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La imposibilidad (y el peligro) de un estado palestino

Radio Jai- Israel no debe detener su avance en Rafah      

Por Luciano Mondino

Pretender terminar esta guerra con un nuevo proyecto de estado palestino independiente es un error incompatible con el sentido manifestado por los árabes desde 1948: Palestina no quiere la convivencia con Israel, sino existir en lugar de Israel.

4 de Febrero 2024

La intransigencia de los credos del nacionalismo palestino y algunas posturas oficiales de distintos gobiernos israelíes junto a la indulgencia occidental en organizaciones como UNRWA, la Agencia para los Refugiados Palestinos en Oriente Próximo señalada desde hace mucho tiempo como un brazo más de la organización terrorista Hamas, presentan un escenario de guerra perpetua en el que la salida no parece estar tampoco en la insistencia, casi caprichosa, de volver a intentar la creación de un estado palestino independiente.

La guerra de Israel contra el grupo terrorista Hamas tiene tres niveles importantes: el militar, el de la opinión pública y el nivel internacional donde los impactos de la operación en la Franja de Gaza también repercuten. La masacre del 7 de octubre, donde más de 1200 civiles israelíes fueron masacrados y más de 130 rehenes todavía esperan ser rescatados de Gaza, fue la declaración formal de una guerra que ha llegado en el momento en que Israel estaba muy cerca de firmar una ampliación de los Acuerdos de Abraham (el proceso de normalización árabe-israelí firmado en septiembre 2020) con Arabia Saudita, el rival geoestratégico de Irán por el control del mundo islámico y también de los flujos energéticos en el Golfo.

Sin embargo, el enfoque territorial para abordar el conflicto entre árabes e israelíes ha sido insuficiente para entender por qué el gobierno de Jerusalén consiguió la paz con muchos estados árabes mientras la negociación con los palestinos quedaba siempre estancada: Egipto y Jordania durante el siglo XX y ahora dentro de un proceso de normalización en sus relaciones diplomáticas con los estados árabes sunitas del Golfo como Bahréin y Emiratos Árabes Unidos.

Dejando parcialmente de lado las causas políticas, económicas y estratégicas de los acuerdos firmados en 2020 con la intermediación de la administración de Donald Trump, ex presidente de los Estados Unidos, se considera a priori que el desarrollo de las relaciones árabes-israelíes es muy distinto al que tienen palestinos e israelíes.

¿Qué hay detrás del conflicto palestino-israelí como un desprendimiento del conflicto árabe-israelí que motivó las guerras del siglo XX? Una constelación de cuestiones políticas, ideológicas, religiosas y culturales que ha forjado en el nacionalismo político palestino un irrenunciable rechazo a coexistir con el único estado judío del mundo.

Hubo distintos momentos de la historia en donde los árabes e israelíes estuvieron muy cerca de firmar la paz y muy pocos instantes antes de estrechar las manos algo pasaba que arruinaba las expectativas del final del conflicto. En el 2000, el entonces presidente de Estados Unidos, el demócrata Bill Clinton, intermedió en un plan conocido como “Los parámetros de Clinton” que les trasladaba a los palestinos el 96% del territorio de Judea y Samaria (Cisjordania) y la totalidad del control de la Franja de Gaza. Cualquiera pensaría, al igual que creyeron la administración estadounidense y los delegados israelíes, que un conflicto territorial se resolvería cuando los palestinos recibieran ese territorio que consideran injustamente arrebatado. Sin embargo, la delegación palestina encabezada por el líder de la OLP, Yasir Arafat, rechazó la propuesta y llamó a la intifada.

Para Israel y el pueblo judío el reconocimiento de la OLP como un interlocutor válido fue también una prueba determinante y muy difícil de asimilar incluso sabiendo que Arafat y sus funcionarios no habían renunciado a sus declaraciones despectivas contra el pueblo judío y que su intención de desaparecer a Israel estaba intacta a pesar de mostrar una moderación ante los ojos occidentales. Entre la década de 1960 a 1980 los atentados y las móviles bases terroristas por los países linderos de Israel fueron una constante de la OLP. A pesar de todo, Israel cerró los ojos e intentó un reseteo en la historia para alcanzar la tan ansiada paz.

Esa decisión, que años más tarde costaría más de cinco mil muertos civiles en el lado de Israel, fue justificada por el histórico credo de los refugiados y la imposición buscada por los palestinos para que el gobierno de Jerusalén acepte el ingreso de los refugiados palestinos registrados oficialmente y que UNRWA sostenía en millones a pesar de que los verdaderos desplazados árabes de la guerra de 1948 eran cientos de miles y no los millones a los que UNRWA llegó gracias a incorporar el estatus de hereditario a cada uno de los hijos, nietos y bisnietos de los que atacaron a Israel en la primera guerra árabe contra el joven moderno estado judío.

Con el sólo sentido de generar un descalabro demográfico en Israel e inocularles el revanchismo ideológico de los palestinos, Arafat impuso la condición irrenunciable a que el gobierno de Jerusalén acepte el retorno de esos millones de palestinos, algo que hubiera y sigue siendo hoy un suicidio.

Hay también dos elementos actuales que nos permiten dudar de la factibilidad de un estado palestino independiente además del punto, para nada menor, de la incompatibilidad entre el proyecto de autodeterminación palestino y el derecho a existir de Israel, un derecho cuya importancia para los palestinos ha quedado en evidencia en la masacre del 7 de octubre.

En primer lugar, hay una disolución absoluta del liderazgo palestino en Judea y Samaria donde existen territorios bajo control de la Autoridad Palestina desde 1995 y en la propia Franja de Gaza donde la capacidad militar y gubernamental de Hamas han sido arrojadas al vacío y a la destrucción total por las Fuerzas de Defensa de Israel. A ojos de Israel, no existe un interlocutor válido en la posible negociación de un estado palestino. El gobierno de Jerusalén, ¿debería negociar con Hamas la constitución de un estado en la Franja de Gaza? En 2005 Israel dejó Gaza, retiró a sus habitantes judíos y sus fuerzas armadas y el resultado ha sido un pseudo califato islámico, terrorista e integrista liderado por Hamas tras la elección mayoritaria de los gazatíes.

Por último, la falta de un mando unificado que trabaje por la paz y la existencia del perseverante tumor terrorista en la mentalidad de los palestinos, incluso en sus generaciones más jóvenes que están siendo intoxicadas por sus líderes al ritmo de la guerra en Gaza, lograrían que un estado palestino se constituya más como base experimental para la maquinaria terrorista de Irán que como el resultado del proyecto de autodeterminación. Este punto señala no solo la peligrosidad para Israel, sino también la amenaza a la supervivencia de las monarquías árabes. En estas condiciones, crear un estado palestino reconocido internacionalmente y que se integre a la comunidad internacional sería sumar un nuevo voto en contra del mundo libre en la Asamblea General de la ONU alineado a Rusia e Irán, la alianza más peligrosa que hoy enfrenta nuestra cultura occidental.

Nota exclusiva para Radio Jai

Luciano Mondino es Licenciado en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales por la Universidad Católica de La Plata. Master en Política Internacional por la Universidad Complutense de Madrid. Sus principales líneas de investigación son sobre islamismo, Terrorismo y Crimen Organizado.

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