Hay novedades en los frentes
En este invierno del hemisferio norte, marcado por dos (¿o tres?) guerras simultáneas en Ucrania, contra el terrorista Hamas en Gaza y el enfrentamiento con los hutíes en el Mar Rojo, quizás se esté viviendo una etapa crucial que puede marcar los próximos años. Una guerra a gran escala se va anticipando en distintos frentes, como ocurrió en las dos conflagraciones mundiales. De cómo se responda ante estos conflictos, dependerá si seguirá o no escalando a nivel planetario.
¿Tremendismo, alarmismo? Quizás, pero siempre es mejor estar preparado ante el peor escenario posible, porque en estos tiempos ya no hay margen para las ingenuidades. Rusia, por un lado, está atacando sistemáticamente contra las grandes ciudades ucranianas con misiles y drones, a la vez que sus fuerzas militares están teniendo avances en la región del Donbas. Y es que se sabe que al ejército ucraniano se le están acabando las municiones, por lo que el desenlace –de no llegar más material bélico-, podría ser desastroso para el país que viene resistiendo hace casi dos años una agresión totalmente injustificada. El Estado de Israel se encuentra, por otro lado, con que en lugar de que las democracias se unan en un solo frente contra el terrorismo, se vuelva a plantear un plan de solución que a los líderes de Hamas no les interesa. Por si no queda claro: el liderazgo de Hamas nunca buscó crear dos Estados, porque quiere uno solo, negando el derecho a la existencia del Estado de Israel, expulsando o exterminando a los judíos. Su objetivo es implantar una teocracia desde el río Jordán hasta el mar Mediterráneo, y lo manifiesta con todas las palabras y acciones.
El Mar Rojo, asediado en el estrecho de Bab el-Mandeb por las milicias hutíes de Yemen, despertó discusiones bizantinas sobre alianzas y permisos militares, cuando lo que se precisa es una decisión urgente para este conflicto colateral, pero que puede extenderse por la Península Arábiga y el Cuerno de África. El bloque progresista en el Congreso de Estados Unidos, liderado por el senador Bernie Sanders y otros legisladores demócratas, cuestionan el mandato del presidente Biden de responder militarmente contra estas guerrillas sin haber pasado el visto bueno por las cámaras legislativas; en tanto que el ala derecha del Partido Republicano, identificado con el ascendente Donald Trump, sostiene que deben suspenderse las ayudas militares exteriores y concentrar esos recursos para impedir la inmigración procedente de su frontera con México.
En Europa están surgiendo voces de primera línea advirtiendo que se debe preparar para una guerra generalizada con Rusia, pero los pasos para adelantarse ante este escenario son aún tímidos. La Unión Europea aprobó destinar los intereses de los fondos rusos congelados hacia Ucrania, unos 15 mil millones de euros. Es una cifra importante pero no suficiente para lo que se precisa para contener a la fuerza invasora rusa.
La industria de la culpa, tal como la denominó Jean-François Revel hace cuarenta años, es la que más daña internamente a las democracias liberales en su enfrentamiento con las autocracias. Porque al sano y necesario disenso se lo confunde con el deseo patológico de la autodestrucción y flagelación, como si se mereciera el castigo por vivir en sociedades prósperas y libres. Una vez más, cabe recordar que antes de la segunda guerra mundial hubo muchísimas voces, sumamente influyentes en la opinión pública, que llamaron a un pacifismo extremo y suicida, y que buscaron invisibilizar lo inevitable. A veces, la historia se suele repetir como una tragedia colosal.
Ricardo López Göttig
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