Turquía va a la segunda vuelta presidencial
Los ojos de gran parte del mundo observaron el desarrollo de la primera vuelta de la elección presidencial en Turquía, ante la posibilidad de que Erdogan debiera enfrentar una segunda vuelta dentro de dos semanas. Y es que Recep Tayyip Erdogan ha marcado los últimos veinte años del gobierno y la política de este país con un sello personal muy diferente a los anteriores, en tanto que la posición estratégica de Turquía hace que cualquier movimiento allí tenga repercusiones en inmediatas en Europa, Medio Oriente y el norte de África.
Erdogan ejerció como primer ministro entre 2003 y 2014, y luego asumió la presidencia de la República desde 2014 hasta ahora, cuando se presenta como candidato para un tercer período consecutivo. De un partido neto contenido islámico, esto significó un cambio sustancial en la política turca, marcada por el más férreo laicismo desde tiempos del fundador de la República, Mustafá Kemal (a) Atatürk, que occidentalizó y modernizó al país tras la derrota del Imperio Otomano en la primera guerra mundial.
La posición geográfica de Turquía la coloca en un punto de la más enorme relevancia para el planeta. Después de todo, Estambul es la antigua Bizancio o Constantinopla, la llave de acceso desde el Mar Egeo al Mar Negro, con el control de los estrechos del Bósforo y Dardanelos. Por la invasión rusa a Ucrania se pudo ver con claridad su importancia, ya que por allí pasan los barcos con cereales procedentes de esos países para comerciar y alimentar a millones de personas. Y esto ha sido así desde hace más de dos mil años, tal como nos lo relata Homero en la Ilíada, ya que la ciudad de Troya estaba ubicada en las puertas de los Dardanelos.
Con orillas en el Egeo, el Mediterráneo y en el Mar Negro, en la costa meridional frente a Ucrania y Rusia, limita físicamente con el Cáucaso, la República Islámica de Irán y Siria, y por ello fue una pieza fundamental en el ajedrez de la guerra fría, ingresando tempranamente en la OTAN junto a Grecia en 1952. No así a la Unión Europea, siendo ya un eterno candidato exhausto de intentar entrar. Erdogan jugó hasta el máximo de sus posibilidades para acumular poder interno y externo, coqueteando con la Rusia post soviética de Vladímir Putin, interviniendo militarmente en conflictos regionales como los de Siria y Libia, manteniendo la división de Chipre y estableciendo fuertes lazos con Azerbaiyán y las repúblicas ex soviéticas de Asia Central. Asimismo, ha establecido reparos al ingreso conjunto de Finlandia y Suecia a la alianza atlántica, al punto tal que sólo la primera ha logrado acceder a la OTAN este año. Hay analistas que denominan como “neo otomanismo” a esta política exterior tan activa de Erdogan, recordando la expansión del viejo imperio de la dinastía osmanlí
Pero dos decenios son, también, el tiempo de agotamiento de los liderazgos políticos, a lo que se suma el terremoto que azotó al sur de Turquía este año, y que expuso el mal manejo de la catástrofe y la negligencia de las autoridades durante mucho tiempo. Erdogan, pues, deberá enfrentarse a un candidato que unificó varios partidos opositores dentro de dos semanas: Kemal Kiliçdaroğlu. Catorce días que marcarán si hay continuidad o algunos cambios.
Ricardo López Göttig
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