Parashat Beshalaj: ¿Podremos cantar shirá este shabat?
Moshé y los hijos de Israel comenzaron a cantar su canción de libertad, gratitud y redención después de cruzar el mar.
Pero, nuestros sabios enseñaron “lo zajú Israel lomar shirá al hayiam ela bizjut emuná”, que a Israel le fue dado el privilegio de la shirá, de la canción, solo por su fe. Esa fe, que hace que toda la vida sea una melodía de alegría y felicidad, de deleite y esperanza.
La Shirá del tipo que fuera, y más en este caso, sólo puede surgir como resultado de la emuná. Con fe, la vida es una canción; sin ella, un canto fúnebre. Con fe, la vida es una sonrisa; sin ella, una lágrima.
La fe puede mantener a flote a una persona para que pueda cabalgar las olas de la adversidad; sin ella, se hundirá inevitablemente, arrastrado por el peso muerto de la monotonía.
Sin fe, la vida no tiene esperanza; con ella, posee firmeza y ecuanimidad.
El judaísmo, a diferencia de otras religiones, no predica la doctrina de que “cree y te salvarás”. La fe no puede producir la redención; para ello es necesario el buen comportamiento y las buenas obras. Pero, igualmente hace milagros.
Un bello midrash nos dice que cuando Israel abandonó por primera vez la tierra de Egipto, y justo antes de llegar al Mar Rojo, Moshé, inspirado pero asustado líder del grupo de esclavos hebreos, se encontró en una difícil situación. Había problemas de alimentos, suministros y moral, y una amenaza de motín.
Moshé comenzó a rezar, y Dios le dijo: Má tiztak Elai, “¿por qué Me rezas?” (Éxodo 14:15 “Entonces el Señor dijo a Moshé: ¿Por qué clamas a mí?”).
Nuestros sabios elaboran esa respuesta de Dios, y dicen que planteó: Hayam soer, vehasone rodef, ¿veatá omed umarbébetefilá lefanai? El mar es tempestuoso, el mundo está agitado, unanación está a orillas de un mar que amenaza con engullirla, y un enemigo cruel y encarnizado te persigue; en un momento así ¿cómo puedes rezar? Dios nos dice, que cuando el mundo está agitado, cuando olas de odio, enemistad y sadismo inundan continentes enteros, cuando nubes de tormenta se ciernen ominosas sobre elhorizonte, cuando se siente de nuevo el olor de la guerra y el hedor del genocidio, cuando el enemigo de toda decencia y el asesino estáncreciendo y ascendiendo, cuando tu pueblo se enfrenta de nuevo a la extinción, cuando la persecución, la discriminación y el fanatismo gobiernan las mentes de las masas, entonces, menos que nunca, es el momento de la profesión de fe; ese no es el momento de señalarpiadosamente tu buen corazón, no es el momento de senti-mentalismos tontos, no es el momento de hablar en generalidades abstractas.
Cuando no se puede dar sepultura a los caídos ni alcanzan los médicos y hospitales para atender a los heridos, no es momento de gemir, llorar, suspirar, mirar de lejos o apartar la vista y no mirar a los ojos de los dolientes y de los familiares de los rehenes.
No.
Cuando el enemigo sanguinario toma a tus niños, mujeres y ancianos como rehenes, cuando el grado que el mar de la vida es tormentoso, y el asesino solo desea matarte y borrarte de la faz de la tierra, Dios debe pensar ¿Má Tiztak Elai?, entonces ¿por qué gritar, por qué rezar, por qué hablar de fe en semejantes circunstancias? Y Moshé responde a Dios, con toda sencillez, ¿má li laasot? ¿Qué debo hacer entonces, oh Dios? Y Dios responde, como la Torá en nuestra parashá registra”veatá harem et matjá unetei et yadejá”, Tú, Moshé, tienes una gran misión para hacer inmediatamente. Tarea impostergable. Realmente hay algo que puedes hacer, harem es matjá al hayam, (“Y tú alza tu vara, y extiende tu mano sobre el mar, y divídelo, y entren los hijos de Israel por en medio del mar, en seco”), levanta esa vara, álzate valientemente sobre tus dos pies y enfrenta al enemigo, golpéale donde le duela; búscalo en sus escondites y sácalo de allí para que no te pueda emboscar y netei es yadjá al hayam, extiende tu mano sobre el mar del mal que te rodea y que amenaza con ahogarte.
Si los mares del odio y el cinismo están inundando tu mundo, entonces ¡adelante!, extiende tu mano y salva a todos los que puedan ser salvados; si hay un solo hombre que necesita tu ayuda, entonces tu tarea no es hablar, sino tender una mano amiga. Ahora es el momento de levantarte, conduce a tu pueblo a la Tierra Prometida, enséñales a temer a Dios y a respetar a sus semejantes.
Olvídate de los sermones, pasa a la práctica. Deja de lado los sentimientos, muestra realidades.
