Entre la guerra potencial con Irán y la normalización de relaciones con Arabia Saudita: las prisas diplomáticas pendientes para Israel
Por Esteban Silva, para Radio Jai
En la política cotidiana del Medio Oriente, las coincidencias temporales son raras y las casualidades no existen. El pasado martes, el jefe del Estado Mayor de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), general Herzi Halevi amenazó a Irán con un ataque durante una conferencia de prensa en la Universidad Reichman, en Hertzliya. Justamente ayer, en la región iraní de Parhan (periferia de Teherán), una explosión no esclarecida en una fábrica de productos químicos dejó muertos y heridos. En esta zona de la nación persa, se encuentran complejos militares asociados con la producción de armamento nuclear.
El general Halevi afirmó abiertamente que “Israel tiene la capacidad de atacar Irán”, y que las FDI estaban informadas del desarrollo de nuevas defensas iraníes subterráneas, resistentes a las bombas-búnker estadounidenses. Incluso si Israel no tiene relación en absoluto con la explosión en Parhan, es difícil ignorar el timing. Como he mencionado al principio, en el Medio Oriente se necesita de mucha percepción en aspectos geopolíticos.
Esta no es una situación ajena al contexto. En las últimas semanas, las amenazas abiertas de Israel contra el régimen fundamentalista iraní se han incrementado. El jefe de Inteligencia, general Aharón Haliva, dijo en una conferencia de prensa que Hassan Nasrallah (cabecilla del Hezbollah libanés) estaba por cometer un error que podía desatar “una gran guerra” con Israel. Haliva aclaró que una guerra “sería dolorosa para Israel, pero sería doblemente dolorosa para Líbano y aún más para Hezbollah).
Siguiendo la línea de estas declaraciones y la coincidencia temporal en esta misteriosa explosión en Irán, se podría entender (sin concluir definitivamente) que se está gestando un conflicto tras bambalinas a punto de erupcionar. Incluso si este fuera el caso, lo más probable es que estas declaraciones formen parte de una estrategia de prensa de las FDI destinadas a evitar el desarrollo de esta eventual guerra.
¿Iría Israel a una guerra directa con Irán?
Hasta hoy, el enfrentamiento entre Israel e Irán ha sido calificado como una “guerra subsidiaria”; esto se define como un conflicto en el que las potencias se atacan utilizando a terceros como substitutos, en lugar de utilizar el enfrentamiento directo. Daniel Byman (teórico de la Universidad de Georgetown) utiliza el término de “guerra proxy”: un estado ataca a otro estado usando las fuerzas de otro (que puede ser un tercer estado, una milicia a sueldo o señores de la guerra).
En ese sentido, la responsabilidad directa de Irán sobre atentados contra civiles en Israel ha sido demostrada en muchas ocasiones, especialmente durante la dolorosa época de los ataques suicidas contra buses y espacios públicos entre 1986 y 2008, cuando militantes de Fatah, Hamás, Jihad Islámica Palestina y las Fuerzas de Liberación de Palestina asesinaron un total de 805 ciudadanos israelíes e hirieron a otros 964. La justicia estadounidense e israelí condenaron en varios de los casos a Irán a pagar cuantiosas sumas de dinero por crímenes de lesa humanidad (de acuerdo a la definición de Amnistía Internacional). Asimismo, el terrorismo iraní se ha extendido en los extramuros del país mediante la intervención de terceros como el Hezbollah (en los ataques contra la Embajada de Israel y la Mutual de AMIA en 1993, por ejemplo).
En el espectro político israelí, se duda mucho que en algún momento estos países acudan a un enfrentamiento directo. Las posibilidades parten de los programas nucleares mutuos (que los ayatolás decidan bombardear Israel y el país contraataque) o que algún ataque israelí en territorios de terceros (Líbano o Siria) cause consecuencias en territorio iraní. Miles de soldados iraníes han sido abatidos por Israel en territorios de terceros, y ha intentado vengar estos asesinatos en el pasado. Un ataque exitoso iraní forzaría a Israel a responder fuera de las fronteras de terceros. Lo mismo sucedería si alguno de los grupos apoyados por Irán fuera capaz de llevar adelante atentados de largo alcance (mayor al habitual) que merecieran una respuesta contundente.
Los mensajes de Halevi y Haliva están presentes al otro lado del conflicto. En los últimos días, guerrillas de Hezbollah han simulado infiltraciones en ciudades israelíes cerca de la frontera norte. Asimismo, Associated Press ha revelado la construcción de proyectos nucleares subterráneos en Natanz (Irán). La inteligencia militar israelí no contempla la posibilidad definitiva de que una bomba iraní o una invasión del Hezbollah afecten a Israel en el futuro más próximo. Sin embargo, malos cálculos son siempre riesgosos (como los sucedidos en el último intercambio de misiles con Gaza).
Arabia Saudita: el potencial socio estratégico al medio del conflicto
De acuerdo al Jerusalem Post, el lunes se revelaron llamadas recientes entre el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu y el príncipe saudí Mohammed bin Salman. Estas llamadas habrían sido facilitadas por el canciller de Bahréin Abdullatif bin Rashid al Zayani, cuyo país ha firmado los Acuerdos de Abraham y posee relaciones diplomáticas con el Estado judío. Vale mencionar que en 2020, Netanyahu visitó Arabia Saudita y ya se había reunido con Bin Salman, en presencia de Mike Pompeo (entonces Secretario de Estado de EEUU).
En esta radio ya se ha hecho mención de la normalización de relaciones entre el reino saudí y el régimen fundamentalista iraní, y sus potenciales consecuencias en política exterior para Israel en la región. En adición a lo antes mencionado, las elecciones y el eventual cambio de gobierno en Estados Unidos marcan una cuenta regresiva con respecto a la mediación que puede ofrecer el gigante americano en el asunto, de aproximadamente un año para buscar llegar a acuerdos.
Existe comunicación permanente entre los líderes; existen lazos económicos, coordinación diplomática, lazos de seguridad e intereses regionales similares. La normalización de relaciones entre estos países puede profundizar la interrelación en puntos muy positivos. La influencia de Estados Unidos en esta controversia tiene que ver con el distanciamiento de la administración de Joe Biden con el reino saudí, que ha sido una ventana abierta para que China (un actor poco envuelto en la región) pueda mediar un acuerdo con Irán, completamente disruptivo en el escenario político.
Ante la aparición china en el conflicto irano-israelí, Estados Unidos se ha visto obligado a tomar acciones: cambio de embajador en Riyad, manifestación pública de interés por parte del gobierno norteamericano, y el incremento de beneficios para Arabia Saudita a partir del acercamiento a Israel (armas, garantías de seguridad, incremento del programa nuclear doméstico). La administración Biden tampoco está satisfecha con la situación en Israel, ni con la gestión de Benjamín Netanyahu, a quien desairó hace unos meses.
Biden no tiene un buen récord en el manejo de crisis en el Medio Oriente. El retiro de Afganistán forzado por los terroristas talibanes, la normalización de relaciones Irán-Arabia Saudita y el crecimiento de la presencia china en la región constituyen derrotas constantes para el gobierno.
A modo de conclusión
Un acuerdo entre Israel y Arabia Saudita para el establecimiento definitivo de relaciones diplomáticas tiene un poder potencial impresionante para alterar el balance de poder en el Medio Oriente. Mientras los comandantes israelíes están exponiendo el riesgo de una guerra, eventuales vientos de cambio asoman como una mejor alternativa para los intereses del Estado judío en la región.
[1] Politólogo. Master of Arts en Estudios Migratorios por la Universidad de Tel Aviv (Israel).
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