Cumbre antiisraelí
Por Ricardo López Göttig
Se reunieron en Riad, capital de Arabia Saudí, los miembros de la Liga Árabe y de la Organización para la Cooperación Islámica. Asistieron, entre otros, Ibrahim Raisi y Bashar al Assad, presidentes de la República Islámica de Irán y de Siria, respectivamente.
Y es preciso señalarlos con claridad, ya que se trata de dos regímenes que se sustentan por la fuerza y la más extrema violencia contra sus propios pueblos, quitándole toda autoridad moral a sus pronunciamientos.
Una vez más, fue el clásico y repetitivo torneo de diatribas e imprecaciones contra el Estado de Israel, en su constante demonización para achacarle la responsabilidad por todos los problemas de Medio Oriente. Mientras, y por debajo de la mesa, se libran guerras dentro del mundo islámico (Yemen, Siria), en las que Israel no está involucrado y que, tal vez por ello, no despierta la ola de indignación en los campus universitarios y los círculos intelectuales de Occidente, ni tampoco escenificaciones de artistas supuestamente “comprometidos”.
Es un torneo de sombras en la que actores dentro del mundo islámico combaten entre sí, pero de modo indirecto y a través de terceros. Golpear a Israel les sirve para agitar las energías del odio y el resentimiento en la población, manteniendo el espejismo de una falsa unidad.
Somos espectadores de un perverso torneo de sombras con varios actores, con mayor o menor capacidad de juego, en el que cada participante actúa con su propia agenda y objetivos. A veces los conocemos, a veces los podemos conjeturar por sus actos.
El hecho de que no pudiesen acordar sanciones en común, como un bloque, así lo indica. Es por ello que cualquier señal israelí o del bloque occidental en general que puedan interpretar como debilidad, los envalentona.
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