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Estados árabes, los palestinos y la realidad

Desgraciadamente, hay refugiados en serio en muchas partes del mundo. Y la palabra refugiado cuadra con su tragedia. Son los millones de sirios, africanos y tantos otros que huyen de las guerras y las masacres buscando un destino mejor. No lo logran como todos sabemos, y las tragedias aumentan. ¿Qué proporciona ONU, o sea, todo el mundo? Una agencia, ACNUR. Y sálvese quien pueda, en África, Asia, Lejano Oriente, Medio Oriente y donde sea. Pero para los palestinos hay una sola agencia, 100% dedicada a ayudar lo que se llaman “refugiados palestinos”. Se trata de UNRWA, de la que ya hemos hablado varias veces. Ellos dicen que ayudan a más de 5 millones de palestinos con un presupuesto de 500 millones de dólares por año que no les alcanza. Pero, cuando la ONU votó la partición en 1947, se fueron 700 mil con la promesa de volver por parte de la Liga Árabe una vez exterminaran a los judíos y destruyeran el Estado de Israel. Los otros millones son víctimas de dónde estaban y están. UNWRA debería proporcionar desde hace 7 décadas el acceso a educación, sanidad, y servicios sociales a los llamados refugiados palestinos en Siria, Líbano, Jordania, y el Egipto que poseía Gaza.UNRWA cuenta con más de mil instalaciones, en las que están empleados más de 30.000 trabajadores, de los que el 99%, a pesar de ser contratados y con altos sueldos, tienen también estatus de refugiado.
En el pequeño territorio del Líbano hay registrados más de 300.000 refugiados palestinos, lo que representa cerca del 6% de la población del país. ¿Por qué son refugiados y no ciudadanos del país si están allí décadas y no sólo desde 1982 donde muchos se instalaron siguiendo a Arafat y sus terroristas que huían de la guerra que le había planteado y perdido con Israel? Porque Líbano no los quiere, y no les reconoce derechos humanos básicos. Los palestinos en el Líbano están excluidos de la mayoría de los servicios públicos, se les prohíbe ejercer 39 profesiones, no son considerados formalmente como ciudadanos de otro estado, por lo que no pueden reclamar los mismos derechos que los demás extranjeros que residen y trabajan en el país. Dependen de la burocracia de UNWRA y tienen una sola excepción: los que ya nacieron en el Líbano (que son muchos porque están empezando una tercera generación) pueden ser clérigos o administrativos. Pero son empleos precarios, no estables, mal remunerados, sin beneficios asistenciales, o sea, siguen siendo marginados. ¿Qué hacen? O se convierten en empleados de UNWRA (muy pocos y por medio de mecanismos de corrupción que ya han motivado decenas de investigaciones patrocinadas por los países donantes de los fondos que gira la ONU, pero sea quien sea el secretario general de la ONU, esa maraña burocrática de 30 mil empleados está protegida por ahora). O pasan a filas de Hezbollah siempre y cuando sean chiitas y pasen por muchas pruebas de lealtad. De allí, varios van a Gaza y se unen a Hamas. Pero la mayoría sigue hacinada y sin derechos en el Líbano, y cuando se dan estallidos de violencia, la reacción externa es unánime: a nadie le importa. Ni a los Estados árabes y menos a la ONU. Y mucho menos a UNWRA que no está dispuesto a perder su posición que le da su sustento y que necesita que haya palestinos ninguneados en Siria, Líbano, Jordania para seguir con su actividad humanitaria o su andar corrupto, según sea la inspección que tenga y vea lo que hacen con 50 millones de dólares por mes.

El pasado fin de semana, en uno de los 12 campos de refugiados palestinos al sur del Líbano (Ain-al Hilweh) estalló la violencia ya que se enfrentaron islamitas que militan con Hamas y miembros de Al Fatah que apoyan a Mahmoud Abbas y su Autoridad Palestina. En los tres días de enfrentamientos, las autoridades libanesas informaron de 11 muertos. La cifra real probablemente nunca se sepa. Seamos claros, no se trata de refugiados en carpas. Se trata de palestinos que nunca lograron superar el estatus de refugiado y que por ello no adquirieron derechos de nada, que viven en barrios muy carenciados y edificios muy pobres. Así que los enfrentamientos causaron muertos, decenas de heridos y la destrucción de por lo menos medio centenar de apartamentos en diferentes edificios, todo esto, según autoridades libanesas. UNWRA pidió calma (faltaba más), llevó a los niños a las escuelas para protegerlos en los edificios, ambos bandos se siguieron matando hasta que llegó el acuerdo de parar la lucha el martes. Entre Hamas, Hezbollah y Abbas lograron que cesara el fuego, motivado por la rivalidad y odio entre Abbas y Hamas, a pesar de haberse reunido una semana antes para anunciar una suerte de gobierno en común. No llegaron a un acuerdo, Hamas sabe que Abbas es muy débil, y el primer lugar para experimentar el estallido de ese odio fue en el Líbano, lo cual además desnudó lo que UNWRA quiere ocultar y es la miseria a la que están sometidos los palestinos y cómo medra UNWRA con eso.

Por supuesto, la “culpa” fue de Israel. Uno de los jefes islamistas en Líbano Osama Saad dijo que “era obvio que Israel había detonado el enfrentamiento”. Ihsan Taya, jefe de Yihad Islámica en el Líbano dijo que le resultaba claro que EE. UU. e Israel se infiltraron entre los refugiados para crear discordia entre los palestinos y el Líbano”. El primer ministro libanés, Najib Mikati dijo que el momento de los enfrentamientos era sospechoso y que desde el exterior se quería destruir a los palestinos a costa del Líbano. Gilad Erdan, Embajador de Israel en la ONU se preguntó dónde estaba el mundo ante esta matanza; dónde estaba el Consejo de Seguridad; dónde estaba la palabra y condena del secretario general.

Las preguntas de Erdan son lógicas y hasta escasas. Nadie le contestó ni le va a contestar porque UNWRA es un arma para mantener a los palestinos como refugiados en varios países y así seguir alimentando el conflicto con Israel y mantener a las organizaciones terroristas impunes. Si los llamados refugiados palestinos en el Líbano se convirtieran en ciudadanos, la sociedad los rechazaría más que ahora y Hamas y la Yihad Islámica se perderían de recibir jóvenes dispuestos a inmolarse. Y no hay Consejo de Seguridad que le importe algo cambiar ese estatus. Lo que sí les interesa y lo van a hacer desde la Asamblea General a partir de setiembre es comenzar el festival anual de condenas a Israel porque a las dictaduras, los inmorales y los cómplices de ambos, les parece que hacer tiro al blanco con Israel una vez por año 15 o 20 veces les reditúa. ¿Qué les reditúa? Poder seguir siendo dictaduras, profundamente inmorales y miserablemente cómplices.

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