La arenga del aquelarre antisemita en La Haya
Este 27 de enero, cuando se conmemora a las víctimas de la Shoá, las velas se encenderán también por los 135 israelíes secuestrados que están en Gaza desde hace más de cien noches. “Justicia, justicia perseguirás” no es solamente un pasaje del Deuteronomio, sino una convicción que mantiene viva la defensa de Israel frente a las amenazas que desde hace más de siete décadas buscan desbaratar al único estado judío moderno.
Distintos personajes de la retórica antisionista que muy fácilmente muta en el antisemitismo convencional han promovido un invernadero de resentimiento, judeofobia y discursos de odio altamente inflamables en redes sociales que se han reproducido en la realidad con un exponencial aumento de los casos de delitos de odio contra distintas comunidades judías alrededor del mundo.
La denuncia promovida por Sudáfrica en La Haya, ya que Hamas como tal no podía denunciar ni levantar ninguna voz, fue la arenga maliciosa del aquelarre de las dictaduras, los autoritarismos religiosos y los regímenes, como Venezuela, que sí cometen un verdadero genocidio y donde las pruebas abundan en los tribunales internacionales. El gobierno sudafricano no ha sido nunca un actor imparcial, sino que ha reforzado su papel del país africano no musulmán más hostil a Israel desde hace mucho: reuniones entre funcionarios del partido gobernante y los líderes de Hamas o la propia adhesión al movimiento BDS, Boicot, Sanciones y Desinversión contra el estado judío lo definen como parte del concierto del antisemitismo institucional tan instalado en nuestros días.
Durante un mes, los gritos de justicia de los más de 1200 asesinados por las hordas de Hamas en el sur de Israel durante el 7 de octubre quisieron ser silenciados por esa arenga maliciosa que sólo tenía como objetivo primordial teatralizar que Israel era juzgado por genocidio en el ámbito internacional. La Haya, la sede la de la justicia internacional que debería velar por la integridad del Derecho Internacional, fue el escenario de esa puesta en escena.
Shani Louk, la joven israelí asesinada por Hamas y exhibida como un trofeo de guerra en Gaza, no pudo comparecer ante ninguna corte. Tampoco podrán hacerlo ninguno de los que fueron masacrados por el sádico avance del 7 de octubre al grito de Allahu Akbar.
Mientras las voces se multiplicaban para acusar burdamente a Israel de genocidio, el tiempo siguió pasando para la familia Bibas y sus dos miembros más pequeños que tristemente ocupan la fatídica lista de secuestrados por Hamas: Ariel, de 4 años, junto a su hermano el pelirrojo bebé Kfir que cumplió un año a finales de enero. Los hermanos Bibas siguen retenidos en Gaza, bajo un manto de rumores y especulaciones, junto a otros 133 israelíes que durante el pogromo de Hamas fueron arrancados de sus casas y llevados a las profundidades del bastión terrorista islámico.
Mientras esas mismas voces orquestaban una sinfónica de desaciertos y material altamente cuestionables por los especialistas en la materia, el Partido Comunista de China sentenciaba al ostracismo y el confinamiento a más de dos millones de musulmanes en Sinkiang, China. Rusia, por su parte, intensificaba los ataques contra objetivos civiles en la devastada Ucrania e Irán, el imperio del mal, redoblaba sus esfuerzos para armar a los Hutíes de Yemen y atacar buques comerciales afectando a miles de personas alrededor del mundo.
El pronunciamiento de la Corte Internacional de Justicia, que también es un pronunciamiento político, fue una pírrica victoria para Israel aunque no se haya tratado la cuestión de fondo. Digo pírrica porque el punto más importante hacia los objetivos militares contra Hamas ha sido la no imposición de un alto al fuego, algo que en el gobierno de Jerusalén hubiera provocado un dolor de cabeza. Es verdad que pudo haber sido mucho peor ya que la mayoría de los jueces que componen la corte provienen de países altamente hostiles al estado judío y que reciben presiones políticas de sus respectivos gobiernos.
Este 27 de enero el marco del recuerdo y la memoria será distinto ya que el pueblo judío se ha visto arrojado a una guerra que no ha iniciado, pero que bajo ningún punto de vista puede perder. La perseverancia en la búsqueda de la justicia, algo que enaltece y honra la identidad del pueblo judío a lo largo de su historia, es una poderosa arma que Israel guarda para sí en la lucha existencial contra sus enemigos que están dispersos en distintos frentes.
Nota exclusiva para Radio Jai
Luciano Mondino es Licenciado en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales por la Universidad Católica de La Plata. Master en Política Internacional por la Universidad Complutense de Madrid. Sus principales líneas de investigación son sobre islamismo, Terrorismo y Crimen Organizado.
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