Niños asesinos. Asesinato de la niñez
Corren épocas difíciles para ser niño u adolescente.
La declaración de los derechos de los niños data del año 1959, allí la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó dichos lineamientos.
Luego de pasada esta luna de miel por así decirlo, tanto niños como adolescentes van según corren los tiempos viviendo diferentes contextos y relacionándose con ellos.
Estamos en el siglo 21, hoy los niños imploran se atacan (drogas, deportes de riesgo, se cortan, consumen, la previa, se marcan el cuerpo) o explotan (atacan a otros… pegan, persiguen, acosan, dañan, excluyen, MATAN)
Ellos hablan cada vez menos, se comunican y quieren hacerlo pero con otro lenguaje, muchas veces con un lenguaje de actos y en el propio cuerpo, los adultos hablamos cada vez más pero hacemos cada vez menos. Nos autoconvencemos que los niños y adolescentes no quieren ser escuchados o no tienen nada que decir.
Con buenas o malas intenciones vamos generando entre ambos y en medio de ambos un terreno estéril, árido, en donde solo puede florecer la locura.
Qué es lo que puede salvarnos a uno y otros…
La respuesta es la generación de acciones civilizadoras que cuiden el psiquismo del futuro de la humanidad.
En algunos aspectos retomar viejos modelos que no por antiguos son menos efectivos. Enarbolar los ideales del deporte, la camaradería, la empatía, la ayuda al necesitado, y pintar aunque utopicamente, no por eso menos necesaria, la esperanza.
Debemos evitar que la barbarie impregne tóxicamente todos los lugares pues las fuerzas del mundo interno necesitan ser guiadas para que no se vuelvan contra sus portadores, los seres humanos.
Sin duda debemos habilitar nuevos recursos… sin descuidar los que han dado muestra de ser eficaces.
Hoy rige la idea del poder, el poder sin ley es despótico, perverso en el sentido del sin culpa.
Implica el dominio desmedido y el sometimiento irracional y descarnado.
Todos perdemos en ese escenario.
El supuesto poderoso porta en sí el sentimiento de menoscabo y pobreza, la impotencia de verse amenazado por el no ser, respuesta intolerable que puesta hacia afuera solo el ataque indiscriminado puede venderle la fantasía de la cura.
Si no se es nada cualquiera que porte un supuesto tesoro es más. Y si el tesoro es lo que importa entonces hay que matar, aniquilar a quien lo tiene para apoderarse de lo que devolvería erróneamente el ser.
Los mecanismos del psiquismo en evolución de la niñez y la adolescencia facilitan dichos procesos aunque no son privativos de estas edades.
En el mundo adulto prima el conflicto de intereses.
En el universo juvenil el conflicto de sentidos.
Y en uno y otros parecería que el diablo ha metido la cola.
Estamos interpelados constantemente y exigidos a ver lo que no se muestra en los espejos de las redes sociales, de la imagen, aunque por otro lado debemos convivir con esas imágenes. Es nuestra responsabilidad asumirlas y extraer de ellas los mejores frutos.
Con el riesgo de quedar atrapados como Alicia en el país de las maravillas….
Dice Ramonet, periodista español radicado en Francia que estamos atrapados en un triángulo en donde sus vértices son: 1 Inseguridad como ideología; 2 Competitividad como principio de vida; y 3 sálvese quien pueda como destino…
Agregó que con estos parámetros no es raro que lo que denominó “efecto caca” provoque que la vida sea un bien desechable, un objeto de descarte, un acto miserable, sin valor.
Puesto que lo miserable es una cárcel disfrazada de castillo, pero sin puente elevadizo. Sin salida. Y una vida sin sentido no tiene valor, lo más nimio se posiciona por sobre ella.
Es así como vivimos en una sociedad cargada de cinismo, que es una de las formas que asume el resentimiento de quienes se sienten privados de la ilusión.
Prima entonces la individualidad por sobre la humanidad en sentido relacional. El tejido social se ha roto.
Estamos a tiempo de prestar debida atención a las señales.
Tenemos la obligación de hacerlo.
Lic en psicología Rodrigo Reynoso
@reynosorodrigo IG
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