Aviv, Kfar Saba, y otras ciudades son un ejemplo elocuente de la interacción de los procesos descriptos.
Por ello conductas incompatibles con el sistema democrático, cómo las cargas impuestas sobre un sector de la población privilegiando a otros eximidos de cumplirlas, solo profundizan la deslegitimación de origen de un gobierno.
Solo la existencia de dirigentes del oficialismo y la oposición que privilegien los procesos democráticos con caracter excluyente podrán detener la creciente “autocratización’ que alienta el primero.
Caso contrario la historia ya nos ha mostrado adónde nos llevan los fanatismos.
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