No te atrevas a hablar de lo realmente religioso que eres hasta que vivas una vida religiosa en la que salvar la vida del otro sea un principio irrenunciable. Porque sólo entonces la Fe cobra sentido, sólo entonces la Fe conduce a la Canción, la emuná a la shirá. Termina tu labor y cantarás victorioso.
En tiempos en que los mares son tempestuosos y el enemigo tepersigue, posterga por un instante el recitado piadoso de los himnos, y procede al Hineni Muján Umezuman Lekayem, estoy maduro, dispuesto y preparado para cumplir mi obligación. Deja la prédica. Cierra los libros. No hables de religión. No conferencies de política.
Interrumpe el odio al otro. No corras de canal en canal para decir qué es lo que crees debe hacer el otro.
Avanza con una fe fuerte y activa, no hay tiempo para nada distinto y no lo habrá en el futuro si hoy dudas y cavilas, si proyectas en otro la obligación de actuar o si esperas que otro te reemplace.
Refuerza tu fe realmente convencido de las Verdades en las que creemos. Avanza con una fe fuerte y activa.
En el fragor de la lucha “Tomó también consigo Moshé los huesos de Yosef, el cual había juramentado a los hijos de Israel, diciendo: Dios ciertamente os visitará, y haréis subir mis huesos de aquí con vosotros”. Rashí comenta sobre este versículo de Shemot 13:19 que les había hecho jurar que harían jurar a sus hijos. Pero ¿por qué no hizo jurar a sus hijos que lo llevarían a la tierra de Canaán inmediatamente después de su muerte, como Yaakov había hecho jurar a sus hijos? Yosef dijo: Yo era gobernante en Egipto y tenía poder suficiente para hacer lo que mi padre deseaba; pero a mis hijos los egipcios no se lo permitirán. En consecuencia, les hizo jurar que cuando fueran liberados y salieran de allí lo llevarían con ellos”(Mejilta de Rabí Yishmael 13:19).
No permitas que el Mal secuestre a las personas vivas ni muertas.
El rabino, comentarista bíblico, filósofo y médico italiano Ovadia ben Yaakov Sforno dice sobre el mismo versículo que cualquier obligación contraída comunitariamente debe ser honrada por el líder de esa comunidad cuando se presente el momento y la oportunidad de cumplir con esa obligación, viendo Moshé que ahora era el líder de la nación le correspondía cumplir el juramento. No podía quedar inoperante ni postergar la acción ni por un instante.
Yosef ben Isaac Bejor Shor de Orleans (siglo XII) fue un tosafista, exégeta y poeta francés que vivió en la segunda mitad del siglo XIIexplica que Yosef quiso ser enterrado en un ataúd para que sus restos pudieran ser transportados fácilmente a la tierra de Israel para ser sepultados. Si hubiera sido dejado directamente en la tierra, sus restos podrían haberse deteriorado, o el lugar de su entierro podría haberse olvidado. En cualquiera de los dos casos, habría sido muy difícil transportar sus restos a Israel muchos años después.
Bejor Shor cita del Midrash que el cuerpo de Yosef no fue el único que salió de Egipto tras el largo exilio. Todos los hermanos de Yosef fueron enterrados en la Tierra de Israel. Cada tribu se llevó los restos de su propio patriarca al salir de Egipto. La única excepción fueron las propias tribus de Yosef, Efraím y Menashé, ya que la Torá nos diceque el propio Moshé sacó los restos de Yosef de Egipto. El Midrash basa esta tradición en la palabra hebrea ‘itjem,’ contigo, que aparece en el versículo. Yosef dice a sus hermanos: “mi cuerpo será transportado con los vuestros de vuelta a Egipto”. Nosotros todos somos responsables que así sea oportunamente.
¿Por qué entonces la Torá no registra explícitamente nada sobre el entierro de los hermanos y su transporte a la Tierra de Israel? El Bejor Shor escribe que a Yosef le preocupaba que, dado que Egipto le daría un entierro tan formal y honorable, tal vez el pueblo judío dudaría en desenterrar sus restos. Tal vez el pueblo judío diría que, por supuesto los otros patriarcas necesitaban ser enterrados en la Tierra de Israel, pero ya que Yosef tuvo un funeral tan digno en Egipto no había razón para traerlo de vuelta. Por lo tanto, a medida que el libro del Bereshitllegaba a su fin, Yosef recuerda a sus hermanos, y a nosotros, los lectores de la Torá, que, a pesar de cualquier honor y fanfarria recibidos en el exilio, el lugar de nuestras vidas y de nuestros restos es Israel.
Conocemos hoy día la misión de buscar y localizar los restos de soldados de las Fuerzas de Defensa de Israel en territorio enemigo. Estos soldados, de los que no se ha hablado antes son los que encontraron y recuperaron los cadáveres de las víctimas asesinadas del asalto del 7 de octubre contra las comunidades israelíes frente a la Franja de Gaza y que ahora están ocupados en la zona de combate de la propia Gaza.
