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Lenta contraofensiva ucraniana

Ricardo López Göttig

Por Ricardo López Göttig

La tan anunciada contraofensiva ucraniana fue más lenta de lo que se esperaba, pero está ocurriendo. Incluso los milbloggers rusos están admitiendo operaciones ucranianas en la orilla izquierda (oriental) del río Dnipró, en donde la fuerza invasora tuvo varios meses para atrincherarse y minar el terreno. Se va aproximando el otoño boreal y el ejército ucraniano precisa lograr nuevos avances antes del tan temido invierno en esas latitudes.

Lo cierto es que hay incertidumbre, y mucha, del lado ruso. Desde el intento de golpe de Estado de Prigozhin y su Grupo Wagner en junio, hasta su muerte dos meses después, junto a la de Dmitri Utkin, esta fuerza paramilitar y mercenaria fue perdiendo protagonismo en la guerra. Sus efectivos se fueron desplegando nuevamente en África –en donde ya están presentes desde hace unos años, colaborando con regímenes autoritarios en el Sahel-, así como en Bielorrusia, bajo el amparo de Lukashenko. El Grupo Wagner, al igual que otras fuerzas paramilitares como los chechenos de Ajmat, hacen el trabajo sucio y despiadado de cometer todo tipo de atrocidades y crímenes contra la humanidad contra la población ucraniana, de modo de lograr la limpieza étnica ya sea por muertes como por migraciones forzadas, en vistas a que en algún momento habrá negociaciones diplomáticas y se tratará de hacer valer la composición étnica y, sobre todo, el hecho consumado de la ocupación. La guerra de Yugoslavia de hace treinta años atrás es un modelo atroz, pero real, para este tipo de operaciones. Es por ello que Vladímir Putin busca la fórmula para que los efectivos de Wagner queden bajo la órbita del Ministerio de Defensa, a cargo del tan mentado Sergéi Shoigú por Prigozhin, pero a la vez como una estructura autónoma. La paradoja es que la legislación rusa prohíbe la existencia de fuerzas paramilitares privadas, a la vez que las utilizó fuera de sus fronteras. Todo es posible en una autocracia.

Bajmut, que fue el escenario de la resistencia ucraniana durante largos meses, una ciudad que antes de la invasión tuvo setenta mil habitantes y que el Grupo Wagner conquistó tras combatir casa por casa, puede volver a ser el lugar disputado en las próximas semanas. Los símbolos pesan y mucho en esta guerra.

Y en este contexto, mientras el presidente Zelensky sigue pidiendo ayuda militar al bloque occidental, fue removido el ministro de Defensa ucraniano Oleksii Reznóv por un caso de corrupción reciente. Su reemplazo es un tátaro de Crimea, Rustem Umerov, lo que da una señal de las prioridades de aquí en adelante para el gobierno ucraniano, que debe pisar el acelerador ante el invierno en el hemisferio norte y, sobre todo, ante el inicio en marzo de 2024 del extenso período de elecciones primarias en los Estados Unidos. Las agendas externas e internas se cruzan y entrecruzan en un tablero con múltiples jugadores y niveles, en donde hasta el peón más olvidado tiene aspiraciones ocultas, tal como enseñaba el ajedrecista Arón Nimzovich.

Reproducción autorizada citando la fuente con el siguiente enlace Radio Jai

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