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45 días en guerra: las claves del fracaso militar de Hamás contra Israel

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Esteban Silva, para Radio Jai[1]

Han pasado 45 días desde la masacre cometida por el grupo terrorista Hamás en el sur de Israel. Este grupo armado, cuya carta fundacional afirma buscar “la destrucción del Estado de Israel y el establecimiento de un estado islámico en Palestina”, ha atacado Israel con cantidades ingentes de misiles desde entonces, a lo que las Fuerzas de Defensa de Israel han respondido con la secuencia de la Operación Espadas de Hierro: ataques aéreos contra objetivos terroristas, incursión terrestre con el objetivo de desmantelar las estructuras de Hamás, y la definición de estrategias para el rescate de los casi 240 rehenes secuestrados en Gaza.

La infraestructura militar terrestre y subterránea de Hamás en la Franja de Gaza ha sido puesta al descubierto por los operativos del Tzahal: escuelas, parques de diversiones y universidades usados como depósitos de armas y misiles; hospitales que acogieron rehenes maltratados, ante la viva mirada de organizaciones internacionales en la zona; una gigantesca y profunda red de túneles que, en lugar de servir como refugio para los civiles inocentes, es una inmensa trampa que acoge terroristas.

Sin embargo, la “guerra urbana” anunciada a todas voces por Hamás no ha surtido ningún efecto real frente a la asonada israelí en territorio de Gaza. Irán ha asegurado, de acuerdo a fuentes diplomáticas, que no había autorizado el ataque del 07/10; por su parte, Hezbollah asegura que no habrá una campaña regional en contra de Israel. Por su parte, las Fuerzas de Defensa de Israel siguen buscando garantizar la evacuación de decenas de miles de gazatíes hacia la frontera con Egipto, frustrando la conocida estrategia de usar a los civiles como “escudos humanos”.

En esta entrega, exploramos el porqué del fracaso en la estrategia militar de Hamás e Irán contra Israel en esta Guerra de Simjat Torá; las acciones secuenciales equivocadas en este ataque preparado, y las contingencias tomadas por el ejercito israelí frente a la coyuntura.

Radiografía del terrorismo fundamentalista: los grupos armados alrededor de Israel

Como mencioné a inicios de año en esta misma Radio, durante la Operación Escudo y Flecha, era importantísimo tomar en cuenta es la cantidad de brigadas, organizaciones terroristas e incluso ejércitos nacionales que constituyen un eventual peligro para la seguridad nacional del Estado de Israel.

En primer lugar, los Territorios Palestinos albergan diferentes organizaciones fundamentalistas armadas, principalmente Hamás (de orientación islámica suní, gobierna en Gaza) y la Jihad Islámica Palestina (de orientación ultranacionalista). Cada organización posee brazos armados: las Brigadas Ezzedine Al-Qassam (Hamás), Brigadas Al-Quds (JIP) e incluso la Brigada de los Mártires de Al-Aqsa (brazo armado disidente de Fatah, que gobierna en Cisjordania). Estos grupos han tenido participación en diferentes conflictos armados, y todos ellos han estado inmersos en la Guerra de Simjat Torá.

En la frontera con Líbano se encuentra la mayor amenaza a la seguridad de la región: Hezbollah. Esta organización de orientación chií es considerada “la fuerza militar no estatal más grande del mundo”, según expertos en política del Medio Oriente. Dirigida por Hassan Nasrallah, este grupo tiene gran influencia en la comunidad islámica chií del sur del Líbano e incluso tiene poder de veto en el gabinete del país, ocupado por esta colectividad religiosa. En su fundación en 1982, se consideró que Israel era “el enemigo odiado al que hay que luchar, hasta que los odiados sufran lo que merecen”. Han recibido entrenamiento y armamento militar por parte de la Guardia Revolucionaria Iraní, han obtenido escaños históricamente en el parlamento libanés y son responsables de múltiples ataques contra fuerzas militares israelíes, estadounidenses e incluso libanesas, así como están vinculados con ataques y operaciones fuera del Medio Oriente.

