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Entre mercenarios y mentirosos

El juicio a Eichmann en Israel hace poco más de 60 años, sin duda generó una inflexión profunda en lo que se conocía, analizaba y estudiaba hasta ese momento sobre la Shoá. Hay tres puntos de ese juicio con los cuales deseamos comenzar hoy para luego entrar en el contexto en el que vivimos en el presente.

Eichmann, asesino múltiple, tuvo, como corresponde en un Estado de Derecho, un abogado defensor, Robert Servatius. Abogado alemán, nunca se comprobó su pertenencia al partido nazi, a pesar de que defendió a Eichmann y a varios nazis más. Servatius cumplió su trabajo, a pesar de que a mucho público pudiese asquearle su rol. Trató de aminorar la parte cumplida por Eichmann en el Holocausto, y dijo que “la defensa presentará pruebas a su argumento de que el acusado no era parte del estrato de la dirigencia política que toma decisiones, la que emite órdenes, sino que formaba parte del rango menor, que las recibe”. Y Eichmann declaró sobre obediencia debida: “Yo obedecí las órdenes ciegamente y cumplí las órdenes con ciega disciplina.” Ante esa estrategia del Dr. Servatius, el gran poeta, escritor y periodista israelí Jaim Guri escribió entonces: “Al principio creíamos que era ‘oficial de transporte’, luego lo degradamos a ‘sargento de vehículos’. Otra semana más de testimonio y romperemos a llorar amargamente, pediremos que sea liberado, junto a pedidos sinceros de disculpa por la falsa acusación, acompañados de una indemnización”.
O sea, Servatius no tuvo problema de defender a alguien como Eichmann, el asesino se amparó en la infamia de obedecer órdenes, aunque fuera falso y Servatius lo supiera perfectamente, y Jaim Guri advirtió sobre lo que muchas veces puede suceder en cuanto a que nada más ni nada menos que un Holocausto pueda ser minimizado, banalizado y reconvertido de tal forma que las víctimas parecieran victimarios vengadores.

El viernes pasado en la Corte Internacional de Justicia de La Haya, Israel contestó y sepultó los argumentos que 24 horas antes usó Sudáfrica para acusar a Israel de genocidio. Uno de los abogados israelíes Dr. Tal Becker hizo un primer alegato, del cual queremos puntualizar dos aspectos. Uno, que Becker detalló varios ejemplos que demuestran que lo planteado en la Corte es un juicio al revés. Israel, tal como dice la Convención sobre Genocidio no tuvo ni tiene en ningún momento intención de terminar con un pueblo, en este caso el palestino.

Miles de camiones con alimentos y combustible entrando a Gaza a pesar de las trabas continuas de Egipto y los robos de los cargamentos por Hamas, advertencias que ninguna convención obliga, a la población civil para alejarse de los bombardeos contra Hamas y sólo Hamas, ya demuestran la mala fe y la distorsión del planteo. Pero, la acusación es al revés, porque la matanza brutal del 7 de octubre, los heridos mutilados, los rehenes aún retenidos y torturados, sí muestran la intención genocida de Hamas y quienes lo apoyan y sostienen, de exterminar a Israel y al pueblo judío. Becker dio muchos ejemplos que muestran la intención genocida. Uno de ellos: Johnny Simantov , un agricultor de trigo, y su esposa Tamar, una activista por los derechos de las mujeres, vivían en el Kibbutz Nir Oz. Cuando comenzó el lanzamiento de cohetes, se escondieron en la habitación segura con su hijo de 4 años, Omer, y sus gemelos de 6 años, Arbel y Shajar. Durante el ataque, terroristas de Hamás prendieron fuego a su casa. Johnny le envió un mensaje de texto a su hermana Ranae: “Están aquí. Nos están quemando. Nos estamos asfixiando”. Toda la familia fue quemada viva, reducida a cenizas, lo que dificultó especialmente la identificación del ADN.