La necesidad de crear unidades de búsqueda surgió tras el desastre de los vehículos blindados de transporte de tropas de mayo de 2004, cuando dos vehículos blindados de transporte de tropas de las fuerzas de defensa de Israel fueron atacados en incidentes separados en la Franja de Gaza y tuvieron que ser recogidos por sus compañeros. Otro objetivo, no menos importante, es impedir que el enemigo utilice los cadáveres como moneda de cambio en las negociaciones como lo hace sin vergüenza y sin un prurito de piedad.
En la parashá de esta semana, en la que los israelitas abandonan por fin Egipto. Leemos que Moshé se aseguró de llevar consigo los huesos “atzamot” Yosef (Shemot 13:19). Es interesante que un hueso se denomine ‘etzem’ que literalmente significa “esencia”. Como adjetivo, ‘atzum’ significa “fuerte”, así como “cerrado”. Esto es apropiado, ya que los huesos son los componentes más fuertes. La esencia del ser, debe encontrar descanso en su espacio.
El Talmud relata que mientras el Pueblo de Israel viajaba por el desierto, el ataúd de Yosef estaba al lado del Arca de la Alianza. La gente se preguntaba por la extraña asociación, y otros respondían que era apropiado porque “éste [Yosef] cumplió todo lo que está escrito en ésta [el Arca, que contiene la Torá]”.
El Libro de Yehoshúa narra la llegada del pueblo judío a su Tierra. Hacia el final de la obra, aprendemos: “Y los huesos de Yosef que habían traído de Egipto, los enterraron en Shjem, en la porción de tierra que Yaakov había comprado a los hijos de Jamor, padre de Shjem, por 100 piezas de dinero”.
Rashí sobre este versículo dice: “Fue de Shjem que ellos [los hermanos] lo robaron, y fue a ese lugar que lo devolvieron”. Restituirlo a ese lugar fue un acto de justicia histórica.
Según el Midrash, hay tres lugares en la Tierra de Israel que son indiscutiblemente nuestros, ya que los adquirimos mediante transacciones comerciales: La Cueva de Majpelá, donde están enterrados los patriarcas y las matriarcas, que fue comprada por Abraham. El Monte del Templo -donde se alzaban nuestros dos Templos en Jerusalén- que fue comprado por David a Arauna el jebuseo. La tumba de Yosef en Shejem, que fue adquirida por Yaakovy a la cual hoy es difícil llegar.
Nuestro destino tiene giros irónicos.
Tantos años después de los sucesos históricos, todavía no podemos entonar la Shirá con toda la alegría, porque todavía luchamos por la redención, mientras nuestros enemigos van regocijándose por los crímenes que cometen a quienes en su tiempo cruzaron el mar de los juncos buscando la libertad.
Tantos años después, todavía hay quienes cuestionan nuestros derechos por el lugar en el que deseamos vivir recordando que nuestros antepasados los adquirieron.
Con fe, nuestra vida será una canción; y no una balada luctuosa como lo será este Shabat, esperemos que por última vez.
Con fe, la vida será una fiesta sin llantos y sin suspiros. La fe en nuestra eternidad que nos mantuvo en la adversidad; nos dará las energías necesarias para lograr la paz en nuestra tierra.
La fe nos brindará firmeza y ecuanimidad.
La fe en la Verdad, la emuná, terminará imponiéndose a quienes desean exterminarnos y que hoy se encuentran diseminando su hiel antisemita en el mundo.
Podremos rezar sin estar amenazados por quienes buscarondevorarnos. Tomando todo el tiempo para nuestro espíritu sin amenazas de inhumanos y feroces seres sedientos de nuestra sangre.
Sin la urgencia de la autodefensa. Podremos tomar los libros sin distraernos por los sentimientos de animadversión que recorren el mundo, sin tener que estar a la defensiva de nubarrones de saña y barbarie. Sin esclarecimientos inútiles y sin dar explicaciones que de todas maneras nuestros enemigos no entenderán.
Será el momento en el que junto a las personas de bien de todos los pueblos podamos especular sobre pasión, afecto, libertad ycorrespondencia entre los seres humanos.
Entonces entonaremos y corearemos un cántico en honor de Dios,como dijera Moshé ‘Cantaré al Señor, que se ha coronado de triunfo, el Señor es mi fuerza y mi cántico; él es mi salvación. Él es mi Dios, y lo alabaré; es el Dios de mi padre, y lo enalteceré…
Hará que los perversos pierdan el ánimo de dañarnos, porque caeránsobre ellos pavor y espanto. Y el mal perderá toda su fuerza destructiva. Quedaremos plantados en el monte que nos pertenece;el del bien, en el lugar donde tú, SEÑOR, habitas; en el santuario que tú, Señor, te hiciste.
Y cantaremos ¡El SEÑOR reina por siempre y para siempre!
Shabat Shalom.
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