Se acerca el segundo otoño de la guerra en Ucrania
Por Ricardo López Göttig
En latitudes de temperaturas templadas, el cambio de estaciones no altera la dinámica de la guerra, pero esto sí influye poderosamente en Rusia y Ucrania. Y como el presidente Joe Biden en 2024 se presentará como candidato a la reelección, muy probablemente frente a otro ex presidente como Donald Trump, el actual mandatario ucraniano precisa logros, armas y dinero en forma urgente de aquí a fin de año. Zelensky corre contra el tiempo en su visita a los Estados Unidos, en donde deberá convencer al Senado –cuerpo legislativo definitorio en el diseño de la política exterior y la defensa de ese país- de que lo sigan respaldando, y para ello necesita de las dos bancadas que lo componen. La contraofensiva ucraniana logró recuperar, este fin de semana, dos pequeños pueblos al sur de Bajmut, en tanto prosigue rompiendo la línea defensiva rusa en la orilla izquierda (oriental) del río Dnipró. La crítica de los milbloggers rusos, con cautela, se sigue dirigiendo a estos fracasos bélicos.
Putin es plenamente consciente de esto y su propio frente interno, aun cuando sea una autocracia, también se resquebraja de modo trágico. A la muerte de Prigozhin, el empresario del mercenario Grupo Wagner, y de su segundo Dmitri Utkin, esta entidad aún sigue siendo un dilema cómo habrá de integrarse al ejército convencional bajo la órbita del Ministerio de Defensa ruso, ya que sus combatientes son imprescindibles. Se ha sabido que el líder checheno Ramzán Kadyrov está en coma, por lo que se abre un signo de interrogación sobre el presente y futuro de su grupo combatiente, Ajmat, y también sobre la estabilidad de esa región que otrora aspiró a su independencia. La reciente visita del líder norcoreano Kim Jong Un, lejos de ser una reunión de camaradería, es muy probable que repercuta en el desarrollo de la guerra en suelo ucraniano con ¿nuevos soldados, misiles, municiones? Mientras tanto, van apareciendo testimonios de cubanos que fueron reclutados para combatir en esta “operación militar especial”, aunque el régimen de la isla juegue a hacerse el sorprendido.
Los ataques con drones ucranianos a objetivos militares rusos en Sebastopol, o bien contra objetivos en suelo ruso, tienen como finalidad desestabilizar la imagen que pretende proyectar Putin de que en su país reina la más absoluta calma y normalidad. Lejos de ello, y al no poder enviar a combatir a soldados rusos de la parte europea de su país, ni de las grandes ciudades, para evitar el descontento, se encuentra cada vez más aprisionado por alternativas mercenarias o extranjeras, en un clima que probablemente sea de paranoia como la que tuvo Stalin. El resultado trágico de toda autocracia es la más profunda soledad y desconfianza, mientras acumula muerte en su derredor.
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