Por su parte, el régimen de Bashar al-Assad en Siria tiene a su cargo 17 unidades de combate armadas, así como la sección Fatah-Intifada y el Kataeb Hezbollah (sector sirio); asimismo, en territorio iraquí circulan el Atsa’ab Ahl al-Haq (Red Khazali) y las Fuerzas Quds (de origen iraní). La cooperación del gobierno iraní con las brigadas sirias incluye misiles y vehículos aéreos no tripulados, de acuerdo a los reportes del Dr. Mordechai Kidder en Makor Rishon.

En las últimas semanas, se sumó a esta confrontación el grupo zaidí chiíta Hutí; desde territorio yemení (donde vienen librando una guerra contra el gobierno y el reino de Arabia Saudí) han intentado lanzar misiles sin éxito contra Israel, así como aseguran haber secuestrado navíos israelíes en el Mar Rojo (noticia desmentida por Israel).

El caso del régimen iraní (poseedor de armas nucleares y reservas de uranio enriquecido) constituye un riesgo estatalizado para el país: constantes amenazas de las autoridades del país, que no ha dudado en culpar a Israel y Estados Unidos de las protestas en su contra, y que muy a menudo anuncia ataques y consecuencias lamentables en contra del Estado judío. La normalización de relaciones entre Irán y Arabia Saudí (firmante de los Acuerdos de Abraham y socio estratégico comercial de Israel) también ha generado un cambio en el tablero diplomático de la zona, con la intervención indirecta de China.

Explorando teoría: conceptualizando el conflicto desde la polemología

Dentro de los conceptos de la polemología (disciplina que estudia las guerras), se acuña el término “guerra absoluta” para definir “la guerra de supervivencia, hasta la destrucción total del adversario”. También es importante el concepto de “guerra generalizada” para definir “un conflicto entre las potencias mayores en el cual son empleados los recursos totales de los beligerantes y la supervivencia nacional de uno de ellos está en peligro”. Sin embargo, entendiendo la magnitud de los conflictos en el mundo, no toda guerra es absoluta ni únicamente generalizada; en su mayoría, son limitadas y sectoriales. Sin embargo, estos principios básicos se aplican para la adaptación de las estrategias de acuerdo al contexto.

Cada una de estas ideas teóricas tiene sus propios componentes; aseguraba Von Clausewitz en sus definiciones alrededor de las “guerras revolucionarias” (limitadas) que las guerras modernas requerían del componente de la “nación en armas” para buscar la rebelión total del pueblo “invadido” en contra de un invasor “legítimo”, dentro de los cambios en los regímenes políticos tras la Revolución Francesa. Basil Liddell Hart hablaba de la evolución de estos conflictos hacia una “guerra a ultranza”: cuando un Estado usa sus fuerzas hasta el límite del agotamiento, condena a su propia política a la debilidad.

Con estos conceptos como espejo teórico, podemos entender la estrategia de los grupos fundamentalistas contra su enemigo declarado, y la inteligencia en política militar por parte de Israel para tomar decisiones y neutralizar a su contendiente.

El fracaso militar de Hamás: una cadena de errores y una respuesta contenida

Hamás y Hezbollah, ejes cardinales del terrorismo fundamentalista en el Medio Oriente, aseguran tener la misma misión u objetivo: la destrucción del Estado de Israel. Tal como se ha dado a lo largo de los diferentes episodios del conflicto palestino-israelí, los ataques contra territorio israelí debían suponer una respuesta a mayor escala contra territorio palestino y la consiguiente agudización de las confrontaciones.

