Shabbos Project en medio de la guerra y esperando con una mesa servida para los rehenes
10 años del Amasado de Jala.
Contra viento y marea, Am Israel Jai.
Ayer jueves 2 de noviembre por la tarde, se llevó a cabo la 10ma edición del Shabbos Project, una iniciativa mundial que se realiza cada año en distintas ciudades del mundo, en la que miles de mujeres nos reunimos a amasar Jala,-el pan que todos los viernes ponemos en nuestra mesa-, para celebrar el Shabat.
Este año, en la Ciudad de Buenos Aires, la sede fue la Sociedad Rural Argentina, y el evento se replicó simultáneamente en distintas ciudades del interior del país.
Esta vez, el lema fue el compromiso de animarnos, -cada una en su proporción y posibilidad-, a cuidar este Shabat del 3 y 4 de Noviembre, para conectarnos con la esperanza del regreso de los secuestrados y que los jaialim retornen pronto a sus hogares.
Todos los años, el Shabbos con su magia enciende una llama en el corazón de las participantes, siempre se sale con algo: la receta de la Jala, aprender una bendición, la decisión de encender las velas de Shabat, descubrir la potencia de la mujer judía, descubrir todo lo que puede traer conectarse con la tarea del amasado y concentrar los pensamientos y el corazón en la familia, las tradiciones, la reunión y la unión.
Este año, la celebración del 10mo año de este maravilloso evento, fue especial. La guerra con todo su dolor fue el marco que involuntariamente nos convocó.
Miles de mujeres amasando la jala que pondremos en nuestra mesa de Shabat, y que acompañarán nuestro encendido de velas, encendiendo una pequeña luz en tanta oscuridad.
Miles de mujeres judías, con distintas formas de vivir el judaísmo, distintas generaciones, abuelas, madres, hijas, amigas, comunidades enteras, juntas con nuestras diferencias y unidas en nuestra esencia, pusimos nuestras manos y nuestro corazón para pedir por nuestros soldados, para pedir con fervor que regresen a casa sanos y salvos.
Pedimos por aquellos que ya no podrán volver, que sus almas sean elevadas.
Pedimos por Israel, pedimos por nosotros, que tengamos fuerza y fe para seguir transmitiendo el judaísmo a nuestros hijos, porque nuestro pueblo VIVE!!
En primer plano tuvimos la mesa de Shabat para los rehenes, su lugar está allí, esperando por ellos. Fue lo que encabezó nuestras energías, y por supuesto hemos pedido por ellos, que regresen ya a sus casas.
Julián Weich con su acostumbrado carisma y calidez condujo el encuentro, hubo música, abrazos, lágrimas de emoción. Un momento de energía única, enorme, intensa.
El Rab Mario Carciente, de Aish Argentina, nos guió, nos enseñó a recitar la bendición para nuestros soldados, y el Rab Daniel Oppenheimer nos dirigió palabras que llegaron a nuestro corazón. Nos transmitió: “así como la harina se compone de minúsculos granitos, dispersos, disgregados, al unirse con el agua forma la masa, el agua une los granos y los transforma en otra cosa: un cuerpo. Así, para nosotros, el agua es la Torá, une a todo el pueblo judío, su fluir une las diferencias y conforma un solo cuerpo, un solo corazón”. La jala nos simboliza.
Cada año, la magia del Shabbos nos vuelve a encantar, podría creerse que es una repetición, pero no lo es; en cada edición uno se lleva una pequeña perla, algo nuevo, un plus para enriquecer la vida.
Esta vez, además de la energía increíble que es experimentar la unión y la solidaridad y el amor de nuestro pueblo, me llevo la indicación del Rab Oppenheimer:
“Ninguna se va de aquí hoy sin pedir el contacto de dos desconocidas, de dos personas que estén junto a ustedes en la mesa, salgan de su zona de confort y mañana le mandan mensaje a esas mujeres para desearles Shabat Shalom”.
Así lo hicimos, así lo haremos.
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