Los secretos del perdón en Yom Kipur – Rab. Abi Chueke
A pocos días de Yom Hakipurim, tuvimos en Radio Jai la posibilidad de contar con la hermosa y profunda reflexión del rabino Abi Chueke, sobre el concepto del perdón en esta fecha tan particular.
Comienza el Rabino explicando que La Torá dice directamente Yom hakipurim hu “es el día del perdón”, está explícito, y que lo señala en dos días, el 9 y el 10 de Tishrei , y por qué sean dos, según los sabios es la forma de poder llegar preparados al día tan sagrado, (al 10).
El rabino Chueke remarca que el perdón de Yom Kipur es un medio, no es el fin. Y recuerda una frase de uno de sus maestros que enseña que “si el único precepto de la Torá fuera guardar el día de Yom kipur, ya sería más que suficiente para saber que la Torá es de origen Divino y que no fue creada por un hombre, porque lo que uno logra sentir ese día es algo sobrenatural, es algo que el ser humano no logra percibir por sí solo.
Considera el Rabino que Yom kipur es el día de la reconciliación, más que del perdón, porque el objetivo es la reconciliación, porque este mundo, después del pecado de Adam y Javá, comenzó un camino de división, y a partir de ese entonces todo se divide; se divide la persona, y se separa de su Creador, y se divide de los que lo rodean, y lo más grave, que la persona se divide de sí mismo, y que hay una dicotomía entre lo más profundo de su ser y lo que exterioriza.
Por eso, si tuviera que definir este día sagrado en su totalidad, él diría que es el día de una reconciliación profunda entre los opuestos, entre los distintos, entre los diferentes, una reconciliación entre materia y espíritu, entre las distintas personalidades que cada ser humano tiene, y entre su más profundo ser que es espiritual, su neshamá (alma), de origen Divino, con sus tendencias y sus instintos corporales.
Señala Chueke que este mensaje está muy claro dentro del servicio de Yom Kipur, cuando leemos en la Torá que se tomaban dos chivos exactamente iguales, del mismo color. Uno era para conectarse con la espiritualidad y el otro por la parte corpórea e instintiva, en la que uno se haya podido desviar.
Justamente en el día de Yom Kipur, el pueblo de Israel cometió el pecado del Becerro de Oro y entonces D’os nos perdonó por las faltas que hicimos en ese momento, y aparecen allí los Trece Atributos de la Fe pronunciados por Moshé Rabenu.
El Rabino explica que esos trece atributos no son frases mágicas, que no es un “abracadabra” y llega el perdón, que no funciona así. El pecado separa a la persona de su Creador, lo separa de su propia esencia: “Una persona no puede vivir en infracción, en offside. La persona que vive en offside se siente mal, por más que no lo admita, por más que no lo note, va a buscar todo el tiempo cosas para tapar esa sensación negativa que se origina de lo más profundo de su ser.”
La manera de reconciliarse, entonces, explica, es conocer la fuente, conocer esos atributos, y tratar de incorporarlos. Los atributos de piedad son formas de D’ios de conducir al mundo con piedad, con benevolencia, con la ayuda al prójimo. De esos trece atributos se puede aprender a intentar alcanzar lo que es Hashem, aunque solo seamos seres humanos, porque el objetivo no es llegar al fin, es el medio y el camino.
Para graficar lo dicho, relató una parábola que cuenta que en una aldea había un loco al que todos los niños veían juntar piedras y tirarlas hacia el cielo, una y otra vez. Los niños le preguntaban por qué lo hacía, y el loco les respondía que quería derribar la luna. Y a pesar de las risas de todos, el continuaba juntando piedritas, hasta que en el pueblo hubo una competencia de quién tiraba la piedra más lejos.
“Nunca vamos a derribar la luna, nunca vamos a alcanzar a ser perfectos, íntegros, totalmente justos; no existe un justo en la tierra que haga todo bien, pero el solo hecho de ponerlo sobre la mesa, aunque esto se vea inalcanzable, utópico, nos hace caminar hacia ese sendero y nos genera seres humanos más íntegros, seres humanos reconciliados con nosotros mismos por cumplir nuestra función en el mundo”, declaró.
Subraya Chueke que Yom Kipur no es el día natural de la Torá, porque ella normalmente nos propone cuerpo y alma y que este es el único ayuno en la Torá, el resto son de los sabios. En esta ocasión, es un día al año, que propone las inhibiciones corporales solamente para que podamos sentir un poco más el alma, porque durante todo el año debe haber un equilibrio, aunque, sabemos, la balanza se desequilibra totalmente, el cuerpo gana, el instinto, las ganas, se apoderan de lo tangible, de lo más real, y el alma queda un poquito rezagada. El alma quiere gritar, pide a gritos participar en esa sociedad entre cuerpo y alma, materia y espíritu, pero el cuerpo, los sonidos corporales y materiales prácticamente la tapan.
Yom kipur, es un regalo, revela el Rab; y como está escrito en el Talmud, son dos los días de alegría para el pueblo de Israel: Tu B’Av que es la unión de los opuestos entre hombres y mujeres, cuando se formaban parejas, y Yom Kipur, que es la unión de los opuestos entre materia y espíritu, pero que es cuando apagamos los ruidos de la materia para que nos dejen escuchar lo que dice el espíritu. Un día al año en que bajamos las revoluciones. De hecho, Yom kipur es un “combo” de dos días. El 9 el precepto es comer y beber sin parar, cada bocado es un precepto positivo. Y el 10, ya no se puede hacer nada de eso.
“Ahí está el cuerpo y el espíritu. Darle mucho al cuerpo que es parte de la sociedad inevitable, a parar por 25 horas para escuchar al alma y tu conclusión en el momento de Neilá, en el momento en que se abren los portones del Eijal, en donde están los rollos de la Torá, cuando se abren todos los corazones, se genera un plan para todo el año entre cuerpo y alma, entre materia y espíritu, teniendo en cuenta y escuchando la opinión clara de tu esencia, de tu alma, lo que vos querés ser, lo que vos sabes que debes ser. Y ese cuerpo que se inhibe, que no puede, que no quiere, y se acerca a esa sociedad, generando una propuesta que desde Kipur hasta el próximo Rosh Hashaná debe ser vigente”, concluyó como mensaje.
Redacción: Prof. Cita Litvak
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