La estrategia parece clara: en condiciones ideales (y de acuerdo a las propias declaraciones de los líderes de Hamás en el exilio), la idea habría sido atraer a Israel hacia territorio gazatí con el objetivo de generar una guerra urbana. El Tzahal habría partido con una evidente ventaja: tropas más preparadas y armamento más desarrollado. Sin embargo, la falta de exploración sobre territorio gazatí y el intento de salvaguardar las vidas civiles en la Franja hubieran dificultado mucho la tarea. He aquí la importancia del sistema de túneles; al no poder destruir a Hamás en su propio territorio, Israel buscaría adentrarse en el subterráneo, siendo avasallado por un contingente inesperado de terroristas (o fuertemente disminuido). Ello habría implicado la movilización de más tropas israelíes al sur, y la probable apertura de tres nuevos frentes: el norte (Alta Galilea y Altos del Golán, atacados por Hezbollah y las guerrillas sirias), el sur de Israel (posiblemente atacado por fuerzas como los hutíes) y Cisjordania (con células de Hamás y disidentes buscando el centro del país). Una guerra en cuatro frentes habría sido catastrófica para el Estado judío.

¿Qué falló para Hamás? En primer lugar, toman muchísima importancia las declaraciones iraníes sobre la falta de aviso respecto del ataque. Ello explicaría el por qué Hezbollah no se ha inmerso de lleno en la guerra, y la falta de acción directa por parte del gobierno iraní frente a las amenazas de Israel, Estados Unidos y sus aliados en la zona.

Por su parte, Israel respondió a Hamás como se esperaba: con una guerra masiva en la Franja de Gaza. Sin embargo, lo hizo con ataques aéreos y teledirigidos, buscando primero debilitar la infraestructura en la zona. Este es, sin duda alguna, el bombardeo más agresivo realizado en la historia de Israel, y sus consecuencias civiles aún son difíciles de dimensionar en cifras y daños.

Israel aplicó inteligentemente dos estrategias a la vez: la de combate (anunciando a todas voces su intervención terrestre durante semanas, creando expectativas mayúsculas) y la de disuasión (demorando por muchas semanas la famosa intervención, advirtiendo sus intenciones reales en la zona y buscando la evacuación de poblaciones civiles). Mientras tanto, los incesantes bombardeos habrían provocado grandes daños estructurales no contemplados por Hamás. Asimismo, Israel no se sentó a negociar por los rehenes.

Por todo ello, al empezar realmente la intervención terrestre, ningún plan militar pudo ser aplicado en su totalidad. El Tzahal partió en dos la Franja, sitiando la ciudad de Gaza y frustrando cualquier plan de combate directo o de escape por parte de los terroristas, neutralizando todo intento de emboscada o infiltración por aire, mar y tierra, mediante drones o tanques. Los cuarteles de Hamás han sido desmantelados y destruidos rápidamente por la operación israelí en la zona.

Por su parte, esto ha limitado la capacidad de acción de Hezbollah, cuyos ataques completamente previsibles están siendo contenidos por Israel, sin riesgo de infiltración u operación sorpresa. Al no haber mayor movilización de tropas, la frontera norte está mayormente controlada en caso de emergencias. Una eventual incursión de gran magnitud por parte de Hezbollah podría suponer una intervención israelí similar en el sur de Líbano, desequilibrando completamente la balanza militar y diplomática de la región.

¿Y el análisis?

Regresando a la máxima polemológica sobre la utilización de los recursos en tiempo de guerra, entendemos que Israel ha optimizado sus recursos y maximizado su ventaja a partir de la toma de decisiones; por su parte, informaciones oficiales confirman la decadencia de Hamás en sus ataques: mientras en la primera semana lanzaron más de 3000 misiles contra territorio israelí, en la séptima semana sus cifras no alcanzan ni los 300 proyectiles.

A su vez, el factor “nación en armas” tampoco ha sido útil para Hamás. La multitudinaria movilización de su población civil e inocente hacia zonas protegidas mediante corredores humanitarios ha debilitado el factor social que podría haber legitimado y favorecido las acciones de Hamás en la región.

Ni guerra absoluta, ni guerra a ultranza, ni “nación en armas”. Ahora Israel negocia por los rehenes, con todo el campo a su favor.

 

[1] Politólogo. Master of Arts en Estudios Migratorios por la Universidad de Tel Aviv, Israel

Reproducción autorizada citando la fuente con el siguiente enlace Radio Jai

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