Devarim: Una historia para contar, un legado para construir
Por Seba Cabrera Koch
Buscamos trascender lo efímero.
Nadie puede ver con tanta claridad el camino, como aquel que descubre el sentido de la vida y la espiritualidad mientras se enfrenta a su propia mortalidad.
El descubrimiento puede ser abrumador, pero sentir que sus propias vivencias tal vez ayuden a otros a responder la pregunta acerca del sentido de la vida, es un gran regalo, y poder transmitirlo es para muchos un último acto de generosidad.
Heredamos el mandato universal de perpetuar la pregunta de dónde venimos y hacia dónde vamos. [1] Buscamos detener el tiempo, el instante imborrable: una carta y cuadernos con anotaciones, papeles con caligrafía exquisita, perspectivas personales, conversaciones.
Una maleta con fotografías, un vestido de antaño, corbatas y gemelos de nácar, la radio a volumen bajo eternamente sintonizada en el mismo dial, la vajilla especial, patrimonio de tiempos de mejor fortuna.
Legados.
El proceso de reflexionar sobre el propio legado parece algo abrumador, pero intentar resumir toda una vida de lecciones puede ser una experiencia vital y emocional, porque pone en juego los valores y creencias que serán atesorados por los amigos y miembros de la familia.
Durante siglos, la tradición judía ha puesto en palabras este sinfín de sensaciones, transmitiendo esta sabiduría en documentos conocidos como “testamentos éticos”. [2] [3]
El término es de origen incierto, pero hay una interpretación convincente: así como un testamento legal indicaba qué hacer con los bienes y las posesiones, incluyendo instrucciones para el entierro, deudas y obligaciones que debían pagarse; un testamento ético esbozaba las lecciones aprendidas a lo largo de la vida de una persona, permitiendo compartir la riqueza de su sabiduría.
Una bella analogía: un testamento legal puede legar objetos de valor, pero un testamento ético lega valores.
En algunas familias [4], los testamentos éticos pasan de generación en generación, con historias verdaderas, parábolas y otras formas de sabiduría creando un legado ancestral, entretejiéndose con la fortaleza que amalgama a los miembros de una misma genealogía.
El complejo papel de la memoria en la narración del pasado, puede enseñarnos una lección importante: ninguna narrativa histórica es completamente objetiva. Aprendemos a contar la historia mientras la recordamos y la contamos, y al contarla, y volver a contarla, forjamos sus cimientos.
La porción de la Tora que nos convoca esta semana, comienza con Eleh haDevarim,“estas son las palabras”: las palabras que narran la vida y el camino de un Pueblo.
Es el inicio de un nuevo libro, la apertura de un libro sobre la memoria: un recuerdo de los cuarenta años de peregrinación por el desierto anticipando la entrada del Pueblo a la Tierra de Israel.
Desde esta parashá y a lo largo del libro de Deuteronomio, Moshé se esfuerza por transmitir un mensaje, por eso todo el libro de Devarim tiene un sentido pedagógico: rememorar los hechos para aprender de lo sucedido y no cometer los mismos errores.
El acto de recordar y volver a contar es, en virtud de la necesidad, un acto de interpretación. Ciertos detalles se agudizan y otros se desvanecen cuando colocamos una experiencia pasada en el contexto de nuestras necesidades y pensamientos en el momento presente.
Recordar es entonces el proceso activo de generar significado.
Como argumentó Yosef Hayim Yerushalmi en su influyente libro Zajor, existe una diferencia entre la historia y la memoria: ambas son profundamente importantes, pero desempeñan papeles diferentes en nuestras vidas.
En palabras de mi Rabino y Maestro Alejandro Avruj, debemos “comprender la diferencia entre la historia y la memoria: la historia es algo que llega, golpea, puede doler, uno no elige. Nos cae.
La memoria uno la decide. Nace.
La historia viene desde el exterior, la memoria es un relato interior.
La historia es lo que pasó ayer. Pero la memoria es que lo es lo que nosotros hacemos hoy con esa historia, para entregarle sentido mañana.
La historia es como un río que fluye. Y te baña. Pero la memoria es cuando vos agarras el agua y la llevas al futuro. Y le podés dar trascendencia, sentido, explicación… Mensaje. Misión.
La historia es lo que somos, pero la memoria es lo que podemos ser”.