El otro aspecto de la presentación del Dr. Becker que queremos puntualizar. Uno de los abogados contratado por Sudáfrica es un abogado de mucho prestigio internacional, con una foja de casos ante la Corte muy amplia, muchos escritos publicados y docente en Oxford. Hablamos del Dr. Vaughan Lowe, inglés, que tomó el podio para explicar los motivos de la acusación sudafricana. Lowe dijo:” Israel no tiene el derecho a defenderse en sus acciones en Gaza, porque Israel controla los puntos de acceso al territorio. Eso significa ocupación y como ocupante no tiene el derecho de atacar Gaza”. De un plumazo, Lowe borró de la historia las atrocidades del 7 de octubre, que no mencionó nunca; y borró los más de diez mil cohetes lanzados contra los civiles israelíes y la violación de todas las leyes de guerra existentes por parte de Hamas. Además, hizo algo más perverso. Israel no ocupa Gaza desde 2005, y no controla las entradas a Gaza. Controla una. La otra, la controla Egipto. Lowe le atribuye a Israel lo que no existe, y exime a Egipto de su responsabilidad y del inhumanitario cierre de fronteras que ha hecho con los habitantes de Gaza.

El viernes pasado, después de lo que dijo Lowe, el Dr. Tal Becker demostró que el abogado inglés se mintió a sí mismo. En un evento sobre Derecho Internacional en Londres en 2005, Becker citó palabras de Lowe de entonces:” El derecho a la auto defensa es un derecho que permite el uso de la fuerza para evitar un ataque. La fuente del ataque sea o no un estado es irrelevante para ejercer ese derecho. La fuerza puede ser utilizada para evitar una amenaza porque nadie, ni personas ni estados, están obligados a sufrir pasivamente una agresión”. Y así, como lo remarca Jeremy Sharon en Times of Israel, presente en La Haya, “ Lowe decidió, delante de 15 jueces, decir que sí hay un estado que puede sufrir un ataque sin derecho a defenderse: Israel”. Lowe intentó manipular a la Corte sin importarle su propia opinión académica, ignorando a los agresores como si nunca hubieran existido. Eso hace que si, de acuerdo con la manipulación de Lowe, nadie atacó a Israel, Israel no tiene derecho a atacar en Gaza. El periodista de Times señala que Lowe es mendaz. Es peor. Porque no falsifica o distorsiona hechos comprobables, va más allá, los niega. Servatius no defendió a Eichmann negando la Shoá. Eichmann tampoco negó las peores acusaciones, las puso en el congelador de la infame obediencia debida. 60 años después, Lowe rompe todos los códigos y se zambulle al barro, y por lo visto, no le importa que Tal Becker le demuestre su mendacidad.

El gobierno de Chile (además de Colombia, Venezuela, Nicaragua, Cuba, Turquía) respalda la acusación sudafricana. O sea, respalda las falsedades dichas en La Haya, y más aún, apoya la negación de la barbarie cometida por Hamas, porque eso está en el planteo del Dr. Lowe. La comunidad judía de Chile ha hecho saber públicamente que no irá a la conmemoración del Día Internacional en Memoria del Holocausto en la Cancillería donde habitualmente tiene lugar, por las actitudes agresivas generadas desde las declaraciones del gobierno contra las instituciones y personas de la comunidad, por la resolución del presidente de apoyar una acusación contra Israel y no contra el agresor, Hamas, y – entre otros argumentos de la carta de la comunidad- por la comparación de Gaza con Berlín 1945, lo cual incita aún más a la violencia contra la comunidad judía. El presidente de Colombia sigue comparando Auschwitz con Gaza. El dictador turco Erdogan, que niega el genocidio armenio perpetrado por los turcos hace más de un siglo, respalda con desparpajo y malicia a Sudáfrica.

Volviendo al espíritu del pensamiento de Jaim Guri hace más de 60 años, entonces la defensa de Eichmann intentó minimizar la mayor barbarie contra los judíos de la historia. Hoy, los mercenarios, los mentirosos, los antisemitas que aumentan sus agresiones día a día desde podios, oficinas presidenciales y organismos internacionales, no pretenden minimizar lo que sucedió el 7 de octubre de 2023. Se empeñan en negarlo. Así funciona una de las variantes del odio. Porque los perpetradores, o sea Hamas, no niegan nada, filmaron todo, se enorgullecen de haberlo hecho, y hace poco, sus jefes de visita precisamente en Sudáfrica prometieron volver a hacerlo cuantas veces puedan.

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