Shavuot en el desierto
Por el Rabino Yerahmiel Barylka
La acción transcurre en el desierto
El desierto acompaña la vida de nuestra nación desde sus inicios como tal, y se presenta como telón de fondo de su surgimiento hasta el ingreso a Israel. El desierto es parte de la naturaleza de la relación entre Israel y .A. La Torá está conectada con el desierto. Se nos ordena recordar “el día que estuviste delante de .A. tu Dios en Jorev, cuando .A. me dijo: “Reúneme el pueblo para que yo les haga oír mis palabras, a fin de que aprendan a temerme todos los días que vivan sobre la tierra y las enseñen a sus hijos. Os acercasteis, pues, y permanecisteis al pie del monte, y el monte ardía en fuego hasta el mismo cielo: oscuridad, nube y densas tinieblas” (Devarim 4:10-14).
La lectura de la Torá en Shavuot, se relaciona al desierto del Sinaí.
En Bemidbar 21:18 leemos “umimidbar mataná“, que el Talmud en Nedarim 55a interpreta: “El regalo de la Torá salió del desierto”.
¿Por qué se entregó la Torá en el desierto, un lugar desolado e inhóspito donde es imposible plantar o cosechar un fruto? ¿Por qué Shavuot se identifica con la mitzvá de Bicurim, mandamiento que se encuentra en Devarim 26:1-11 y que consiste en traer las Primicias al Templo de Yerushalaim? ¿Cómo se fusionan la esterilidad y la fecundidad en la fiesta de la Entrega de la Torá?
Podemos ver la conexión de Bemidbar y Shavuot al intentar pensar un mundo sin Torá, que es un páramo árido de desolación espiritual, que a través del estudio y la aplicación de la Torá se convierte en un paraíso floreciente y fructífero un Jardín del Edén.
Hace más de 3.300 años, .A. proclamó que podemos transformar un desierto en paraíso,
Shavuot no es solo el día de la entrega de la Torá, sino también un día para recrear el mundo. Antes de la entrega de la Torá, el mundo era un desierto (tohu vavohu – caos y confusión). Pero a través de la Torá, recibió el potencial de convertirse en un Jardín del Edén.
Sobre el versículo final del primer capítulo de Bereshit “Vayehi erev vayehí boker yom hashishí -fue en el sexto día que se completaron el cielo y la tierra-“, el Talmud en Shabat 88 explica que se refiere no solo al sexto día de la Creación, sino también al sexto día de siván, el día en que .A. dio la Torá.
.A. condicionó toda la Creación a la aceptación de la Torá por parte de Israel en ese día. Solo entonces el cielo y la tierra encontrarían satisfacción.
Cuando Israel aceptó la Torá, el mundo perfeccionó la manera para salir del caos y la confusión y poder transformarse de un desierto árido a un huerto, produciendo Primicias.
Los Sabios enseñaron: la Torá fue entregada acompañada de: fuego, agua y desierto… ¿Por qué? Para indicar que, como estos son gratuitos para todos, también lo son las palabras de la Torá… Quien no sea tan abierto como el desierto, no puede adquirir sabiduría y Torá (Bemidbar Rabá 1:7).
La Torá fue entregada en el lugar más desierto del mundo; porque si se hubiera dado en la tierra de Israel, sus habitantes habrían proclamado rápidamente: “¡Es nuestra!” y si se hubiera dado en otro lugar, las colectividades de ese lugar habrían dicho “¡Es nuestra!”. Por lo tanto, se dio en el lugar más desolado, donde quien quisiera llevarlo podría hacerlo (Mejilta de Rabí Ishmael).
.A. los guió por el desierto durante cuarenta años. Dijo el Bendito Santo: Si los conduzco por el camino directo, cada persona se apoderará de su campo y su viña, y no participará en la Torá. En cambio, los guiaré por el desierto, y comerán el maná y beberán el agua del pozo y la Torá se registrará en ellos (Midrash Tanjuma, Beshalaj, cap. 1).
El desierto no es un hogar. No tiene ciudades, ni nadie puede alegar su propiedad en él. Es el lugar de los nómadas que tienen lo que necesitan, y lo que requieren es lo esencial, pero no tienen posesiones. La vida en el desierto es la mejor preparación para una vida de libertad.
Bemidbar siempre se lee justo antes de Shavuot, el momento de la entrega de la Torá: para enseñar que si quieres recibir la Torá, debes ser como el desierto desguarnecido, tener una gran humildad y no sentir motivo de orgullo, saber que estás desposeído y carente de todo (Yiturei Torá).
La dura realidad interna del desierto, tierra extremadamente seca y con escasa vegetación, purifica cualquier rastro de esclavitud. Este desierto es la partera de nuestra nueva vida, después de un trabajo de parto largo y duro. El desierto nos obliga a enfrentar la resistencia, la ambivalencia y el autoengaño que nos ha impedido recibir nuestro derecho de nacimiento de todo corazón: el flujo prometido de leche y miel que se nos da, y a través de nosotros, con cada momento de la vida.
En una frase: el midbar fue y es, la mejor preparación para recibir la Ley y para disponernos para llegar a nuestro destino nacional.
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