El enigma Milei o ¿Qué hice yo para merecer este castigo?
Por Silvia Chab
Posiblemente sea un efecto de la post-pandemia, pero cada vez que salgo a la calle veo y oigo con más atención las voces y las escenas que me rodean.
Y así como asisto cotidianamente al infame cuadro de los sin techo que en número creciente duermen en la calle y revuelven los containers en busca de comida (sin contar los timbreos de quienes piden ropa, ya sea para usarla o para revenderla por monedas en alguna feria del conurbano), también escucho los comentarios de los psicosocioencuestadores del transporte privado -los taxistas- que miden el pulso de cientos de personas que viajan diariamente y expresan sus opiniones y sus quejas. Y sobre todo en los últimos tiempos, el comentario habitual frente a las Paso que acontecieron el pasado domingo, fue “yo no pienso ir a votar; hace 40 años que no dejo de ir ni una vez pero esta vez no lo voy a hacer, son todos iguales (los políticos), una manga de chorros, corruptos que mantenemos para que no laburen, no sacan una ley; viven de nosotros, los boludos, que lo único que hacemos es pagar y cada vez recibimos menos, etc.”
Si a esto le agregamos la inseguridad flagrante (en los lugares donde o bien no circula la policía o ellos mismos son socios de la delincuencia), plus la inimputabilidad de la que gozan los menores que delinquen (y que muchas veces son utilizados por los de más de 16 años en sus actos dado que para los primeros rige “la puerta giratoria”); más el crecimiento del narco, mas los índices de pobreza e indigencia, más el aumento de los jóvenes “ni-ni”… sería interminable la lista.
Pues bien, señores y señoras, cuando en lugar de ver la foto vemos la película, quizás no deba sorprender la victoria de lo que llamo “El enigma Milei”. Y digo “enigma” porque al menos para mi sigue siendo un personaje enigmático. Como me rijo por una ética profesional no me permito hacer diagnósticos en ausencia del sujeto, aunque no deja de sorprenderme lo que se habla y escribe acerca de su vida personal.
Lo único que puedo afirmar es que cada vez entiendo menos lo que dice, sus frases son como un pegote de palabras confusas, no le escuché proponer un plan coherente, consistente y posible en esta Argentina en bancarrota que permita que nos encaminemos hacia un sendero exitoso a mediano plazo. Me resultan irritantes sus insultos a políticos y periodistas entre otros. Su misticismo me disgusta. Y sobre todo, nunca puedo definir si compone un personaje o si es lo que muestra y dice. Y me preocupa que ese tipo de personajes puedan ejercer un poder hipnótico sobre las masas que los erigen en ídolos. Agregaría, las masas insatisfechas con la realidad que les toca vivir, llámese miseria económica, o falta de expectativas de una vida digna presente y futura.
¿Me van siguiendo? El pequeño comerciante al que le roban infinidad de veces y pierde su fuente de subsistencia cuando no terminan con su vida; aquellos que han invertido en uno de esos negocios, kioscos, hoteles, bares, etc. Y tienen la mala fortuna de estar a la vera de las grandes Avenidas del centro de la ciudad epicentro de piquetes, marchas y acampes que impiden el libre tránsito y la circulación de transeúntes, cuando tienen que seguir pagando por alquileres, personal contratado, servicios e impuestos sin recibir compensación. Los jóvenes -o no tan jóvenes- que ver cercenado su futuro de desarrollo y progreso y que buscan nuevos horizontes. Los desesperanzados, los decepcionados, los que perdieron lo que les costó tanto obtener, los que nunca tuvieron mucho y cada vez tienen menos y aun cuando tengan trabajo tienen que ir a pedir comida a los comedores públicos. Los que no se sienten reconocidos en los grandes discursos de la política y no ven que ninguno de sus proyectos les dé una respuesta satisfactoria. O peor aún, están convencidos de que les siguen mintiendo.
En resumen, en vista del padecimiento de un caos constante sin miras a una salida justa y cercana de gran parte de la población ¿Podemos sorprendernos tanto cuando ese cúmulo de votantes eligen a un personaje que se sale del marco de la política habitual?
Y frente a este panorama, señora, señor, ¿alguna vez usted escucho a los políticos de todas las direcciones hacer una verdadera autocrítica de sus malas gestiones?
En síntesis, y para seguir con los dichos frecuentes, y con el permiso de García Márquez, estos resultados de las primarias no son más que la Crónica de una muerte anunciada. No quiero decir con esto que Milei sea sinónimo de lo peor. Todavía está por verse si llega a ser presidente y tampoco me animo a decir qué rumbo va a tomar más allá de sus enunciados. Pero en base a las reacciones de sorpresa y temor a este inédito resultado, reitero lo dicho: más que mirar la foto hay que mirar la película y hacerse cargo de la secuencia de hechos que llevaron a este inesperado final.
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