Las armas de Hamas que apuntan a Europa – Luciano Mondino
La cultura woke en Europa, que ha convertido a los partidos y organizaciones de izquierda en los relacionistas públicos de Hamas en territorio europeo, amenaza con borrar la identidad del continente y promover una de las bases de desinformación más importante en una guerra que también es fundamentalmente informativa.
Por Luciano Mondino
Toda guerra tiene su propia batalla informativa donde hay una importante cantidad de audiencia que se posiciona en un bando u otro. Sin embargo, en el caso de la guerra en Gaza, quienes han decidido apoyar a Hamas, la organización terrorista que desató una masacre el 7 de octubre, lo han hecho con tanta ignorancia como convencimiento. Desde Madrid, París o Londres, el activismo propalestino se ha arrogado violentamente ser la única voz autorizada para hablar en Occidente.
¿Por qué dirían la verdad aquellos terroristas que han violado mujeres antes y después de asesinarlas o secuestrar bebés y ancianos? Tomar a Hamas como una fuente de información creíble, sabiendo que el periodismo está vetado en Gaza, es como haberle creído al Daesh durante su apogeo en el Levante. El caso del hospital Al-Ahli al Arabi fue el ejemplo perfecto del linchamiento mediático que, con el paso de las horas, se hizo añicos.
Las horas siguientes al ataque de Hamas las clásicas voces antisemitas resonaron, aunque con disimulo, en una crítica tan subterránea como los túneles de Gaza. Aún cuando se desconocía cuántos asesinados había dejado el paso del terrorismo en Israel ya había quienes insinuaban que eso sucedía por algo y ese algo estaba alimentado por todos y cada uno de los mitos que hacen a la cuestión palestina.
Primero se refirieron al famoso mantra de la ocupación y los territorios ocupados, parte del glosario que Hamas utiliza y que el activismo europeo adopta en el clásico lema “desde el río hasta el mar Palestina vencerá”. Aunque Israel no esté en la Franja de Gaza desde hace 18 años y que no haya territorios ocupados, toda la maquinaria ideológica y discursiva del activismo propalestino trabajó desde el mismo 7 de octubre como relacionista público de Hamas.
El activismo woke esperó la defensa de Israel para emboscar a las víctimas y construir de forma acelerada una distorsión lo suficientemente inteligente presentada para convertir a esa víctima en el victimario. Esta fue una emboscada perversa que regocijó y permitió salir del closet a todos ellos que promueven la desaparición del Estado de Israel y sus casi 10 millones de habitantes. Para ese activismo da igual utilizar conceptos tan delicados como genocidio, apartheid o limpieza étnica porque están exentos de vergüenza al quedar como ignorantes o mentirosos.
La desinformación es también un arma de guerra y en el territorio europeo hubo quienes tergiversaron la realidad para, consciente o inconscientemente, alimentar el brote antisemita que llevó a marcar casas judías en Francia, Alemania o España. En Europa el antisemitismo moderno es la causa árabe palestina incentivada por esa migración islámica que exporta la formación que recibieron en sus países de origen donde Israel no existe, sino que hay algo que se llama ente de ocupación y que ocupa desde el Río Jordán hasta el Mar Mediterráneo. El epicentro de la movilización a favor de Hamas en Barcelona, donde atacaron violentamente comercios judíos, estuvo dirigido por magrebíes.
Los últimos 20 años han reformateado a las capitales europeas, principalmente a las del oeste, que conforman la Europa occidental. Desde Portugal hasta los países nórdicos, la islamización de sus sociedades ha puesto en jaque muchos de los principios característicos y pactos sociales que perduraron en el tiempo. Esa oleada migratoria, especialmente la que ha nacido conforme el desarrollo de los conflictos en Asia y el Medio Oriente, como la guerra en Afganistán o Siria, ha tomado por asalto a las discusiones políticas en países como Francia, que es laico, donde hay una fuerte presión y extorsión para aceptar los símbolos islámicos.
La fantasiosa alianza entre la izquierda y el islam se bate en Europa como un elemento nacido de la unión entre esas corrientes migratorias islámicas, especialmente aquellas que son ilegales producto del crimen organizado, con una cultura de lo irreal tan absorbida por los jóvenes europeos. Aquellos europeos que han decidido gritar “desde el río hasta el mar Palestina vencerá”, quizás por impotencia o descreimiento, olvidan que ese mismo terrorismo ha asesinado cientos de personas en los atentados sobre suelo europeo.
En un mundo donde las relaciones internacionales son parte del mismo tablero, donde hay intereses en común y donde las amenazas muy fácilmente se vuelven globales la guerra de Israel se ha vuelto la guerra de todo Occidente. Y esto no es una consigna vacía, sino un lema de vida. Una defensa a la historia, a la identidad y a la civilización que ha cobijado una versión del mundo seguramente perfectible, pero que es mucho mejor a la que han construido regímenes como el de Irán, Siria o Rusia.
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