U.S.A. lo desmiente, Irán lo confirma -Flavio Goldvaser
Sorprendentemente, el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores Iraní, Nasser Kanaani, confirmaba en una conferencia de prensa el lunes 12 de junio pasado que ambos países estaban manteniendo conversaciones indirectas sobre esa agenda, siendo el primer contacto conocido entre Estados Unidos e Irán en varios meses.
Estas negociaciones secretas se estarían llevando a cabo en medio de crecientes preocupaciones en la Casa Blanca por los avances nucleares de Irán y confirmarían que el gobierno persa ha estado intercambiado mensajes con Estados Unidos, negociando el levantamiento de sanciones.
Según nuestras fuentes, estas discusiones secretas se reanudaron luego de un periodo de estancamiento de más de un año desde que en septiembre de 2022 el enviado de Estados Unidos para Irán, Rob Malley y el embajador Iraní ante la ONU, Amir Saeid Iravani (un ex alto miembro del Consejo de Seguridad Nacional Supremo de Irán) se reunieron en Nueva York . Reuniones estas que fueron seguidas por al menos tres viajes también secretos de funcionarios de la Casa Blanca a Omán, con el fin de mantener contactos adicionales (y según declara Iran, indirectos) entre ambos países.
También, según nuestras fuentes, en el último de estos viajes, el 8 de mayo de 2023, la delegación de Estados Unidos fue encabezada por Brett McGurk, el Coordinador de Medio Oriente de la Casa Blanca, mientras que la delegación iraní fue encabezada por Ali Bagheri Kan, el principal negociador nuclear de Irán.
Y para evitar cualquier tipo de contacto directo y filtración del dato de que se estuviesen realizando conversaciones directas que podrían dar lugar a un planteo político por parte del Congreso de Estados Unidos; McGurk y los funcionarios iraníes se alojaron en lugares separados y nunca se vieron personalmente. De ahí el carácter indirecto de unas negociaciones donde los participantes viajaron desde su lugar de origen a un tercer país.
Utilizando a diplomáticos omaníes para la transmisión de mensajes que trataban sobre la reducción del programa nuclear iraní, el comportamiento de dicho país en la región y su participación en la guerra en Ucrania. Todo esto, a cambio del levantamiento de sanciones económicas y su reintegración al mercado petrolero mundial.
Entre las propuestas presentadas en Omán como parte de un acuerdo provisional, Estados Unidos habría dicho que estaría en condiciones descongelar activos del régimen islámico en Corea por valor de U$S 7.000 millones a cambio de la liberación de 3 ciudadanos estadounidenses y descongelar otros U$S 10.000 millones también en activos del gobierno iraní congelados en Iraq a cambio de “flexibilidad” por parte del régimen en un acuerdo nuclear que entre sus requisitos le impediría subir el enriquecimiento de uranio a más del 60%.
Ya como parte de un gesto de buena voluntad y a pesar de las sanciones que Estados Unidos afirma estar aplicando, habría permitido aumentar las ventas de petróleo iraní en hasta 1.550.000 barriles por día en mayo pasado, según lo informo la ONG “Tanker Trakers”, especialista en el tráfico de petróleo mundial.
Si bien el Departamento de Estado norteamericano rechaza rotundamente los informes de cualquier tipo de acuerdo con Iran, la administración Biden está claramente hablando, aunque sea indirectamente, con Irán. El secretario de Estado estadounidense, Anthony Blinken, ha sostenido públicamente que la diplomacia es el mejor medio para lograr evitar que Irán obtenga un arma nuclear y que ellos siguen abiertos a la vía diplomática, en un intento de revivir el antiguo convenio firmado durante la administración Obama.
Como consecuencia de estas conversaciones, el secretario de Defensa de Israel, Yoav Gallant, solicitó reunirse con su homólogo estadounidense Lloyd Austin el pasado jueves 15 de junio en el marco de la reunión de ministros de Defensa de la OTAN en Bruselas, para discutir sobre la amenaza nuclear iraní. Esto, ya que el primer ministro Netanyahu aún no ha sido invitado a la Casa Blanca para tratar la agenda bilateral que incluiría la amenaza iraní.
Este cambio de actitud de Estados Unidos hacia Irán está generada repercusión en el escenario geopolítico del Medio Oriente porque no solo implica la liberación de fondos congelados; sino que también podría llevar a la extensión de la presencia militar y política de Irán en la región, lo que a su vez tendría implicaciones en la sostenibilidad del régimen, asediado por una economía tambaleante y una serie de protestas internas que no cesan.
Además de la liberación del comercio del petróleo iraní y el levantamiento de las sanciones políticas, este acuerdo podría también llevar a conversaciones sobre el levantamiento de las sanciones contra jerarcas del régimen que han sido denunciados por su presunta participación en actos de terrorismo internacional, como el atentado a la AMIA.
Esta nueva dinámica ya ha comenzado a influir en la toma de decisiones de otros países, como Arabia Saudita, Bahréin y los estados árabes moderados, quienes han comenzado a reconsiderar sus relaciones diplomáticas con Irán, acercándose a China y Rusia y alejándose de la alianza que tenían con Estados Unidos debido a una sensación de traición por parte de su antiguo aliado.
Otro de los efectos notables del cambio de actitud de Estados Unidos hacia Irán sería un creciente aislamiento político de Israel debido a la reconfiguración de las alianzas en la región, generando un escenario en el que este país se encontraría políticamente aislado y enfrentando desafíos en el mantenimiento de relaciones diplomáticas estables con otros países de la región.
En resumen, las negociaciones secretas entre Estados Unidos e Irán están despertados el interés y las especulaciones en el escenario internacional por las implicaciones significativas en el panorama geopolítico global y la posibilidad de alterar el equilibrio de poder —y la relativa calma— en la región del Medio Oriente.
Fuente: Nuevo Diario
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