En muchos sentidos, Sefer Devarim es un extenso ejercicio para comprender la relación entre la historia y la memoria.
Pero también, es una larga despedida.
Moshé, el hombre que se describió a sí mismo como “tardo en el habla y tardo en la lengua” y que “nunca ha sido un hombre de palabras (devarim)” (éxodo 4:10), dedica sus esfuerzos y sus palabras (devarim) para conectarnos con nuestra historia.
En las palabras finales de Moisés puede percibirse frustración, desilusión y tal vez ira, pero también el deseo impostergable de transmitir un mensaje real, tangible y duradero.
La esperanza depositada en el futuro nos inspira a legar valores que consideramos fundamentales, revelando las decisiones valientes que tomamos y que fueron impulsadas por estos valores.
Trascender es un evento fuera de lo común. Es un acto de gratitud, porque detrás de cada historia, hay un reconocimiento de que vemos la mano de D-s en nuestras vidas.
Una vez más recordamos, amamos, agradecemos la vida y construimos memoria.
Shabat Shalom umeboraj !
Seba Cabrera Koch
4 Av 5783 / 22 Julio de 2023.
Notas
[1] Basado en Pirkei Avot: Capítulo 3 – Mishná 1. “Akavia ben Mahalalel dice: Contempla tres ideas y no incurrirás en error: Sabe de dónde vienes, adónde iras y ante Quién deberás rendir cuentas”.
[2] Solomon Schechter, así como su amigo Israel Abrahams, y Jack Riemer y Nathaniel Stampfer en nuestros días, son referentes en esta materia, enfatizando la importancia de las voluntades éticas para la literatura y la historia judías. Como dato de color, casi todos los testamentos publicados fueron escritos por hombres; solo un puñado fueron escritos por mujeres.
[3] En tiempos bíblicos, los testamentos éticos solían ser instructivos y contenían los últimos deseos de una persona. Recordar en Vaieji (Genesis cap 48) que el patriarca Jacob bendijo a sus hijos y les dijo dónde quería ser enterrado. El
Talmud a su vez, insinúa referencias a testamentos éticos verbales o instrucciones para el lecho de muerte por parte de sabios y eruditos. Cuando el rabino Eliezer agonizaba, criticó a sus estudiantes por no aprovechar las oportunidades que tenían de aprender de él. Su objetivo era que sus estudiantes aprendieran de sus enseñanzas incluso después de su muerte. (Sanedrín: 68)
[4] Los judíos comenzaron a escribir testamentos éticos para sus hijos hacia el siglo XI o XII. En ese entonces, se compartían en privado solo entre los miembros de una misma familia. Uno de los testamentos éticos más famosos de esta época fue el que escribió el erudito español Judah ibn Tibbon a su hijo Samuel (Francia, siglo XII). En más de 50 páginas abordaba una gran variedad de temas: desde la importancia de los libros “haz de tus libros tus compañeros, deja que tus librerías y estantes sean tus jardines y terrenos de recreo”, hasta una dura reprimenda a su hijo, del que pensaba que no estaba a la altura de sus expectativas. Hoy en día, los académicos consideran que la obra del hijo finalmente superó en calidad a la de su padre.
Bibliografia
-Coffman, Aryeh Tora con comentario de Rashi, tomo 5 Devarim. 2001. Editorial Jerusalén.
-García García, Emilio. Somos nuestra memoria. 2018. Neurociencia & Psicologia. Salvat.
-Golinkin, David. Solomon Schechter, Rivka Lipa and Jewish Women’s Studies. 2023 © Schechter Institutes.
-Muhafra, Iaacob. Pirkei Avot: Comentarios, reflexiones y maasiot. 2014. Or Lajaim.
-Parashat Devarim, Deuteronomio 1:1-3:22
-Rosenthal, Rachel. The Commandments We Need. Devarim: Torah Commentary © 2021 JTS.
-Rubin, Jamie. Testamentos éticos judíos: Tzava´ot © 2023 MJHS.
-Wolf, Sarah. Retelling the Past. Devarim: Torah Commentary © 2020 JTS.
-Yerushalmi, Yosef Hayim. Zajor: La historia judía y la memoria judía. 2002. Anthropos Editorial.
Imagen
Sefer Tora: Primer plano. Aish haTora 2021.
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